spot_img

AMLO

Por: Luis Cosenza Jiménez

El domingo 1 de julio México celebró elecciones para más de tres mil cargos públicos, incluyendo la presidencia de la República. 

El candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO por las iniciales de su nombre, obtuvo una resonante victoria.  En la contienda participaron cuatro candidatos y aún así AMLO capturó más del cincuenta por ciento del voto y logró vencer por más de veinte puntos porcentuales al candidato que se ubicó en segundo lugar.  Al parecer, el partido de AMLO también tendrá mayoría absoluta en el Senado y en la Cámara de Representantes.  Simple y sencillamente se trata de una excepcional victoria que coloca todo el poder político en manos de AMLO y pondrá a prueba la institucionalidad mexicana, particularmente la efectividad de los pesos y contrapesos.  Si esos no funcionan, AMLO tendrá poderes cuasi dictatoriales y todos sabemos lo que se dice del poder absoluto. Pero, ¿Qué significa esta victoria para México y para nosotros?  Analicemos la situación y veamos a que conclusiones podemos llegar.

Para comenzar, recordemos que México ha venido padeciendo durante años de violencia, narcotráfico, corrupción, pobreza y de una marcada desigualdad en la distribución del ingreso.  La población siente que los gobiernos no han podido hacer frente a estos retos y por ello han decidido brindar su apoyo a AMLO, quien se ha presentado como un recién llegado a la política, a pesar de haber sido Regente, es decir alcalde, del Distrito Federal y de haber sido candidato a la presidencia de la República en 2006 y 2012. Algunos comentaristas lo presentan como un populista de izquierda que ha sabido aprovechar la frustración y la desesperación de los mexicanos que han visto disminuido y dañado su nivel de vida en las últimas décadas.  AMLO ha ofrecido solventar los problemas que agobian a los mexicanos, aunque, como señalan los comentaristas, son propuestas han sido vagas y carentes de detalle.  Ahora vendrá la hora de la verdad.  AMLO ha recibido un fuerte mandato de la población, particularmente al brindarle control del Congreso.  Por tanto, no caben las excusas.  El tendrá que satisfacer las altas expectativas de quienes votaron por él, lo cual no será fácil.  De no hacerlo en un plazo razonable se desprestigiará y perderá a sus seguidores, lo cual generará un clima de desencanto e inestabilidad.

 Parte del reto consistirá en generar confianza para que el sector privado, que siempre ha visto a AMLO con mucha desconfianza, invierta en el país.  Sin inversión no habrá nuevos empleos, ni reducción de la pobreza.  La inversión aumentará, o disminuirá, dependiendo de lo que pase con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, NAFTA.  Como es sabido, el presidente Trump ha insistido en renegociar NAFT para que sea más “equitativo”, es decir para que Estados Unidos pueda exportar más a, e importar menos de, México y Canadá.  La tozudez de Trump dificulta mucho esta tarea y exige mucho pragmatismo y habilidad negociadora.  Si las negociaciones no llegan a feliz término en un plazo razonable, es decir, si se crea incertidumbre en cuanto a NAFTA, la inversión del sector privado caerá. Peor aún si como consecuencia del fracaso en la renegociación Trump impone nuevos aranceles a los productos exportados por México a Estados Unidos.  Todo esto incrementaría el desempleo en México, lo cual incentivaría la migración ilegal a Estados Unidos y podría también exacerbar la violencia.  Estados Unidos es la fuente de turistas y remesas y es además el destino del grueso de las exportaciones de México.  En condiciones normales, en presencia de un presidente ortodoxo en Estados Unidos, la tarea sería difícil.  En las condiciones actuales en las cuales hay que tratar con quien se considera dueño de la verdad y del poder absoluto, la tarea se torna monumental.  Si se parte de posiciones dogmáticas, si se abandona el pragmatismo, es probable que la situación de México se deteriore aún más.

Por otro lado, tradicionalmente México ha manejado su macroeconomía con prudencia.  El déficit fiscal, la inflación y la devaluación han sido relativamente controlados y han cimentado la estabilidad macroeconómica.  El reto ahora será cómo cumplir las promesas de campaña sin destruir esa estabilidad.  Si el gasto público es excesivo, si se aumenta considerablemente el déficit fiscal, entonces veremos un incremento en el endeudamiento, en la inflación y en la devaluación, con el consiguiente impacto en los bolsillos de la población.

Por lo pronto, los mercados han recibido con calma el triunfo de AMLO.  Hoy lunes, 2 de julio, la noticia es que el peso se ha fortalecido con respecto al dólar, producto de la aceptación del triunfo de AMLO por parte de quienes perdieron.  Al parecer, los mercados anticipaban que algunos de los perdedores podrían cuestionar el triunfo de AMLO, sumiendo al país en una incertidumbre política.  Al no haber ocurrido esto, los mercados reaccionaron positivamente.  Resta ahora ver como estos reaccionan frente a la integración del gabinete y de cara al comportamiento de AMLO en el período de transición. El mejor barómetro será la tasa de cambio. Si el nerviosismo se apodera de los mercados, el peso de devaluará rápidamente.

En cuanto a nosotros, me parece que el impacto será pequeño.  Si no se renegocia NAFTA es posible que algunas de las inversiones que se habían programado para México terminen trasladándose a nuestros países.  En cuanto a nuestros migrantes, si, como ha dicho AMLO, se les facilita el trayecto en México, probablemente crezca su número, a pesar de las políticas de Trump (que ya encaran un rechazo en el mismo Estados Unidos).  Tal vez el impacto más importante sea que nuestra clase política vea como la corrupción y el mal gobierno minan la confianza de los pueblos en los partidos políticos.  Si nuestra clase política entendiera eso entonces el triunfo de AMLO tendría un impacto positivo sobre nosotros.

Más de Luis Cosenza Jiménez

spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_imgspot_img