Tegucigalpa. – Como si fuera una carrera de obstáculos, el pasado domingo 24 sonó el pitazo de arranque y dio inicio oficialmente la campaña electoral para los comicios internos y primarios que tendrán lugar el próximo 14 de marzo. Quedaron así despejadas las dudas que circulaban por doquier sobre la posibilidad de que tales elecciones fueran canceladas, en atención a la difícil situación por la que atraviesa el país en este momento de su historia.
En efecto, la situación no puede ser peor y menos estimulante para dedicar el tiempo a campañas electorales y celebración de comicios, alegan algunos. Se ha producido lo que Noam Chomsky ha denominado “momento de confluencias críticas”, es decir una coyuntura en la que confluyen diferentes crisis a cual más terrible y demoledora. Junto a la crisis sanitaria provocada por el virus letal del Covid 19 y su alarmante repunte actual, el país enfrenta la crisis derivada en el sector de las finanzas y la economía en general, el desempleo y la emigración masiva, la debacle ecológica/ambiental, la crisis ya permanente de la seguridad pública y, como si lo anterior no bastara, habrá que sumar también el profundo desgarre de la moral pública y su consecuente desintegración ética, expresadas en los escandalosos casos de corrupción que a diario estremecen a la opinión pública. Todo esto sucede mientras el país padece un gobierno desacreditado, carente de confianza ciudadana y deslegitimado políticamente desde sus propios orígenes. Un gobierno que cada día gobierna menos, frente a una oposición que, pareciera, cada vez se divide más y se opone menos.
Sin embargo, este conjunto de situaciones críticas no debe ser motivo para cancelar los procesos electorales. Al contrario, debería ser razón suficiente para asegurar que las elecciones sean tan limpias como sea posible y tan creíbles y legítimas como sea necesario. Es decir, elecciones cuyos resultados conduzcan al cambio de gobierno y a la renovación ética del liderazgo nacional.
“La democracia no está en cuarentena” reza una de las consignas favoritas de quienes se decantan a favor del proceso electoral y reclaman la celebración pronta y transparente de las elecciones, tanto las del 14 de marzo como las del último domingo de noviembre del presente año. Para que estos comicios reúnan los requisitos de credibilidad y confianza públicas, es necesario, desde ya, organizar instancias ciudadanas de observación electoral que sea realmente independiente y profesional. En este sentido, vale la pena darle la bienvenida a la recién creada Red de Equidad Democrática en Honduras (REDH), una amplia coalición de organizaciones de sociedad civil que agrupan a empresarios, religiosos, académicos, periodistas y diferentes profesionales de las más variadas especialidades. Su misión es la de observar el proceso electoral a través de los diferentes ciclos que lo componen y estructuran, utilizando para ello metodologías probadas en otros países y diseñadas para los grupos de observación internacional.
La creación de la REDH es una iniciativa apoyada por organismos de reconocido prestigio en el campo de la observación electoral como son los norteamericanos Instituto Nacional Demócrata (NDI, por sus siglas en inglés) y el Centro Carter. Estas instituciones dan apoyo y soporte técnico a la coalición, pero son los entes locales, hondureños todos, los que llevan a cabo la observación cuidadosa de los llamados ciclos electorales. Los diferentes grupos asociados en la REDH realizarán estudios objetivos sobre temas tales como el clientelismo electoral y la compra de votos, la participación de las mujeres, el costo financiero de las elecciones y la financiación de los partidos políticos, el rol de los medios de comunicación, el gasto público destinado a los ciclos electorales y, claro está, la observación directa en un despliegue nacional el día de la votación en el mes de noviembre.
Organizaciones como la REDH, producto de iniciativas ciudadanas loables y necesarias, contribuyen a hacer procesos electorales creíbles y democráticos, justo la clase de procesos que nuestro país necesita y la ciudadanía demanda.