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Autismo, violencia y confrontación se imponen en elecciones primarias

Tegucigalpa.- El proceso electoral primario que vivirá Honduras el 30 de noviembre se caracterizará nuevamente por dos factores que han estado presentes a lo largo de las campañas políticas hondureñas: la confrontación intrapartidaria y un autismo ante la falta de propuestas que los aspirantes políticos prefieren sustituir por canciones acompañadas de música pegajosa, en el mayor de los casos.
 

Un tercer factor se ha sumado a la actual campaña y es el de la violencia seguida de asesinatos. Las últimas ejecuciones de aspirantes políticos, especialmente en el gobernante Partido Liberal, no dejan de ser preocupantes en tanto las autoridades continúen dando tumbos sin identificar las causas ni los responsables, generando así un clima de incertidumbre y temor que puede afectar negativamente el desenvolvimiento del proceso.

Ese tipo de violencia electoral que está empañando lo que debería ser una fiesta cívica de altura y propuestas en Honduras, no deja de inquietar si se toma en cuenta que las campañas políticas violentas de antaño que caracterizaron el país, fueron desapareciendo a medida que se fortalecían los espacios democráticos y la clase política intentaba dejar de lado los discursos virulentos que encendían los ánimos entre el electorado.

El asesinato de un vicepresidente alterno del Congreso Nacional, de un aspirante a alcalde, entre otros, son indicativos de que algo está pasando a lo interno de los partidos políticos, que se resisten a democratizarse y a modernizarse, confiados en que la población les dará el voto cada cuatro años, aunque no presenten alternativas de solución y mucho menos propuestas.

Es así que en este proceso electoral primario, donde realmente se debe elegir a los que serán los candidatos más idóneos de cara a los comicios generales de 2009, el autismo político nuevamente se hizo presente: no existen propuestas serias sobre los grandes problemas del país ni las reformas sociales que indiquen el camino a seguir en los próximos 20 o 50 años.

Canciones por propuestas

Los precandidatos políticos se han centrado en ofrecer las mismas acciones trilladas de siempre ligadas a la educación, salud, vivienda, empleo, seguridad y productividad. Todos, sin excepción, aseguran que esas serán sus líneas de trabajo bajo la visión primitiva y simplista de siempre: más casas, más pupitres, más escuelas, más hospitales, más bonos, más armas y más policías, menos violencia doméstica, comida para los ancianos en los asilos, cero niños y niñas en la calle, trabajo en el campo y cualquier cantidad de ofertas electorales que se vengan a su imaginación, mismas, que ante la primer pregunta seria de cómo hacerlo, los hace enredarse y tambalear.

El ejemplo más típico es el tema migratorio. Su oferta ante el problema se centra en asegurar su permanencia en el extranjero para que vengan más remesas y fortalezcan la economía, pero son incapaces de dar lineamientos sobre estrategias y acciones a seguir para impedir que un hondureño u hondureña abandone el país porque no hay oportunidades ni incentivos. La oferta política parece estar centrada en que se vayan, porque aquí tampoco se les quiere. En el análisis de sus discursos, ese parece ser el mensaje.

Siguiendo con ese autismo, ninguno de los precandidatos a la presidencia, a la figura de designados presidenciales, y mucho menos las diputaciones, se han querido referir con sustancia al efecto que la crisis financiera internacional tendrá para el país, prefieren reemplazar esas ofertas por los slogan de campaña como: “Honduras quiere que le den un piquito”, “Llegó tu papi chulo”, “Tus manos son mis manos”, “Vota por la Potranca ”, “El hombre del Bigote”, “Liberal de corazón”, “A Elvin quiero”, “Cambio Ya”, “El verdadero cambio”; “El Ya no vive sin el Ni”; “El de los chocoyos”, “Me llega”, “Noche clarita”, “La nueva diputada”, entre otros, incluyendo los trabalenguas.

Los mensajes de algunos de los precandidatos a diputados incluso se orientan a revivir etapas superadas por el país, en tanto otros se promueven como proxenetas sin saberlo.

Todos hicieron uso de su ingenio, pero ignoraron lo que apuntan los últimos estudios sociales y científicos, en el sentido que Honduras no ha entrado aún todavía en su fase de consolidación y de legitimidad social. La ciudadanía exige más, y si bien apuesta por la democracia como la mejor forma de gobierno, no está contenta con lo que esa democracia le ofrece y no dudaría en dar “plenos poderes” a una sola persona para “ordenar” el país.

