Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La Tribuna, El País y Contexto en Honduras
Nunca antes le había pasado a Estados Unidos una opción presidencialista tan dantesca y agobiante: entre un político que parece un anciano con problemas mentales y un declarado convicto que quiere regresar a la Casa Blanca para vengarse de sus rivales.
Ya sea que el presidente demócrata Joe Biden, de 81 años, logre un segundo mandato en las elecciones de noviembre o que el más que seguro candidato republicano Donald Trump, de 78 años, las gane, vienen años muy difíciles e inciertos para Estados Unidos.
Da pena ver los tropiezos de Biden al caminar y sus metidas de pata al confundir fechas y datos históricos, a pesar de las notas que le dejan sus asesores. Ya no se puede ocultar los estragos de su vejez. Y le recriminan no haber dejado a un candidato demócrata más joven y vigoroso para enfrentarse a Trump.
Y Trump no puede ocultar su arrogancia, su narcisismo y su manera de insultar a sus rivales. Y ya lo ha dicho, será un dictador desde el primer día si regresa a la Casa Blanca, además de auto perdonarse si es declarado culpable de los tres juicios pendientes que tiene. Salvo el de Nueva York (culpable por un fraude contable para ocultar una relación extramatrimonial con una actriz porno) por ser un juicio estatal y no federal.
Falta por ver como este veredicto de culpabilidad va a influir o no en la escasa delantera que le lleva Trump a Biden en los sondeos previos. El hecho de convertirse en una “víctima de una cacería de brujas” le está ayudando, por lo menos, en recaudar millones de dólares para su campaña electoral.
Trump ya está preparando a su posible gabinete y le falta anunciar quien será su candidato a vicepresidente o vicepresidenta, entre seis a ocho aspirantes que ya tiene entre senadores y gobernadores republicanos.
Biden va a repetir con la actual vicepresidente, la ex senadora Kamala Harris. Si ganan estos, Harris ocuparía un puesto muy importante en caso que tenga que asumir la presidencia por un retiro de Biden por edad o enfermedad.
Una reciente encuesta indicaba que debido al dictamen de culpabilidad en el juicio de Nueva York, Trump podría perder hasta un diez por ciento de los votantes indecisos. Pero sus fieles le seguirán votando, “haga lo que haga”.
Ha sido suficiente ver la egolatría con la que los líderes republicanos en el Senado y Cámara de Representantes han recibido recientemente a Trump en el Congreso. Como un Dios o un ídolo.
Ahora todo depende del debate que tendrán Biden y Trump el 27 de junio en Atlanta, organizado por la cadena CNN. El que tiene más que perder es Biden, aunque sus asesores le están aconsejando que deje a Trump ser Trump… que vocifere y que lo insulte. Y que pierda a veces la memoria, pero no la calma.
