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Buen comienzo de Biden, pero hay algunos tropiezos

Por Alberto García Marrder

En noviembre del año pasado, voté a favor de Joe Biden como una forma de impedir la reelección de Donald Trump, junto a otros 81,283,785 votantes.

Logrado ese objetivo, ahora sigo con atención los primeros 100 días de Biden en la Casa Blanca. Y puedo destacar más avances positivos que negativos. Especialmente en la lucha contra la pandemia del COVID-19.

Había prometido 100 millones de vacunados en sus primeros cien días y como ve que los va a cumplir, ha doblado esa promesa a 200 millones. Y lo puede lograr.

Muy bien también en la recuperación económica, especialmente con ese paquete de estímulo por el COVID-19 de unos 1.9 trillones de dólares que va afectar a cada americano, de un manera muy positiva.

Pero ha habido también los primeros tropiezos de Biden en el gobierno de la nación.

Un ejemplo: el problema gordo de la frontera, supuestamente “abierta” con México, que se les ha ido de las manos al gobierno y que no saben cómo atajarlo.

Miles de migrantes centroamericanos, especialmente hondureños, han cruzado México y se han plantado en la frontera con la falsa creencia que con Biden de presidente y ya no Donald Trump, será más fácil entrar a Estados Unidos.

Y también ha ayudado que muchos “coyotes” en la costa norte de Honduras difundan, falsamente, en los barrios pobres que la frontera méxico-americana estaba “abierta” y que había que darse prisa para aprovechar esa “ocasión única”. El precio de sus servicios sigue igual: unos 6,000 dólares por persona hasta la frontera gringa.

A esto, se añade el problema de los menores retenidos, sin los padres, en suelo americano, ya más de cinco mil solo en Texas. Y ese si es un problema serio, más que todo de imagen.

La alarmante situación en la frontera está siendo aprovechada por la oposición republicana y por los medios conservadores para denunciar al gobierno de Biden por su “incapacidad” y para ir creando ya una imagen negativa pensando en las elecciones de medio término en el año 2022.

El Partido Republicano, y sobre todo Trump, están desesperados por recuperar la mayoría en el Senado, actualmente de un 50-50, pero con el voto crucial de la vicepresidenta, Kamala Harris, es de los demócratas.

Y si la recuperan, van a boicotear la agenda legislativa de Biden en sus dos últimos años en la Casa Blanca.

Los republicanos no pueden aceptar que los demócratas controlen el Senado, la Cámara de Representantes y la Casa Blanca. En el Tribunal Supremo si tienen mayoría conservadora, gracias a los tres nombramientos hechos por Trump en sus cuatro años como presidente.

El peor error de Biden en sus dos primeros meses como presidente ha sido el de refugiarse en la Casa Blanca y en los fines de semana, en su casa de Delaware.

El prestigioso columnista Frank Bruni titulaba esta semana su artículo en el diario “The New York Times” con una frase que lo dice todo: “BIDEN HA  DESAPARECIDO”. Y se queja que el Biden actual no se parece al fogoso ex senador y ex vicepresidente en sus cuatro décadas de político.

En política exterior, de mal en peor. Especialmente con Rusia y China. Eso de llamarle Biden “asesino” (“killer”) al presidente ruso, Vladimir Putin, es un paso en falso diplomático, por mucho que se pueda merecer ese calificativo.

Putin, furioso, desafió a BIden a una comparecencia televisada conjunta “para dirimir las divergencias.”

Los asesores de Biden le aconsejaron, con mucha razón, que no aceptara esa “encerrona”. Putin se lo hubiera comido vivo.

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