Causas y efectos de un desordenado crecimiento del sistema financiero

Por: Ricardo Puerta

Tegucigalpa.- El 28 de octubre pasado tuve la oportunidad de animar el Foro sobre “Remesas en la Economía Hondureña: Peculiaridades”.

Empezó con una exposición mía sobre el tema y se extendió por unos 45 minutos destinados a preguntas, respuestas, y a diálogos entre los asistentes.

El Foro es parte de la reunión semanal del Grupo de Reflexión y Acción/GRA, auspiciado por el Instituto de Investigación y Formación Social Cristiano/ISC, que coordina el economista Ramón Velásquez Nassar, ex – vicepresidente del Congreso de Honduras. El GRA es una iniciativa del Instituto y las ideas que ahí se debaten no necesariamente coinciden con las posiciones oficiales del ISC. Agradezco tener la memoria de la reunión a Roberto Vallejo, el colega que documenta de manera muy profesional el contenido de cada Foro.

Dividí todo el material que produjo el Foro en dos entregas para proceso.hn La primera “Economía Política de las Remesas en Honduras”, que fue mi artículo anterior en esta misma columna. Y la segunda, sigue ahora a continuación:

Dos economías

Son dos tipos de economía diferentes, aunque interdependientes, las que existen en cada país. La real, que es la economía de siempre. La que produce bienes y servicios en las industrias, fábricas, comercio, agricultura, bien como insumo para su transformación o directamente en definitiva, para su uso o consumo, función que determina, en gran parte, la calidad de vida prevalente.


La economía financiera está basada en el sistema financiero, en documentos comerciales, en bonos, títulos, valores, acciones, garantías, etc. Su mercancía principal es el dinero, con el cual se especula para reproducirlo lo más pronto y rentable posible.

Causa eficiente o principio de la crisis

Al respecto, una pregunta fundamental que quedó pendiente desde el Foro anterior es… ¿cuál de las dos economías genera el mayor valor agregado en el PIB nacional, la real o la financiera?

Los abusos en el sistema financiero provocaron la última crisis del capitalismo, cuyos efectos se hicieron más visible desde entre los años 2008 al 2012, aunque todavía algunos países hoy no han salido de ella. Tuvo una comprobada formación. Por años la economía financiera se convirtió en un enorme negocio especulativo. Acciones y otros papeles “de valor” multiplicaron varias veces su precio, en muy corto tiempo, hasta que se descubrió que todo no había sido más que un encarecimiento fabricado, un espejismo. Eso explica, en parte, porqué la crisis financiera última dañó menos a los países que mayormente basan su PIB en la economía real.

Según señala Luis Moreno, Profesor de Investigación del Instituto de Políticas y Bienes Públicos (CSIC) de Madrid y autor de ‘Europa sin Estados. Unión política en el (desorden global)”, con el tránsito al tercer milenio, la cruzada neoliberal a favor de mercados competitivos e irrestrictos fue ganando el favor de gobiernos de muy variado signo político. Para estos últimos el simple temor a que los capitales incrementasen su volatilidad les indujo a evitar regulaciones y a fiscalizar los derivados de una financiación desbocada. Como resultado, lo financiero predominó basado en su mayor rentabilidad respecto al sistema productivo.

Basten algunos datos ilustrativos: en 1970, el mercado de valores y derivados alcanzó en EEUU los 135 millardos de dólares, equivalente al 13% del PIB; en el año 2000 tales cifras se habían incrementado hasta los 14.000 billones (millones de millones), o casi el 150% del PIB del país norteamericano. A finales de 2013, el patrimonio bajo gestión de los fondos de inversión y de los fondos de pensiones equivalía a tres cuartas parte de todo el PIB mundial.

Efectos

El exceso de capital muerto que flota actualmente en el sistema capitalista mundial, se debe, en parte, al insuficiente número de personal técnico, profesional, gerencial y administrativo disponible y organizado a ser instalado con inversiones productivas en la economía real. Si lo hubiera en número suficiente en todos los países, sus capacidades útiles serían invertidas en actividades productivas, en servicios y productos para trasformar y finalmente consumir.

La exigencia de volver rentables tan cuantiosos capitales muertos ha fomentado la especulación, convirtiéndose entonces en capital golondrino, o peor, en fondos buitres, ambos adictos a oportunidades de corto plazo, de muy alto riesgo, o de largo largo plazo pero que “fomentan” y “arman” los llamados sicarios financieros internacionales de las grandes corporaciones internacionales. Con frecuencia y facilidad, a nivel nacional se combinan con otros fondos de dudosa procedencia, como son los activos líquidos y garantías procedentes del narcotráfico, corrupción, secuestros, etc. Siempre buscándole un rendimiento rápido, sin importar los vicios que genera en el sistema financiero. Como alternativa ello contrasta favorablemente ante las complicaciones y lentitud con que se mueven las inversiones hechas en la economía real, como actividades productivas hechas conforme a ley.

