BCIE

Luis Cosenza Jiménez

Recientemente hemos escuchado que la Asamblea de Gobernadores del Banco Centroamericano de Integración Económica decidió sustituir a su Presidente Ejecutivo, el doctor Dante Mossi, al cumplir este cinco años de servicio, es decir, en noviembre de 2023. Según se ha dicho, promoverán un concurso para seleccionar el nuevo Presidente, pero al doctor Mossi no se le permitirá participar en el concurso.

La noticia causó sorpresa ya que se esperaba que el doctor Mossi prestara otros cinco años de servicio, es decir, hasta noviembre de 2028. ¿Será esta una sabia decisión, o estarán inmiscuyéndose la política y las componendas en el Banco? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias de esta decisión? Analicemos la situación para que lleguemos a nuestras propias decisiones.

El BCIE fue fundado a finales de 1960 por los cinco países centroamericanos con el propósito de apoyar y fortalecer el proceso de integración que esos mismos países estaban iniciando. Posteriormente otros países, tanto regionales, como no regionales, se han unido al Banco como miembros. Actualmente los socios fundadores, los cinco países centroamericanos, poseen cada uno un poco más que el diez por ciento de las acciones del Banco. En total, los cinco países son dueños del 53.42% del capital, por lo que tienen control del Banco. Otros países regionales, pero no fundadores, República Dominicana y Belice, tienen entre ellos el 10.09% de las acciones. Finalmente, los miembros no regionales, Taiwán, Corea, México, Argentina, España, Colombia y Cuba, tienen el 36.49% de las acciones. Sí, estimada lectora, Cuba fue aceptada como miembro antes de que el doctor Mossi llegara a la Presidencia Ejecutiva. El ingreso de Cuba al Banco ha creado una delicada situación ya que de recibir apoyo financiero del Banco, Estados Unidos podría alegar que simplemente se trata de una treta para burlar las sanciones que el país del Norte ha adoptado en el caso de Cuba. Afortunadamente, hasta el momento, el tema ha sido manejado con prudencia y pragmatismo, pero sigue siendo un asunto que podría tener graves repercusiones.

La máxima autoridad del BCIE es la Asamblea de Gobernadores, quienes usualmente son los Secretarios de Finanzas o los Presidentes de los Bancos Centrales de los países miembros. La Asamblea define las políticas de más alto nivel que luego son implantadas y vigiladas por el Directorio del Banco. Cada país designa un Director quien presta su servicio a tiempo completo. En efecto, el BCIE copió la estructura organizacional del Banco Mundial y el BID, aunque el volumen de préstamos de esas dos instituciones es mucho más grande que el del BCIE. En efecto, el BCIE podría operar con un Directorio que se reúne un par de veces al mes para aprobar los préstamos y los asuntos que son de legítima competencia de un Directorio. Lo que sucede cuando se cuenta con Directores que permanentemente están en las oficinas ndel Banco es que, porque tienen tiempo de sobra, terminan inmiscuyéndose en la administración de la institución, es decir, pretenden micro administrar el Banco, interfiriendo en las tareas propias del Presidente Ejecutivo.

El Presidente Ejecutivo es la máxima autoridad administrativa del Banco. Su tarea es administrar el Banco según las políticas definidas por la Asamblea de Gobernadores y el Directorio. Para el caso, cuando los países solicitan financiamiento, el Presidente Ejecutivo pide a sus técnicos que analicen la solicitud de financiamiento, determinen si dicha solicitud es congruente con las políticas del Banco, se aseguren que la solicitud tendrá un impacto positivo en el desarrollo del país miembro y presenta su recomendación al Directorio. Es el Directorio, y no el Presidente Ejecutivo, quien decide si se otorga o no el financiamiento. Por esta razón resulta ridículo el argumento de algunos que han pedido la remoción del doctor Mossi porque supuestamente ha apoyado a Daniel Ortega al otorgarle financiamiento. Quienes leen mis columnas saben que no soy un admirador de don Daniel, pero eso no
implica que deba criticar al doctor Mossi por supuestamente hacer algo que claramente no puede hacer.

A lo largo de los años, el BCIE ha contado con varios presidentes ejecutivos, nombrados por la Asamblea de Gobernadores. Un par de ellos, guatemaltecos, duraron menos que un año en el cargo. Otros han durado más. El hondureño Nick Rischbieth es quien más ha durado (diez años). También cuenta con un Vicepresidente Ejecutivo, innecesario en una institución del tamaño del BCIE. El Banco Mundial cuenta con vicepresidentes regionales (para África, o Latino América, por ejemplo), pero no con un Vicepresidente cuya única tarea es sustituir al Presidente en sus ausencias temporales. El BID si cuenta con un vicepresidente y lo que usualmente sucede es que el Presidente lo margina y le asigna tareas irrelevantes. El mismo problema se da en los gobiernos de los diferentes países. Típicamente el vicepresidente es irrelevante, salvo que fallezca el Presidente. El caso de México es interesante. La Constitución no prevé el cargo de vicepresidente. Los políticos mexicanos explican que cuando contaron con dicho cargo, el vicepresidente se dedicaba a conspirar en contra del Presidente. Sea como sea, el BCIE debería analizar la conveniencia de contar con un directorio que solo se reúne un par de veces al mes, por no más de dos días cada vez, así como considerar la eliminación del cargo de vicepresidente.

