Alianzas y sus descontentos

Roberto Flores Bermúdez. Ex canciller

Las alianzas contribuyen al éxito de los intereses compartidos, por lo menos en una primera etapa. Sin embargo, con el paso del tiempo, se pueden generar profundas desilusiones. Si hubiese vaguedad en el acuerdo, cada quien lo interpretaría conforme le interese. De igual manera, en caso de que uno o varios de los aliados fuesen notoriamente manipuladores o engañosos, el arreglo causará considerable decepción. Al agregar a esta lista la probable incapacidad de una parte de cumplir con su cuota de compromisos, el arreglo también estaría condenado al colapso. Donde el engaño, la vaguedad o la incapacidad se hagan presentes, el descontento saldrá a relucir.

Esto no es novedad. La manipulación, la imprecisión y la ineptitud son desperfectos propios de la condición humana. Se han dado —en unas personas más que en otras— desde que el homo sapiens comenzó a dejar su huella. Han ocurrido y continúan dándose en las relaciones personales, en la política doméstica, y entre Estados. Veamos algunos ejemplos.

Hace dos milenios, la guerra del Peloponeso resurgió por la desconfianza entre dos bloques que habían conciliado la paz. En 430 a.C. la ciudad Estado griega de Atenas, con su expansionismo hegemónico, puso en precario el equilibrio concertado con la Liga espartana. Sobrevino el conflicto armado y, eventualmente, Atenas perdió hasta la virtud de su democracia. Predominó el afán del poder sobre el valor moral de la relación pactada.

El “beso de Judas” representa la traición a la doctrina de Jesús con la cual se identificaron sus discípulos. Pudo más el interés personal del pérfido.

En 2003 Estados Unidos de América formó la Coalición Multinacional en Iraq. Se invadió al país árabe bajo la supuesta existencia de armas de destrucción masiva. No había tales. Muchos de los Estados participantes quedaron defraudados.

A pesar de lo dicho, las alianzas pueden contribuir al éxito de intereses compartidos. Más aún si se conoce el comportamiento, la brújula moral y la seriedad de los interlocutores; se cuenta con objetivos precisos y compromisos claramente definidos; y cuando las capacidades de los aliados son complementarias e interdependientes.

Una alianza será tan eficaz como la condición de las partes que la integran. A componentes consecuentes, menos descontentos.

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