San Pedro Sula –Ariana Reyes es una joven de 16 años de edad que estudia en la Escuela Internacional Sampedrana. Ella representa el pensamiento, la esperanza y el compromiso de jóvenes hondureños que desde ámbitos diversos muestran su amor por Honduras.
Ariana iniciará este agosto su 11 grado en la escuela, en breve conversación con Proceso Digital nos comenta que su visión de servicio y el gusto por la escritura le han acompañado desde muy niña.
“Desde pequeña me ha gustado escribir y lo he tomado como una forma sutil para comunicarme y transmitir mis pensamientos” dice para luego expresar su preferencia en la lectura por Miguel de Unamuno.
Compartimos con nuestros lectores este especial escrito de Ariana:
Tu: La Mejor Marca País
Por: Ariana Reyes
En un país subdesarrollado donde la violencia, la corrupción, y la pobreza son temas altamente reiterados, suele perderse la esperanza en los corazones de aquellos que verdaderamente anhelan contribuir en el desarrollo del país.
Duele admitir que Honduras esta puesta bajo esta categoría, pero duele más que sus habitantes no deseen rescatarla. Diariamente, se escuchan las quejas y los lamentos de personas que han sido víctimas de asaltos, robos, falsificaciones, violaciones, entre otros; y entristece el hecho que estos acontecimientos sean vistos, y hasta aceptados con naturalidad.
Con frecuencia, me hago la pregunta, ¿desde cuándo estos sucesos son vistos comúnmente? ¿En qué momento esta serie de crímenes triunfó ante la dignidad humana, la prudencia, y la honradez? Temo decir que hasta cierto punto, estas circunstancias se han convertido en nuestra identidad nacional.
Consulté con diferentes personas de diferentes edades su opinión acerca de nuestra patria. Paradójicamente, los comentarios de las personas extranjeras demostraron mayor apreciación hacia Honduras en comparación a los locales.
Me cautivó mucho el hecho de que la mayoría de los hondureños se expresaron brevemente y la palabra “pero” nunca se ausentó en ninguna de estas perspectivas.
Noté, asimismo, la similitud y el parentesco entre los criterios al escuchar respuestas tales como, “es muy bonita, pero la violencia la arruina” y “tiene potencial pero la corrupción la detiene.”
Y, ¿acaso la palabra “pero” no significa limitación? ¿Acaso los limites no son divisiones? Y, ¿si factores tales como la corrupción y la violencia nos separan del progreso? Debo argumentar que elementos como los que fueron mencionados anteriormente no se categorizan como limites, ya que son elementos capaces de ser dominados, o incluso erradicados, con empeño por parte de la población.
Cuestiono constantemente, ¿por qué nosotros, hijos de Honduras, no podemos amar a la patria incondicionalmente tal como lo hacía en su tiempo el joven poeta hondureño Juan Ramón Molina? ¿Por qué nosotros no podemos restaurar el orgullo nacional, así se puede reconstruir Honduras con el apoyo y cooperación de cada uno de sus habitantes.
Es necesario decir que donde abunda el subdesarrollo, sobre abunda la oportunidad. No solo consiste en aparentar y mostrar una imagen decente, sino en representar. Los ciudadanos poseemos la obligación y el deber de resucitar a nuestra patria aportando a un nivel excepcional, lo que cada uno ha de ofrecer.
Así, hemos de restaurar el orgullo de Honduras, convirtiéndonos en embajadores con el propósito de alzar al país en toda área posible. De nosotros depende que marca queremos ser.
