París – El consorcio europeo Arianespace está realizando verificaciones para programar la próxima noche el lanzamiento aplazado de su cohete Vega, que se abortó la madrugada de este sábado cuando estaba preparado desde la base de Kurú, en la Guayana francesa.
Arianespace explicó este sábado en un comunicado que se están llevando a cabo «comprobaciones adicionales» para que el nuevo intento de lanzamiento de Vega se produzca a la 1:36 GMT, es decir, justo 24 horas después del primero.
La operación se paralizó, según la escueta explicación del consorcio europeo, «debido a una medición ligeramente por encima de su umbral máximo durante la cuenta atrás».
En cualquier caso, insistió en que tanto la lanzadera como los dos satélites de observación de la Tierra y el resto de las cargas útiles de la misión «se encuentran en condiciones estables y seguras».
Esos dos satélites son, el Theos-2, para la Agencia Tailandesa de Desarrollo de Geoinformática y de Tecnologías Espaciales (Gistda, por sus siglas en inglés) y el Formosa-7R/Triton, de la Agencia Espacial de Taiwán (TASA).
El primero, fabricado por Airbus, está concebido para ofrecer imágenes con una resolución de 50 centímetros en el suelo y complementar las informaciones que ofrece Theos-1, lanzado en 2008 también para Tailandia.
El Formosat-7R/Triton dispone de un sistema de reflectometría que le permite captar señales que se reflejan en la superficie del mar y que se utilizarán para calcular los vientos en los océanos y así ayudar a prever la intensidad y la trayectoria de los ciclones.
Además, la misión VV23 de este cohete Vega incluye igualmente una carga una decena de minisatélites, entre los que hay tres de un programa de demostración dirigido por el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de España (INTA) y la Comisión Europea para monitorizar las aguas interiores de la península Ibérica, y en concreto las de los embalses y pantanos.
De acuerdo con los planes de Arianespace, la de este fin de semana debe ser la penúltima de un Vega en su versión inicial, en espera de que entre en servicio su sucesor, el Vega-C, algo que no ocurrirá hasta finales de 2024, tras los retrasos acumulados después del fracaso de su primera misión comercial el pasado mes de diciembre.
Los problemas para la estrategia espacial de los europeos no se limitan a este pequeño cohete. Su programa para el Ariane 6, que va a suceder al Ariane 5 (del que ya no queda ninguno ni se van a fabricar más) sufre también grandes retrasos y no se espera el primer lanzamiento hasta una fecha todavía no determinada el año próximo.
A eso se añade el hecho de que la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 condujo a la ruptura de la cooperación entre Arianespace y Moscú en las lanzaderas, de forma que las Soyuz rusas ya no operan desde Kurú y el consorcio no tienen por ahora una solución de recambio para ofrecer a sus clientes con los que tiene comprometidas la puesta en órbita de satélites.
La misión del último Vega clásico, cuyo vuelo inaugural tuvo lugar en 2012, está programada en el segundo trimestre de 2024. EFE