Mesa (EE.UU.) – A un día del maratón electoral que cambiará la historia de Estados Unidos, cerca de cuarenta voluntarios se preparan para dar una de las últimas barridas puerta a puerta para agitar el voto entre la comunidad latina en Arizona, uno de los siete estados clave en estos comicios.
«Hago esto por mis padres, a ellos les costó mucho dinero la ciudadanía estadounidense como para ahora negarnos a votar», dice a EFE Ana Holqin, una de las voluntarias de Poder Latinx, organización dedicada a movilizar a los electores registrados en el decisivo condado de Maricopa, donde el 31,8 % de habitantes son hispanos.
Nacida en México y criada en Phoenix desde los tres años, Holqin se ha dedicado en las últimas dos semanas a llamar sin descanso a cientos de puertas para involucrar a gente como ella, latinos cuyos padres migraron a EE.UU. en busca de una mejor vida y cuyo voto puede abrir o cerrar derechos tan fundamentales para la comunidad como las protecciones migratorias.
Sus seis hijos se encuentran divididos: su hija mayor tiene claro su apoyo al exmandatario republicano Donald Trump; su único hijo votará por la demócrata Kamala Harris y su hija pequeña, de 19 años, ejercerá su derecho por primera vez tras la insistencia de su madre.
«Le dije: al fin y al cabo es tu futuro el que está en juego en estas elecciones», y así fue como logró convencerla para que pasara una jornada con ella colaborando en el llamamiento puerta a puerta, donde ha conectado tanto con votantes que le enseñaron el poder de las urnas como con gente que ansía votar pero no puede.
No importa a quién, solo vota
Erick Abarca, por su parte, lleva desde 2016 promoviendo el registro de votantes en Arizona, donde hay poco más de dos millones de latinos. Nacido y criado en Phoenix, procedente de una familia mexico-estadounidense, ha recorrido de punta a punta Maricopa para concienciar sobre la importancia del voto.
En su recorrido este lunes por la localidad de Mesa, colindante a Phoenix, Abarca se acerca al hogar de un joven de 24 años para preguntarle si ya ha depositado su papeleta por anticipado o si dispone de todos los documentos necesarios para votar en persona este martes.
«No se encuentra en casa ni tampoco tengo claro a quién quiere votar», dice su madre, Stephanie Max, asomada al otro lado de la verja mientras controla el ladrido de sus perros. «Pero yo sí: votaré por Donald Trump», continúa esta mujer que ha apoyado al magnate neoyorquino desde que se presentó a la presidencia por primera vez en los comicios de 2016.
La cuestión migratoria en el estado es lo que más le preocupa: «Muchos inmigrantes tienen atención gratuita mientras mi sobrina, que reside legalmente aquí, no puede recibir atención médica, y eso no es justo», dice a EFE.
Con el tema del aborto, otra punto de inflexión que divide a demócratas y republicanos, se muestra más ambigua: «No estoy a favor, pero que cada quien decida lo que crea», agrega. En Arizona se puede abortar hasta las 15 semanas de gestación.
Los votantes demócratas, entre el miedo y la esperanza
La jornada se estira hasta por 12 horas, desde el amanecer al anochecer, a medida que se acerca la fecha clave para acudir a las urnas y aunque van a hasta 70 casas por día, la mayoría de los hogares o no abren o afirman haber votado por correo.
Entretanto, un aura de miedo y entusiasmo a partes iguales se extiende entre los voluntarios mientras realizan sus jornadas llueva, truene o bajo un sol de justicia.
Es el caso de Rachely Pérez, una joven voluntaria que acude al llamado de puerta por puerta asustada por cuestiones como la posible victoria de Trump, quien ha amenazado con una deportación masiva de indocumentados si es reelegido.
Otras como Fiona Damacio muestran, por el contrario, su entusiasmo por poder participar por primera vez en unos comicios tan ajustados y no tiran la toalla: esperanzada, considera que su voto «puede reflejar un cambio» no solo en Arizona, sino en EE.UU.. EFE
(RO)