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Censo de 1887: estado de la educación

José S. Azcona

Basándonos en el censo de población de 1887 se puede intentar reconstruir el estado de la educación y de los niveles de instrucción de la población en esta fecha. Para la población mayor de 10 años, aproximadamente el 15% de la misma sabe leer y escribir, y un 23% sabe leer (inclusive). Esta distinción en el censo también la hacía la Constitución de la República vigente (1880) para establecer los derechos civiles. El artículo 32 garantizaba el sufragio a quien supiera leer y escribir, aunque las condiciones económicas de acceso al mismo eran arbitrarias. Esto nos indica que por lo menos un tercio de la población que accedía a alguna educación no lograba pasar de un nivel muy básico.

Estos datos presentaban variaciones regionales, pero no eran tan grandes como serían una vez que se comenzara a desarrollar la instrucción pública de una manera desigual. A nivel departamental, Comayagua y El Paraíso, con un 20% de alfabetismo pleno y con una tasa de personas que sabían leer de un 31%, tenían el nivel más alto. Las tasas más bajas eran en el departamento de Gracias (ahora Lempira) con un 10% de alfabetismo pleno y un 15% que sabían leer.

Existían algunas variaciones a nivel de municipios que tampoco corresponderían con los patrones futuros de desarrollo. Por ejemplo, Tegucigalpa tenía un 39% de población que sabía leer y San Buenaventura un 40% (el promedio departamental era de 26%). O sea que, si bien las zonas urbanas tenían una tasa de alfabetismo más alta que la media, también había comunidades pequeñas que tenían números bastante elevados.

La mayor tasa de población que sabía leer lo tenía el municipio de Yuscarán, El Paraíso, donde existía un 68%. En cuanto a leer y escribir, el porcentaje más alto a nivel nacional lo tenía la municipalidad de Amapala (45%). En este último caso, está claro que la influencia del comercio aumentaba el grado de conocimientos de las personas.

Personas con nivel profesional superior o medio incluían 105 abogados, 71 eclesiásticos o ministros religiosos, 15 farmacéuticos, 16 ingenieros y 80 médicos. De 410 profesores o preceptores, la mayoría de los casos no eran titulados y el censo no los distingue, y un aproximado de 60 profesores de educación media laboraban en los diferentes colegios del país. Esto nos deja que había unos 250 profesionales a nivel superior en el país.

Se contaban 693 estudiantes a nivel medio y superior. El país tenía la capacidad de producir entre 15 y 20 profesionales universitarios y entre 80 y 100 profesionales de media anualmente. Esto representaba aproximadamente una agregación de 10% anual (descontando defunciones), por lo que se ve que se estaba acelerando el desarrollo en el nivel educativo desde una base muy baja.

Extrapolando de los 350 maestros de primaria, parece que habría unos 16,000 niños cursando educación primaria (en 1878 aparecen 13,000 registrados). Esto resulta en una cobertura de 18% en este nivel. La tasa de cobertura subvalúa la proporción de niños que accedían a una educación mínima, considerando que la gran mayoría no cubría un ciclo de primaria completa. Usando aproximaciones estadísticas, podemos calcular que un 35% de los niños recibían alguna instrucción.

La base educativa era baja, aunque ya se contaba con una base de profesionales y una red de casi 500 escuelas primarias. La intención es manifiesta en este censo de darle importancia a la educación y de que se hubiera acelerado el ritmo de progreso en condiciones de paz y estabilidad. La ausencia de estas retrasó la posibilidad de continuar con el crecimiento esperado.

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