En síntesis, el dinero especulativo, usando el medio más fácil y accesible, se ha convertido en una mercancía muy atractiva, por ser más rentable y ágil para “convertirse en un buen negocio”, en contraste con la inversión hecha en actividades productivas de tipo “común” y garantizadas por ley, las cuales para abrirlas requieren más trámites, y una vez establecidas, exigen una atención mucho más sostenida y duradera por parte del inversor-emprendedor.

En Honduras

Hace 40 años teníamos una economía real, pero ahora, con el crecimiento desproporcionado del sistema financiero hondureño, tenemos una economía irreal que promueve el consumismo y el abuso del crédito, a fin de volver rentables las enormes sumas de capital muerto –muchas de ellas de origen dudoso — que flotan en nuestro sistema vigente. El imperativo es invertirlo a como dé lugar, siempre que garantice una buena acumulación expansiva a corto plazo, cuyos beneficios, como se reparten en los grupos privilegiados de siempre, políticamente refuerzan y amplían la plutocracia que nos rige como régimen político, es decir, el poder, influencia y preponderancia de los ricos en el gobierno.

La otra cara de la moneda.

Debe reconocerse, sin embargo, que el sistema financiero cumple en el capitalismo también una importante función. Por su estructura y funcionamiento se trasladan recursos entre personas, entre bancos, entre empresas y entre naciones. Cierto que esto ha alcanzado un desarrollo espectacular en esa era globalizada, donde casi por mes aparecen nuevos y más variados servicios financieros. Pero en última instancia, el uso de tales servicios — especialmente de crédito y consumo– es una decisión personal que, por supuesto, está determinada por la cantidad y la calidad de la información que es capaz de manejar el ciudadano común, según su educación y estilo de vida.

Como nos recuerda el Papa Juan Pablo II: “Es innegable que las influencias del contexto social sobre los estilos de vida son notables: por ello el desafío cultural, que hoy presenta el consumismo, debe ser afrontado en forma más incisiva, sobre todo si se piensa en las generaciones futuras, que corren el riesgo de tener que vivir en un ambiente natural esquilmado a causa de un consumo excesivo y desordenado”.

Conclusión

No puede negarse que en el capitalismo moderno el dinero se ha convertido en una mercancía “de primera necesidad”. Tiene un precio, como si fuera otro bien y servicio, pero con él se juega de tal manera, que ha distorsionado su función original, como medio de intercambio, convirtiéndolo más en un bien con precio propio y con frecuencia ascendente en los mercados en que se mueve.

La dinámica de lo anterior la explican en detalles y de acuerdo a la tecnología de nuestro tiempo Alvin y Heide Toffler en “La Revolución de la Riqueza”…. “de ahí en adelante se ha ido desarrollando una industria de servicios financieros, que con la expansión extremadamente rápida de datos, información y conocimiento en constante cambio, sólo una fracción de las cantidades que se intercambian a diario en las bolsas mundiales se canaliza a las compañías basándose en sus necesidades y perspectivas de largo plazo.

En lugar de ello, ordenadores pre-programados escanean simultáneamente miles de empresas para descubrir las variaciones más minúsculas en los precios de sus acciones y, frecuentemente, ‘invierten’ fondos, no durante meses o años, sino durante unos minutos y hasta unos segundos. El resultado, en gran parte, ya no es inversión, sino un póker electrónico de base matemática a alta velocidad”. …la desincronización entre el comercio de divisas a alta velocidad y el ritmo lento al que funciona la economía ‘real’ de un país se ha vuelto tan pronunciada que la polaridad, al menos en algunos países, se ha invertido.

El resultado de esta asincroníadeu es un sistema que muchos consideran una amenaza, no sólo para países concretos, sino también para la economía mundial… Muchas economías y economistas aún tienen dificultades para adaptarse a esas sumas desorbitantes de ‘dinero’, que sólo existen como unos y ceros que pasan zumbando, de nodo a nodo, por las redes comerciales digitales y con mínima intervención de las personas”.

Igualmente lo plantea el Pontificio Consejo de Justicia y Paz cuando reconoce “los beneficios del “mercado global de capitales” (por)… facilitar la movilidad de recursos para actividades productivas, pero (a su vez nos) llama la atención sobre el peligro de crisis financieras cuando… “El desarrollo de las finanzas, cuyas transacciones han superado considerablemente en volumen, a las reales, corre el riesgo de seguir una lógica cada vez más autorreferencial, sin conexión con la base real de la economía”.

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