Tegucigalpa – Algunos prefieren llevar la palma, otros una cruz, en cualquier presentación muchos de los ramos que los capitalinos hoy llevan a sus hogares tienen la esencia artesanal de doña Bernarda García y su familia, campesinos que cada año viajan más de 100 kilómetros desde la aldea El Carreto en Alubarén, Francisco Morazán hacia la capital para vender palmas en la ciudad este Domingo de Ramos.
–El Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, descrita en los cuatro Evangelios (Mateo 21:1-11, Marcos 11:1-11, Lucas 19:28-44, Juan 12:12-19). Es el inicio de la Semana Santa.
–Los judíos esperaban un Mesías político, pero Jesús entró como rey pacífico, lo que desconcertó a muchos, los feligreses recuerdan este momento agitando sus ramos y cantando “Hosanna”.
Doña Bernarda tiene 86 años, tuvo 12 hijos, dos ya murieron, muchos de ellos y también sus nietos se dedican a vender ramos desde décadas atrás, esta es una tradición y legado que se hereda de generación en generación.

Las ganancias son pocas incluso puede haber pérdidas, dijo ante los micrófonos y cámaras de Proceso Digital la humilde campesina que apenas cursó el primer grado de escolaridad.
En su comunidad estudiar es un lujo, mismo que no se pueden dar, por lo que durante todo el año se dedican a la siembra para cosechar los productos que consumen y poder vender el excedente, pero previo a Semana Santa, se trasladan a la capital hondureña para ofrecer sus ramos a los feligreses que este domingo festejan la entrada de Jesús en Jerusalén.

Una tradición más que una ganancia
Vender ramos es una tradición que busca dejar a sus futuras generaciones más que una acción para buscar ganancias, contó la artesana mientras brindaba la entrevista y al mismo tiempo elaboraba una cruz de los cientos que hoy los capitalinos lucen en sus autos, hogares, oficinas u otros espacios.
Si bien se trata de acción económica, en algunas ocasiones trasladarse desde Alubarén a la capital y no vender todos los ramos puede significar pérdidas, un riesgo que corre cada año, por lo que en realidad se trata de una tradición que comparte con su familia, este año viajó con una hija y un nieto, todos vendedores de ramos, narró doña Bernarda.

Una carga de ramos refiriéndose a una medida específica de ramos se compra a mil 200 lempiras y con mucha suerte se pueden hacer en tres días de ventas en la capital unos tres mil lempiras, de los cuales debe asumir el costo de transporte y alimentación, entonces en realidad no se busca una ganancia como tal, señaló la artesana.
Enfatizó que en su caso lo hace por tradición, este año no hubo incremento a las cruces y palmas, misma que los hondureños pueden adquirir por 10 lempiras, entonces tampoco puede aspirar a una ganancia mayor.
Externó que su ganancia está en compartir este espacio con su familia, hoy lo hizo con una hija y un nieto, en otros años ha sumado a más miembros de su familia, pero sabe que en el futuro cuando ya no esté en este plano terrenal, su descendientes harán lo mismo y así continuar con este legado que ella también recibió de sus antecesores.

Sacrificio
Esta artesana llegó a la capital el jueves a medianoche, empezó a vender sus ramos y cruces el viernes y su estancia en la capital es de solo tres días hasta este Domingo de Ramos cuando regresa a su aldea.
En la capital duerme justo afuera de un templo católico donde ofrece su producto y comió según las ventas del día le permitieron.
Es su fe la que sostiene esta tradición pues sabe lo esencial que son los vendedores de ramos en este día de alegría y celebración que marcan el inicio de los ritos litúrgicos propios de la Semana Santa.
Al ser una persona de la tercera edad este año resintió las temperaturas frescas en la capital hondureña, donde por pocos días se sintió los remanentes del paso de una cuña de alta presión y del ingreso de una masa de aire frío que permitieron temperaturas frescas durante la mañana y clima cálido en el día.
El sacrificio de ella y su familia hoy permiten a la feligresía católica celebrar a plenitud la entrada de Jesús a Jerusalén y del inicio de la Semana Mayor en el mundo.

Un legado
Pastora Castro, de 58 años, es hija de doña Bernarda, también vende ramos, previo al inicio de la Semana Santa, tiene cinco hijos y también les inculca esta tradición familiar.
Contó a Proceso Digital que, aunque son familias cada uno busca hacer sus ventas, por lo que toman la decisión de ubicarse en distintos lugares de la capital, ella este año ofrece sus ramos en la popular Iglesia Medalla Milagrosa frente al centro comercial Los Próceres en las cercanías del bulevar del mismo nombre.
Recordó que años anteriores la situación ha estado mal, este solo tiene el objetivo de no perder el dinero invertido.

Su papá le inculcó la tradición de vender ramos, luego su mamá (doña Bernarda) y ahora ella lo hace con sus hijos.
Lamentó que esta actividad no deje suficientes ganancias y aprovechó la oportunidad para llamar a los políticos y empresarios a dejar lado las diferencias y unir esfuerzos en la creación de trabajo.
Las mujeres campesinas deben salir a buscar cómo ganarse el pan porque no hay trabajo para los esposos e hijos, razonó.

Domingo de Ramos
El Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, marcando el inicio de la Semana Santa.
Según el relato de las escrituras de los Evangelios, Jesús llegó montado en un burro, recibido por multitudes que lo aclamaban con ramas de palma y mantos, gritando «¡Hosanna!».
En la liturgia católica, se bendicen palmas, se realizan procesiones y se lee el relato de la Pasión de Cristo. Es un día de alegría, pero también de reflexión, pues anticipa la Pasión y muerte de Jesús.
El anterior festejo es posible gracias a artesanos y campesinos que mantienen viva la tradición de vender ramos, aunque esta actividad no les signifique generar ganancias económicas. RO