Washington – El número de inmigrantes indocumentados que cruzaron a EEUU por la frontera de México y fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza descendió en junio en relación con los meses de mayo y abril y se situó en 34,463 personas, según nuevos datos del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
Las cifras publicadas hoy representan un frenazo en la creciente llegada de indocumentados este año a EE.UU., una tendencia que ha despertado las alarmas sobre la posibilidad de que se repita una crisis migratoria como la del verano de 2014, cuando miles de niños, la mayoría centroamericanos, cruzaron solos la frontera.
No obstante, a pesar de la tendencia a la baja, las alarmas sobre la posibilidad de una nueva oleada de inmigrantes indocumentados no queda del todo mitigada, pues las cifras de junio de este año (34.463 detenciones) son mayores que las del mismo mes del año pasado, cuando se registraron 29.303 aprehensiones.
De las 34.463 detenciones llevadas a cabo en junio, el Departamento de Seguridad Nacional especificó que 4.809 corresponden a menores que cruzaron la frontera sin ningún acompañante, mientras que otros 6.633 inmigrantes indocumentados viajaban dentro de una unidad familiar cuando fueron arrestados.
Según los datos del Gobierno de EE.UU., las aprehensiones de junio son menores a las 40.349 detenciones de mayo y las 38.088 de abril, unas cifras que supusieron un pico en la llegada a Estados Unidos de inmigrantes, que en parte huyen de la violencia y falta de oportunidades de El Salvador, Guatemala y Honduras.
«Somos conscientes de que las condiciones en Centroamérica empujan a muchos a huir de la región en busca de una vida mejor en EE.UU.», subrayó en un comunicado el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, que en mayo viajó a El Salvador y Honduras para reunirse con los líderes de esos países.
«Reconocemos la necesidad de proporcionar (a los centroamericanos) una ruta alternativa y segura a nuestro país y sabemos que muchos de ellos deben ser considerados como refugiados», añadió Johnson.
El secretario puso de ejemplo el programa lanzado hace más de un año por el Gobierno del presidente de EE.UU., Barack Obama, para permitir a ciertos padres, que residen de forma legal en el país, solicitar para sus hijos el estatus de refugiado con el objetivo de que puedan reunirse con ellos.
El plan pretende ser una alternativa al peligroso viaje que muchos niños emprenden solos a través del desierto, cruzando ríos y a veces bajo la custodia de «coyotes» (traficantes de personas).
Hasta ahora, el Ejecutivo ha aceptado las solicitudes de 9.216 niños y 2.297 han sido aprobadas, de forma que algunos han recibido el estatus de refugiado, lo que les permitirá en el futuro acceder a la tarjeta de residente permanente («green card»), mientras que otros solo han podido entrar a EE.UU. de manera «condicional».
Ese estatus «condicional» les permite acceder a Estados Unidos por tiempo determinado -dos años con posibilidad de renovación en la mayoría de los casos-, pero no les proporciona una vía hacia la residencia permanente.
Hasta ahora, el proceso para acoger a los niños centroamericanos había sido largo debido al complicado proceso burocrático que requiere el programa de refugiados.
«Reconocemos que la solución definitiva es una inversión a largo plazo en Centroamérica, para hacer frente a las condiciones que allí subyacen», reconoció Jhonson.
En febrero pasado, Obama solicitó al Congreso una partida de 750 millones de dólares de ayuda a Centroamérica dentro del presupuesto de 50.100 millones para el año fiscal 2017 (del 1 de octubre de 2016 al 30 de septiembre de 2017).
Esos 750 millones se sumarían a los otros 750 millones aprobados por el Congreso en diciembre pasado para afianzar el fortalecimiento institucional de los países de origen del mayor grueso de indocumentados, Guatemala, El Salvador y Honduras, que conforman el llamado Triángulo Norte de Centroamérica.
