El pasado miércoles, en un informativo matutino de gran audiencia, fue entrevistado un representante del FONAC para que diera su opinión sobre el financiamiento de la campaña electoral, porque existe la percepción de que pudiera mantenerse la entrada de dinero procedente del crimen organizado y de la narcoactividad; y las dificultades para detectar y neutralizar tal posibilidad. Decía el catón de la moral: “No se puede realizar una política limpia con dinero sucio”. Existiendo el arco iris, no es acertado dogmatizar entre el blanco y el negro. La política realizada será limpia siempre que, por ley, el dinero utilizado se considere limpio en origen. Metafóricamente, cuando en el sacramento de la penitencia el sacerdote da la absolución al pecador arrepentido, éste queda en paz y perdonado por Dios, aunque el sacerdote se encuentre en pecado. Situación que desconoce el pecador arrepentido, porque no es de su competencia saberlo antes de confesarse.
Durante la entrevista, que duró varios minutos, media pantalla estaba ocupada por el entrevistado, mientras en la otra mitad el canal de televisión reproducía imágenes de dos antiguas concentraciones partidarias en las que se observaba a los activistas y seguidores enarbolar las banderas identificativas del respectivo partido político. Todo parecía normal hasta que reparé en un detalle que me hizo recordar algunas reflexiones que incluí en el artículo de la pasada semana, titulado: “Moderar, modelar, moldear”. Escribía: «Aunque la noticia sea veraz, el presentador controla el enfoque. Se miente por omisión cuando se expone solamente aquella parte de la información que refuerza determinado encuadre, para moldear la mente pública».
Mientras el representante del FONAC hablaba de la posibilidad de que los partidos se financiaran con dinero procedente del crimen organizado y del narcotráfico, aparecían imágenes solo de dos partidos políticos. Si el mensaje del miembro de la sociedad civil era generalista, ¿por qué el medio particularizaba solo en dos partidos políticos y no aparecían concentraciones de otros? ¿Casualidad? En Inteligencia no existen casualidades sino causalidades. Los motivos hay que buscarlos en los intereses que demanda el poder mediático, económicos y políticos. Escribía la pasada semana: «Los medios establecen la agenda, seleccionan las noticias y su trascendencia, deciden de lo que tenemos que hablar y cómo debemos sentirnos». Perogrullada: ¿a cuál partido político y candidato apoya ese medio? Obviamente a ninguna de las dos formaciones cuyas imágenes expusieron.
Sutilmente se utilizan estímulos visuales sumatorio de los auditivos, para que sin activar la conciencia se alojen en el cerebro por debajo de su umbral. El sujeto no es capaz de racionalizar lo que ocurre, de que está siendo manipulado mediante ingeniería social. En el subconsciente queda la asociación entre la información recibida y las imágenes de esos dos partidos políticos. El cerebro está siendo colonizado sin que seamos conscientes de ello. Decía Edward Bernays: “Si entendemos el mecanismo y los motivos de la mente grupal, es posible controlar a las masas sin que ellas lo sepan”.
Debe preocuparnos la situación que soporta actualmente Honduras, en su marco de convivencia y desarrollo social, en la degradación de sus valores y de su espiritualidad. En la medida que se aproximan las elecciones generales los medios colocan en la agenda temas que fomentan la fractura y confrontación social a tenor del enfoque, en lugar de establecer puentes de entendimiento y sosiego emocional. Se promueve el pensamiento único, obligando a la sociedad a posicionarse: conmigo o contra mí. Los partidos políticos fortifican sus posiciones, rechazando cualquier propuesta que beneficie a la sociedad si entienden que con ello la contraparte sale beneficiada. Venimos de una legislatura donde políticos de la oposición, con apoyo mediático, trataron de derrocar al gobierno mediante una insurrección popular, incluso exigiendo a las FFAA que dieran un golpe de Estado. Recordamos sus mensajes: “No podemos ir a elecciones con este gobierno, antes hay que sacarlo del poder”. Pero estamos a las puertas de los nuevos comicios, fracaso y rabieta evidenciada por las amenazas de un candidato: “No permitiremos que vuelvan a ganar los nacionalistas. Esta vez ¡habrá una guerra!”. “Si gana cualquiera de mis adversarios ¡Honduras desaparecerá!” ¿Cuál es el mensaje para el electorado y la comunidad internacional? ¿Voten por mi o incendio el pais?
Es frustrante no saber cómo convertir los deseos en realidad, cuando el candidato no se llama Aladino y tampoco tiene la lámpara.