Los enemigos del doctor Mossi han dado dos razones para que se le niegue la oportunidad de la reelección. La primera es el apoyo que supuestamente ha brindado a Daniel Ortega, cosa que es falsa por lo que he señalado. La segunda es por la adopción por parte del BCIE de los créditos de apoyo presupuestario, o préstamos de política. Tradicionalmente los bancos de desarrollo han financiado proyectos, tales como carreteras, hospitales, centrales de generación eléctrica, etc. Más recientemente, el Banco Mundial, luego el BID y por último el BCIE, optaron por los préstamos de política, mediante los cuales el país prestatario tomaba una serie de decisiones de política, aprobar legislación para reformar su sector eléctrico, por ejemplo, y a cambio de eso, es decir, una vez implantada la nueva política, el
ente financiero desembolsaba una cantidad de dinero previamente acordada. Esos fondos, una vez desembolsados al prestatario, podían ser utilizados para casi cualquier fin que este deseara (típicamente existe una “lista negativa” que define para qué no pueden usarse los fondos, que incluye, por ejemplo, la fabricación y la compra-venta de armas). Los críticos del doctor Mossi arguyen que este tipo de crédito favorece a don Daniel Ortega. No obstante, esto es falso por varias razones. La primera es porque, como ya señalamos, la decisión de adoptar el uso de préstamos de política, o de libre disponibilidad, fue decisión del Directorio. Así mismo, la aprobación de un crédito de cualquier tipo es competencia del Directorio. Finalmente porque si bien varios países han obtenido este tipo de financiamiento, Nicaragua no está entre ellos. Es decir, Nicaragua no ha recibido financiamiento de libre
disponibilidad. Solo ha recibido apoyo para la construcción de obras. ¿Cómo entonces culpar al doctor Mossi de entregar recursos de libre disponibilidad a don Daniel?

Recordemos que los cinco países fundadores, los centroamericanos, tienen la mayoría accionaria en el BCIE, es decir, son “los dueños” del Banco y por tanto pueden hacer lo que les venga en gana, incluso tomar medidas absurdas y violatorias de los derechos de las personas, como impedirle al doctor Mossi que participe en el concurso que han anunciado para seleccionar el nuevo presidente del BCIE. No olvidemos que el banco no puede crear dinero para luego prestarlo. Solo los bancos centrales pueden hacer el milagro de crear dinero de la nada. Lo que el BCIE si puede hacer es captar recursos en los mercados internacionales de capital, pagando, gracias a la calificación recibida de las agencias
calificadoras, como S&P, Moody’s y Fitch, una baja tasa de interés, para luego prestar esos recursos a sus prestatarios a una tasa de interés más baja que la que los países podrían obtener si ellos recurrieran directamente los mercados de capital. Los países fundadores entienden que el BCIE es su “gallina que pone los huevos de oro” y por ello hasta la fecha lo han cuidado. Saben que la fortaleza del Banco depende de su salud financiera, la cual a la vez requiere que los países paguen oportunamente sus obligaciones, y eso ha venido ocurriendo incluso en el caso de Nicaragua. Por otro lado, como es de suponer, el volumen de los recursos que el Banco puede captar en los mercados de capital es función de la capitalización del Banco, por lo que el doctor Mossi correctamente ha venido impulsando un
incremento en el capital del Banco. Solo así se podrá atender las crecientes necesidades de los países miembros, cosa que el doctor Mossi entiende correctamente.

Pero, si el doctor Mossi no es responsable por el apoyo que Nicaragua ha recibido del Banco, si no es tampoco responsable por el uso de créditos de política (que de todas maneras no han sido empleados en el caso de Nicaragua), y si la ampliación del capital del Banco, promovida por el doctor Mossi, es beneficiosa para los países fundadores, ¿cuál es la razón para impedir la reelección y violentar sus derechos al negarle la oportunidad de participar en el concurso que se celebrará para seleccionar al nuevo presidente? Entiendo que piensen que si el doctor Mossi participara en el concurso fácilmente lo ganaría. Muy difícilmente encontrarán otra persona que cuente con la experiencia en temas de desarrollo que él ha acumulado, ya que prácticamente ha dedicado toda su vida profesional al fomento del desarrollo, primero en el Banco Mundial y luego en el BCIE. No encontrarán otra persona con la formación profesional y con la experiencia que el doctor Mossi ha acumulado. Por otro lado, el testimonio recibido por el doctor Mossi en las redes sociales confirma el respaldo abrumador a su gestión en el BCIE. En aras de la transparencia que el doctor Mossi ha tratado de impulsar en el BCIE, debemos respetuosamente solicitar a la Asamblea de Gobernadores que nos expliquen por qué han decido violentar su derecho a participar en el concurso que promoverán para identificar el próximo presidente del BCIE. Si no lo hacen, evidenciarán la inexistencia de gobernanza corporativa en el Banco y nos obligarán a pensar que todo lo ocurrido responde a una lamentable vendetta personal. Si esto es así, se perjudicará la imagen del Banco frente a las agencias calificadoras, lo cual será negativo para los países centroamericanos.

Al final supongo que el doctor Mossi seguirá su exitosa carrera por otros rumbos. El perdedor será el BCIE y la cultura de transparencia y rendición de cuentas en la región. Es una lástima que seamos víctimas de la mediocridad, las componendas y la opacidad. Nada más me resta agradecer al doctor Mossi por el excelente trabajo hecho para el Banco y la región y desearle muchos éxitos en los retos que enfrente en lo que continuará siendo una exitosa carrera.

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