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«Dios es nuestra esperanza hoy y siempre» se debe procurar el bien común: padre Carlos Rubio

Tegucigalpa- En su mensaje de Navidad, el sacerdote católico Carlos Rubio reflexionó sobre el significado profundo de esta celebración, destacando que «Dios es nuestra esperanza».

Rubio recordó que en pocas horas el Papa Francisco abrirá la puerta de la Basílica de San Pedro para dar inicio al Jubileo del Año 2025, cuyo lema es “Él es nuestra esperanza y somos peregrinos de la esperanza”.

El sacerdote enfatizó cómo la Navidad nos invita a reflexionar sobre las dificultades de la humanidad, como la pobreza, la enfermedad y la desesperanza, y cómo Dios, al encarnarse en Jesús, asumió toda la condición humana, salvo el pecado. «El Todopoderoso nació en un pesebre, necesitado de los brazos de unos padres amorosos como María y José, y murió en la cruz despojado de todo incluso de su vestidura. Esto nos enseña que nos enriquece con su pobreza», afirmó.

El padre Rubio destacó que el primer acto de solidaridad con la humanidad vino del Redentor Jesucristo, quien busca no perpetuar la miseria, sino enriquecernos con su amor y gracia. «La Navidad nos recuerda abrir el corazón para que se convierta en un nuevo pesebre donde nazca el Redentor del mundo», añadió.

El mensaje también subrayó que cerrar el corazón a Dios implica cerrar la oportunidad de transformación y gracia, mientras que abrirse a su amor infinito permite compartir perdón, reconciliación y generosidad. Rubio llamó a dejar de lado la ambición, la avaricia y el egoísmo, y a centrarse en los valores que enriquecen al ser humano.

Un llamado a las autoridades y a la sociedad hondureña

El sacerdote hizo un llamado especial a las autoridades hondureñas, instándolas a trabajar por la justicia social y la dignidad de las personas. «Cada hondureño merece una vida digna, un hogar digno. Si tenemos como prioridad el bien común, no hay duda de que el país cambiará», subrayó.

Rubio recordó que el poder debe utilizarse para servir y buscar el desarrollo integral de las personas, dejando de lado los intereses egoístas o de grupos. «El mal no trae nada bueno, lleva a la miseria. La conversión debe ser ahora, no se puede postergar el cambio. Si las cosas no se han hecho bien, es tiempo de reorientar las fuerzas», puntualizó.

Finalmente, el sacerdote instó a los hondureños a ser instrumentos de Dios para transformar la sociedad, practicando el bien y dejando de lado todo aquello que no dignifica como personas. «Comencemos el año con nuevos proyectos, metas y deseos, pero sobre todo con un corazón engrandecido por el bien común y la esperanza», concluyó. LB

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