spot_img

Carta Encíclica del Papa Francisco

Roldán Duarte Maradiaga

Tegucigalpa. – La Carta Encíclica Fratelli Tutti, publicada el 3 de octubre de 2020, es la tercera encíclica del Papa Francisco, y está dedicada a la fraternidad y la amistad social. En apenas ocho capítulos y 287 numerales, aborda la urgencia de superar la cultura del egoísmo para construir un “nosotros” universal. Los ocho capítulos aludidos se refieren a lo siguiente:

1)      Nubes oscuras sobre un mundo cerrado: Describe los principales males de nuestro tiempo: inequidad, individualismo, populismos excluyentes, crisis migratoria y la pandemia de la indiferencia. Señala cómo estos fenómenos erosionan los lazos sociales y ahogan la esperanza.

2)      Un extraño en el camino: Tomando como modelo la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,25–37), Francisco invita a reconocer al “hermano” en todo ser humano, evitando actitudes de indiferencia, exclusión o instrumentalización de la persona.

3)      Pensar y gestar un mundo abierto: Propone repensar las estructuras políticas, económicas y culturales desde la lógica de la fraternidad. Aboga por una ciudadanía global que comparta bienes y oportunidades, y por un “pacto social” que asegure derechos y responsabilidades para todos.

4)      Un corazón abierto al mundo entero: Subraya la importancia del diálogo como vía para el encuentro entre culturas, religiones y diferentes visiones del mundo. El verdadero diálogo implica humildad, escucha activa y voluntad de cambiar.

5)      La mejor política: Destaca la política como forma alta de caridad, orientada al bien común. Critica la corrupción, el desprestigio de los servidores públicos y el protagonismo excesivo de los intereses económicos.

6)      Diálogo y amistad social: Insiste en el valor de la amistad social para tejer redes de solidaridad, especialmente con las personas más vulnerables: migrantes, presos, enfermos y pobres.

7)      Caminar juntos: Relaciona la fraternidad con el compromiso de todos en la construcción de la sociedad. Propone la educación y la familia como pilares para formar ciudadanos responsables.

8)      Religiones al servicio de la fraternidad en el mundo: Reconoce el papel de creyentes y comunidades religiosas en promover la paz y la justicia. Invita a la colaboración interreligiosa para afrontar desafíos globales.

En conjunto, Fratelli Tutti es un llamado urgente a derribar muros —físicos y mentales— y a cultivar una cultura del encuentro fundada en la dignidad humana, la solidaridad y el amor al prójimo.

Dado que el apretado resumen anterior, impide percibir en toda su riqueza el contenido de la encíclica papal, a continuación incluyo un par de citas textuales de la misma, con algunos comentarios que he juzgado pertinente incorporar.

El numeral 12 de la encíclica expone que: ““Abrirse al mundo” es una expresión que hoy ha sido cooptada por la economía y las finanzas. Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses extranjeros o a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países. Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único. Esta cultura unifica al mundo pero divide a las personas y a las naciones, porque «la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos»[9]. Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. Hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance de este globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes. De este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el “divide y reinarás””.

La soledad y el abandono de los ancianos es una cruel realidad en nuestra sociedad, donde únicamente se valora a la persona capaz de producir. Aunque aparentemente el ‘globalismo tradicional’ está llegando a su fin, está siendo reemplazado por otras formas de globalismo y regionalismo que también favorece a los poderosos.

En el numeral 14 de la encíclica, se nos hace una invitación: “No nos olvidemos que «los pueblos que enajenan su tradición, y por manía imitativa, violencia impositiva, imperdonable negligencia o apatía, toleran que se les arrebate el alma, pierden, junto con su fisonomía espiritual, su consistencia moral y, finalmente, su independencia ideológica, económica y política»[11]. Un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras. ¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción”.

Lo interesante consiste en que hoy día, las grandes palabras como libertad, democracia y bien común han perdido su verdadero significado, porque las élites incrustadas en el poder los manejan a su conveniencia, sin importar el daño que hacen a la sociedad y a su gente.

Los numerales 15 y 16 de la encíclica sostienen que: “La mejor manera de dominar y de avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación”.

Además: “En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra todos, donde vencer pasa a ser sinónimo de destruir, ¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para ponerse al lado del que está caído en el camino? Un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso”.

También a nivel nacional actualmente resulta difícil consensuar un ‘proyecto de país’ con grandes objetivos nacionales, porque en nuestro medio impera la intolerancia y el sectarismo político, que impide llegar a establecer metas comunes y propósitos mínimos, ya que se ha creado un clima de división que hace fracasar cualquier intento de unidad y concertación nacional.

En definitiva, Fratelli Tutti nos desafía a convertir la fraternidad en el fundamento concreto de nuestras acciones cotidianas. Nos llama a derribar barreras de egoísmo y miedo, a extender la mano al que sufre y a construir puentes de solidaridad más allá de los prejuicios. Al asumir este compromiso personal y colectivo, podremos edificar una sociedad más justa, inclusiva y esperanzadora, donde cada persona sea reconocida y respetada como hermano o hermana, sin excepción.

spot_img

Lo + Nuevo

spot_imgspot_img