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Comisionado de Derechos Humanos

Por: Luis Cosenza Jiménez

Como es sabido, próximamente deberá nombrarse el Comisionado de Derechos Humanos ya que el período para el cual fue designado el Dr. Ramón Custodio vence el 14 de este mes.

Para sorpresa de muchos, el Presidente del Congreso ha optado por conducir un proceso participativo y transparente para seleccionar el próximo Comisionado, y esto ha servido para que un alto número de compatriotas haya sido postulado, o se haya postulado, para ocupar el cargo.

Según lo que entiendo, un total de 21 candidatos han superado la primera etapa del proceso y ahora la comisión legislativa encargada del tema deberá decidir a cuantos invita para entrevistarlos en audiencias públicas.

Luego deberá presentar una lista de candidatos para que el Congreso escoja al nuevo Comisionado de entre ellos.

Para comenzar, cabe felicitar al Presidente del Congreso, don Mauricio Oliva, por haber marcado un camino participativo y, por lo menos hasta ahora, transparente.

No obstante, lo importante ahora es que los candidatos que sean presentados al Congreso cumplan con cierto perfil, ya que cualquiera de ellos podría ser nombrado Comisionado. Permítanme compartir algunas ideas con ustedes.

El requisito fundamental, a mi juicio, es que la candidata o el candidato muestren un compromiso a lo largo de su vida con la defensa de los derechos humanos.

Aquellos que son recién llegados al terreno de la defensa de los derechos humanos deben ceder el espacio a quienes durante décadas han dedicado sus vidas a la defensa de los derechos humanos.

De las hojas de vida, y de lo vivido en nuestra sociedad, se podrá constatar la fidelidad y la pasión de los candidatos en la defensa de los derechos humanos.

En segundo lugar, se debería tomar en cuenta la valentía mostrada por el candidato o la candidata en la defensa de los derechos humanos.

En nuestro país ha habido períodos relativamente recientes en los cuales la defensa de los derechos humanos implicó un alto riesgo para quienes osaron levantar sus voces para proteger los derechos de otros.

Nuevamente, de las hojas de vida de los postulantes se podrá saber si supieron defender los derechos humanos aún a riesgo de su vida y posesiones.

No se trata de pronosticar un regreso al pasado, pero ciertamente un carácter forjado en el crisol del terror y la incertidumbre ofrece garantías plenas de un sólido compromiso con la defensa de los derechos humanos.

En tercer lugar, se debería analizar el compromiso ideológico o político de los postulantes con determinado partido o corriente ideológica.

Ceteris paribus, se debería optar por quien muestre menos dependencia de partidos o ideologías.

La Comisionada, o el Comisionado, deben proteger los intereses de todos los ciudadanos, sin importar su filiación partidaria o su ideología, y esto evidentemente se vuelve más difícil si el Comisionado sufre de sesgos o es víctima de prejuicios ideológicos.

Su único compromiso, su única pasión, debe ser la defensa de los derechos de todos y cada uno de los hondureños.

En cuanto a otras características personales, debe ser una persona íntegra y dispuesta a actuar meditada, pero rápidamente.

Debe ser una persona más dada a errar por comisión, que por omisión.

Es decir que es preferible que defienda a quien no merece ser defendido, a que no defienda a quien sí merece serlo.

Las hojas de vida deberán ser escudriñadas, y las audiencias utilizadas, para medir el carácter de los postulantes y así determinar cuan activas o pasivos serían en la defensa de los derechos del prójimo.

Finalmente, los candidatos deben mostrar poseer dotes de liderazgo y capacidad administrativa.

Después de todo, dirigirán un equipo de profesionales, lo cual implica liderar, apoyar y supervisar el trabajo de otros.

A este fin, en las audiencias se debería indagar si los postulantes han dirigido grupos de trabajo y que mecanismos o técnicas de la administración moderna han utilizado para fijar metas y para vigilar su cumplimiento.

Para concluir, permítanme regresar al principio y felicitar nuevamente al Presidente del Congreso, señalando únicamente que para consolidar el avance logrado mediante su decisión, habría que incorporar el procedimiento ahora empleado en la ley.

De hecho, podría adoptarse un procedimiento similar al utilizado en el nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

Eso le daría permanencia a lo propulsado por el Presidente del Congreso e infundiría aliento en todos.

Sentiríamos que los vientos de modernidad, participación y transparencia soplan nuevamente y que estos remozan e envigorizan nuestra democracia.

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