Ciudad de México – Cómo colocar una silla para sentarse o pedir una quesadilla con o sin queso son actos cotidianos que definen el carácter o estado anímico, según expresa el escritor mexicano Luigi Amara en su ensayo ‘Fetiches ordinarios’, un recopilatorio de reflexiones sobre los objetos casi fantásticos que acompañan cada día.
“Hay algo muy importante en la corporalidad, todas las reflexiones que yo estoy haciendo son sobre el vínculo entre los objetos y nuestros hábitos. Investimos a los objetos de poderes como si fueran casi mágicos, por eso le quise poner extraordinarios, porque hay algo que trasciende la mera materialidad”, subraya Amara en una entrevista con EFE.
Para realizar este texto con tintes filosóficos, Amara intentó que los elementos o piezas en este ensayo publicado por Random House fueran universales, que pudieran estar en España o en Italia, donde tiene familia.
A pesar de que en la lista se cuelan objetos muy mexicanos como el molcajete, un mortero tradicional de piedra, el ensayista trata que no sea una selección “excéntrica” suya, porque “uno puede tener cosas raras en su casa”.
Estos cuerpos “revestidos de pasión y fantasmagorías” son capaces de cambiar totalmente la actitud de las personas o de definir cómo será el día, porque al final se convierten en “hábitos y costumbres”.
“Una silla es un comportamiento que determina nuestra relación con el espacio: ¿Cómo vamos a pasar el día en un lugar sin sillas? Nos desconcierta si entramos a una sala de conferencias y no hay. Pensamos que algo raro está pasando ahí (…) Esto determina de una manera, incluso instantánea, el devenir de las relaciones humanas”, sostiene el escritor.
Aunque el también dibujante destaca la importancia de lo físico, reconoce que en la rutina de la gente cada vez se infiltra más lo inalámbrico, ‘gadgets’ y pequeñas cosas que en realidad “no existen, son una utopía”.
Por ejemplo, explica, cambiar los libros por una tableta electrónica provoca que “no haya fricción o interacción, que la pasión en última instancia quede como un sueño descorporizado, como una ilusión”.
La pérdida de contacto con lo material es cada vez más latente, argumenta Amara, quien observa cómo los jóvenes no tienen objetos, y viven en “minimalismo y estética limpia”, en un “despojamiento” al que considera de alguna manera “ficción”.
Librero de textos y de objetos
Esta relación con los libros parte de su segunda pasión, pues los fines de semana el ensayista trabaja en una librería de viejo de Ciudad de México, donde recoge y ordena pensamientos u obras que han definido a la sociedad actual, un espacio en donde le sobra el tiempo para convivir con los objetos que le rodean.
“(La reflexión) viene del momento de pausa, cuando estás incluso desprevenido, no de estar usando, por ejemplo, una mesa”, añade sobre su proceso creativo acerca de los objetos y sus cavilaciones.
Ese poso e ideas que aparecen en un ensayo no se concluyen “nunca”, confiesa, “porque un lector está siempre interpretando”.
Por lo tanto, para Luigi Amara sus obras no intentan llegar a la conclusión, sino al mero “proceso de pensar”.
Respecto al auge del género literario que practica, el librero con fetiches sobre los objetos señala a los lectores: “Están un poco fastidiados con que todo sea como una novelita ligera que al rato se te olvida” y al consiguiente hartazgo que puede provocar la ficción. EFE