Virulencia liberal versus silencio nacionalista

En materia de confrontación, la mayor virulencia se refleja en el gobernante Partido Liberal, a la cabeza de su vicepresidente, Elvin Santos, quien en cada declaración que hace sobre su inhabilitación para aspirar a la presidencia, muestra algo así como “el cobre” del que está hecho. Sus ofensas van en ascenso y parece tener dos frases que le fascinan: cuartos oscuros y grupos de poder, sin percatarse que él viene y es producto de ambas cosas.

Su rival, Roberto Micheletti, presidente del Congreso, no se queda atrás, pero ha intentado contenerse en sus ataques. Como un político que surgió a la palestra pública con la Constitución , hace más de dos décadas, Micheletti parece entender mejor, desde su visión de cacique, como “hablar con el poder”, se ha acercado al presidente Zelaya, y corren los rumores de pactos, al margen de que las encuestas le favorezcan o no. Él también tiene “su cobre”.

La sorpresa del proceso, ha sido el candidato liberal Eduardo Maldonado, periodista y religioso que haciendo uso de esos elementos de vital importancia en la vida de un país, se ha querido vender como una especie de “líder mesiánico”, pero débil en su discurso, su propuesta e incluso en su oferta electoral. Maldonado hace mucho hincapié es ser “ungido” de Dios y ha venido a poner el color a la campaña liberal.

En este proceso, los liberales se han caracterizado por competir con “candidatos prestados” a los cuales no se les conoce cómo piensan, mucho menos ofertas y propuestas que indiquen su representatividad. Su escogencia se ha centrado en dos cosas: amistad y cónyuge, pare de contar.


El partido Nacional, esta vez parece que apostó a la no confrontación abierta como en el pasado. Los movimientos más fuertes recaen en las figuras de Porfirio Lobo y Mario Canahuati, antes compañeros de fórmula durante la campaña pasada, ahora contendores.

Canahuati, a quien también le gusta hablar de “grupos fácticos de poder”, ignorando que él los encabeza, inició su campaña con una confrontación muy agresiva que no le generó mayores simpatías, especialmente a lo interno de su partido, donde el llamado “voto duro” es menos volátil que en el caso de los liberales.

Porfirio Lobo, se ha centrado más en llamar a la unidad partidaria, y si bien es el único de todos los precandidatos que ha expresado su interés en desarrollar un Plan de País, se ha quedado tímido en su propuesta, se ha centrado más en querer borrar la imagen de autoritarismo que dejó en la campaña pasada. Según las encuestas, concentra la mayor fuerza en su partido.

Aunque legalmente no han sido inscritos por el Tribunal Supremo Electoral, al proceso primario de las elecciones se sumó el izquierdista partido de Unificación Democrática (UD), más dividido que de costumbre y sorprendiendo por la agresiva y constante campaña publicitaria en todos los medios de comunicación. De acuerdo a Tribunal Electoral, la UD no fue inscrita por no tener con quien competir, pero ellos aducen que igual harán sus internas porque así lo demandan sus estatutos.

Elecciones sólo para los “duros”

Las elecciones primarias pondrán a prueba que tan fuerte se encuentra el bipartidismo político que caracteriza a Honduras desde la segunda mitad de los 1870s, exceptuando los períodos en que gobernaron los militares. En una democracia con un alto grado de madurez política, estas serían las elecciones más importantes a las cuales deben acudir todos los hondureños registrados en el Censo Electoral, un poco más de cuatro millones.

No obstante, Unificación Democrática (UD), más dividido que de costumbre como un hecho más de autismo, la clase política hondureña agrupada en el bipartidismo, se ha centrado, junto al Tribunal Electoral, en recalcar que a este proceso sólo acude el “voto duro” de los partidos, de ahí que no es extraño que las campañas políticas se hayan centrado en cerrar filas sobre este tipo de electores, dejando de lado al voto independiente, el gran elector en los procesos generales.

Será en los comicios generales del 2009, donde los electores hondureños indicarán si aprendieron a “votar” o a “elegir”, ó por el contrario, ratifican la tendencia de abstencionismo electoral de más del 40% que caracterizó a las elecciones pasadas, donde el actual gobernante obtuvo su triunfo apenas con un 24 por ciento de respaldo del electorado, el más bajo desde el retorno a la democracia.

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