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Combustible a partir del dióxido de carbono

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Estados Unidos – Investigadores de la Universidad Stanford en California han logrado producir cuatro veces más etano, propano y butano utilizando el dióxido de carbono que otros procesos usados hasta ahora, un hallazgo que abriga esperanzas para el tratamiento de los gases de efecto invernadero.

El dióxido de carbono producido por la combustión de los motores de automóviles y otras fuentes contaminantes podría ser convertido en combustibles menos dañinos para el medio ambiente y ayudaría a reducir el impacto del calentamiento global.
 
Durante una prueba de laboratorio que los científicos esperan se pueda perfeccionar y expandir hasta su uso comercial, la investigación logró también otros subproductos diferentes de combustibles como las olefinas, según el reporte publicado en Angewandte Chemie.

«Nos podemos imaginar un ciclo de carbón-neutro que produce combustibles a partir del dióxido de carbono y después los quema, creando nuevo dióxido de carbono que a su vez se convierte en combustible», describió Matteo Cargnello, profesor asistente de Ingeniería Química de Stanford y quien lideró la investigación.

El equipo continuará trabajando en el proceso para mejorar su eficiencia y disminuir al máximo algunos subproductos contaminantes como el monóxido de carbono.

Dos pasos en uno

El etano puede ser utilizado para producir etileno, un precursor de los plásticos; el propano es utilizado comúnmente como un gas de cocina y el butano se utiliza en encendedores así como en estufas portátiles.

Según los investigadores, los procesos usados hasta ahora pasaban por dos etapas: la primera consistente en reducir el dióxido de carbono (CO2) a monóxido de carbono (CO) y la segunda combinar el CO con hidrógeno para producir los combustibles de hidrocarbonos.

Cargnello señaló que la novedad del nuevo proceso consiste en realizar los dos pasos en uno solo utilizando un catalizador a base de rutenio y óxido de hierro, lo que multiplica la eficiencia para obtener nuevos combustibles.

El descubrimiento se logró con la colaboración del científico Simon Bare, junto con otros del Laboratorio Nacional de Aceleración SLAC que con «la caracterización de sofisticadas tecnologías de rayos X» ayudó a los investigadores a visualizar y examinar la estructura del nuevo catalizador.

El grupo liderado por Cargnello buscará igualmente reemplazar el rutenio, que es un metal noble por otros catalizadores y enfatizar la producción de cada uno de los subproductos específicos.

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