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Autoridades responsabilizan a organizadores de «Loveparade» de tragedia

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Berlín – Las autoridades del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia salieron hoy al paso del cruce de versiones contradictorias sobre lo ocurrido en la «Loveparade» de Duisburgo y apuntaron directamente a sus organizadores como principales responsables de una tragedia con 21 víctimas mortales.
 

«La responsabilidad era los organizadores, por entrar en sus competencias todo lo relativo a los accesos al recinto», indicó el ministro de Interior regional, Ralf Jäger, para desgranar, junto al inspector jefe de la policía renana, Dieter Wehe, el catálogo de prerrogativas de seguridad que se incumplieron.

Los accesos al recinto dispuesto para la «Loveparade», la más multitudinaria fiesta «tecno» del mundo, se abrieron pasadas las 12.00 (10.00 GMT) con dos horas de retraso sobre lo previsto y para entonces ya se habían formado los primeros atascos, relató Wehe.

Se había estimado que el túnel tenía capacidad para permitir un flujo de 30.000 personas por hora, pero como consecuencia de lo anterior quedó abarrotado poco después de la apertura del recinto.

Llegaron así a juntarse hasta 20.000 personas a uno de los extremos del paso subterráneo, mientras crecía el nerviosismo y también la agresividad de los concentrados, prosiguió Jäger.

Pese a esa situación, la organización no alertó a la policía del atasco existente dentro y en los extremos del túnel hasta las 15.30 (13.30 GMT), lo que imposibilitó una acción rápida ante una situación que ya escapaba al control del personal de seguridad privada contratada por Lopavent, la empresa organizadora.

La primera llamada de auxilio a la policía advirtiendo que había víctimas en una de las rampas junto al túnel no llegó de los organizadores, indicó Wehe, sino de uno de los presentes.

La comunicación entre organizadores, servicio privado de orden y policía fue, en definitiva, más que caótica.

A ellos se sumó que la organización, vista la situación, optó por levantar algunas vallas para posibilitar el paso de ambulancias, lo que derivó en nuevas avalanchas para tratar de salir por ahí.

«Las vallas hicieron que muchos tropezaran y cayeran al suelo», relató el policía. Fruto de esa situación, según esos informes, murieron 14 del total de 21 víctimas mortales.

Jäger hizo hincapié en que tales conclusiones deben tomarse aún como «provisionales», que las investigaciones están aún en curso y la fiscalía no ha cerrado tampoco sus diligencias.

Pero queda claro que, hasta donde se sabe, Lopavent no cumplió con las prescripciones establecidas para esa gran concentración.

El ministro, del Partido Socialdemócrata (SPD), advirtió una y otra vez de ese carácter «provisional» de su informe, que dijo se había decidido presentar como «solución de compromiso» entre el obligado secreto de sumario y el lógico interés de los medios y la ciudadanía por saber qué ocurrió.

La conferencia de prensa fue convocada después de que ayer la primera ministra del «Land», Hannelore Kraft, diera a conocer los resultados de las autopsias sobre las, hasta entonces, 20 víctimas mortales, y explicara que todas habían muerto aplastadas.

Esta misma mañana, la fiscalía informó del fallecimiento de la que ha sido la víctima número 21, una alemana de 25 años, mientras 25 del total de 511 heridos siguen ingresados en el hospital.

Las autoridades regionales tomaron así las riendas, después de que en los días pasados se hubiera desatado un cruce de acusaciones entre organización, policía y alcaldía de Duisburgo.

Rainer Schaller, propietario de una cadena de clubes de fitness y de la empresa Lopavent, ha rechazado toda responsabilidad en lo ocurrido y afirmado que la policía no atendió a tiempo las llamadas de alerta de su organización.

El alcalde de la ciudad, Adolf Sauerland, por su parte, salió al paso desde el «Rheinische Post» -periódico local- a informaciones de grandes medios -«Spiegel» y «Süddeutsche Zeitung»- apuntando a qué desoyó las advertencias de la propia policía contra la celebración de la fiesta en la ciudad.

La versiones contradictorias de lo ocurrido han sido la tónica estos días, mientras crece la indignación entre la opinión pública.

Sauerland no acudirá al oficio fúnebre del sábado en la Salvatorkirche de Duisburgo, por razones de seguridad, después de que el pasado domingo sufriera un conato de agresión al visitar el lugar de la tragedia. Según «Rheinische Post», el alcalde ha recibido amenazas de muerte.

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