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La confrontación mundial a la que nos están llevando las potencias hegemónicas no tendrá precedente en la historia. Los aranceles que se anuncian terminarán sin duda ocasionando un daño irreparable en los estómagos de la población, obvio, a unos más que a otros. Al final, quien paga las malas decisiones y administraciones públicas, impulsos y alocados arranques emotivos, es el consumidor final, que en este caso, somos los que solo consumimos y no producimos lo que necesitamos por la mínima subsistencia. Las disposiciones y amenazas de un lado y de otro, es que si me dan, doy, y si me quitan, quito. En este sentido, esta guerra comercial, nos llevará de encuentro a todos. La precariedad y vulnerabilidad de los países mas pobres, son siempre los perdedores y los más postergados, por ende sus asentamientos humanos ya sean urbanos o rurales.
Hace muchos años, se decía que la gripe de Estados Unidos, era la pulmonía de nosotros, hoy ya no solo estornudan los gringos, también lo hacen los chinos, y estos últimos, según se dice no son segundones, al parecer y cierto de verdad son los dueños del mundo. Esta guerra comercial no deja nada que no sea afectado desde donde lo miremos, ni las redes sociales se salvan, ya lo vimos hace escasamente unos días. En pocas palabras, son intereses particulares, los que se juegan en este tipo de conflictos. Las guerras comerciales vienen registrándose de comienzos del siglo XX, y siempre han sido impaces y retrocesos para el desarrollo de los países involucrados. Es decir, que en los últimos cien años, la palabra clave ha sido ARANCELES, y las CUOTAS de IMPORTACIONES, ya sea que suben o bajan, según sea los acuerdos a los que llegan las partes confrontadas. También en relación a las cuotas de importaciones es o son las restricciones que le ponen a uno o más productos al momento de importarlos.
Los productores a gran escala en este momento pasan por momentos críticos, ya que la imposición de elevados aranceles, predispone a la gente a la compra o venta de lo que importan o exportan. Cómo según se dijo anteriormente, en una guerra comercial no hay ganadores, todo lo contrario, hay un problema generalizado y es que son afectados los bolsillos de los consumidores finales. Lo que existe en el fondo de una guerra comercial es la muerte de los estómagos que dejan de ser alimentados debido a la ausencia de productos comestibles básicos pero necesarios para la sobrevivencia. La OMC, es la Organización Mundial del Comercio, encargada de normar y regular las relaciones comerciales entre los países, teniendo en cuenta sus alcances y situaciones previsibles. Los acuerdos son muy importantes en la OMC, de tal manera que hay votaciones entre los miembros de los órganos deliberativos de la organización. No obstante, se ha demostrado que siempre los poderosos son los que imponen las condiciones de intercambio, ponen los estándares y los controles de calidad óptimos de los productos que compran y que venden.
Las consecuencias de una guerra comercial son inimaginables ya que si un país le vende a otro productos y a estos le ponen un arancel elevado, tiene dos salidas, la primera es asumir el arancel para seguir vendiendo, o en su defecto, es trasladarlo al estómago de quienes lo consumen, que es lo que generalmente ocurre, por lo tanto, una guerra comercial mata economías y por ende termina con los estómagos de los consumidores finales. Resulta ser una especie de acción-reacción-acción-reacción y así hasta que se llega a negociaciones entre los países en contienda. Entre más necesario y escaso es un producto, es decir abundante para el país que lo tiene o produce, escaso y necesario para el país que no lo tiene, así de esta manera, será el estira y encoge en la obtención de ese producto. Dicho lo anterior, no nos conviene ningún tipo de guerra comercial, y, es la opinión de los profesionales y expertos en las Ciencias Económicas. Ante todas las amenazas y ya acciones tomadas que orillan a unos y a otros a anunciar los elevados aranceles, se debe respetar y dialogar para llegar a acuerdos y a consensos por el bien de la economía global.
Cómo reflexión final en este artículo.Ni el Presidente de Estados Unidos ni el de China, Trump y Jinping, aún cuando está en sus manos hacerlo, no deben enfrentarse a una guerra comercial, la cual nos llevaría a la debacle y a consecuencias desastrosas para la economía local y global, la cual terminaría matando los estómagos de millones y millones de seres humanos que queremos seguir viviendo, pese a las limitaciones y carencias de las que ya gozamos, sin embargo, queremos seguir viviendo en este Planeta aún así depredado por nosotros mismos, pero al fin, aún vivible si lo cuidamos. No a la muerte de los estómagos a causa de una guerra comercial de alcance mundial, lo cual sería solo una demostración de quién es más poderoso, con consecuencias funestas y repercusiones que durarían décadas para recuperar confianza, estabilidad, inversión, seguridad, desarrollo humano digno, y sobre todo el restablecimiento de relaciones diplomáticas enmarcadas en el buen trato y el respeto entre las potencias económicas enfrentadas. Mientras nosotros en Honduras discutimos temas periféricos, de poca importancia, viviendo de acusaciones, demandas y desacreditaciones de todo tipo, en los niveles y fuerzas poderosas económicas mundiales se ciernen amenazas de una guerra comercial que nos dejaría en la más absoluta desventaja y en la más profunda desgracia económica que desembocaría en los consumidores finales, lacerando no solo el bolsillo, sino que dejaría además los estómagos vacíos, terminando literalmente en muerte.