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Justicia para Sonya Massey: debemos continuar pronunciando su nombre

Amy Goodman

Se fue julio, un mes que ha conmocionado el panorama político estadounidense. El mes se destacó, también, por eventos que suponen importantes progresos para las mujeres negras en Estados Unidos, pero también los constantes peligros que estas continúan enfrentando.

Un indicio de progreso es la posibilidad de que Kamala Harris se convierta en la primera mujer negra y la primera persona de ascendencia sudasiática en ser candidata presidencial de un partido mayoritario en Estados Unidos. Otra señal de progreso ocurrió el 31 de julio, día en que tres periodistas negras interpelaron al expresidente Donald Trump en una acalorada entrevista que tuvo lugar durante la convención anual de la Asociación Nacional de Periodistas Negros que se desarrolló en la ciudad de Chicago. Pero ser mujer negra en Estados Unidos sigue siendo peligroso, como lo demuestra la reciente muerte de Sonya Massey a manos de la policía.

Massey, una mujer negra de 36 años, madre de dos hijos, murió a manos de un agente de policía dentro de su propia casa, situada en la ciudad de Springfield, estado de Illinois. Alrededor de la una de la madrugada del 6 de julio, Massey hizo una llamada al teléfono de emergencias en la que denunciaba la posible presencia de un intruso cerca de su casa. La muerte de Sonya Massey a manos de la policía fue totalmente absurda, pero no siguió la trayectoria que suelen seguir las muertes de persona de color a manos de la policía, ya que el oficial blanco que mató a Massey fue posteriormente destituido y acusado de asesinato en primer grado.

El momento en el que el oficial de policía del condado de Sangamon Sean Grayson le dispara a Massey fue capturado en video por la cámara corporal de su compañero, presuntamente un agente llamado Dawson D. Farley, aunque el departamento del sheriff aún no ha confirmado su identidad. Grayson solo encendió su cámara corporal después de haber disparado. La Policía Estatal de Illinois inició una investigación sobre el incidente, pero recién el 22 de julio hizo públicas las imágenes registradas por la cámara corporal del compañero de Grayson.

El video muestra cómo los dos agentes ingresan a la casa de Massey y, después de pedirle sus documentos de identidad, le ordenan que retire del fuego una olla con agua hirviendo, cosa que ella se apresura a hacer de inmediato. En las imágenes se puede ver que Massey, una mujer menuda que vestía camisón y bata, sostiene con dos almohadillas la pequeña olla de agua y la sitúa cerca del fregadero de la cocina. Sean Grayson, un hombre corpulento de 30 años, estaba a tres metros de distancia, en la sala de estar, separado de Massey por una barra divisora.

Este dato es importante, ya que la razón que Grayson dio para lo que ocurrió después fue, tal como quedó registrado: “No voy a dejar que me tiren agua hirviendo en mi p…ta cabeza”. Sin embargo, el video de la cámara corporal de Farley no muestra en ningún momento que Sonya Massey tuviera la intención de arrojar agua caliente a ninguno de los dos agentes.

La familia de Sonya Massey está siendo representada por el reconocido abogado de derechos civiles Benjamin Crump. En una entrevista que mantuvo con Democracy Now!, Crump describió su reacción al ver las imágenes de video:

“Nunca he visto un video de una muerte por disparos policiales más terrible que este. Es totalmente absurdo. Lo que muestra el video es perturbador, al igual que lo que se escucha. Cuando uno mira el video y observa cómo se mueve alrededor de la barra [el agente Sean Grayson], a pesar de que luego alegó que disparó porque temía que Sonya le arrojara la olla de agua caliente en la cara, la misma que él le había ordenado retirar [de la hornalla de la cocina], desde una perspectiva objetiva, parece que está tratando de obtener una mejor posición para disparar. […] Cuando su compañero le dice ‘voy a ir a buscar mi equipo de reanimación cardiopulmonar’, él responde: ‘No, es un disparo en la cabeza. No te preocupes [por eso]. No servirá de nada. Ella ya se ha ido’. Luego, en un momento del video, [Grayson] expresa ‘Déjala que…’, y no completa la frase, pero una persona podría deducir razonablemente que quiso decir ‘Déjala que se muera’. El hecho es preocupante en todos los niveles. [Massey] necesitaba ayuda, no un tiro en la cara”.

El video registra también el momento en el que Grayson interactúa con los oficiales que llegan después de los disparos, a los que les dice: “Esta maldita perra está loca”.

Las comunicaciones de la radio de la policía revelan que la herida mortal de bala fue reportada inicialmente como “autoinfligida”. Los impactantes detalles del asesinato de Massey permanecieron confusos hasta que se hizo público el video de la cámara corporal, casi dos semanas después. La familia de Sonya no tenía idea de que la policía la había matado hasta que se informó de ello en los medios.

Una página de GoFundMe para recaudar dinero para la familia de Sonya Massey dice en un fragmento:

“Sonya era una madre atenta y cariñosa con sus dos hijos: un hijo de 17 años y una hija de 15. A Sonya le encantaba cocinar, hacer peinados, criar a sus hijos y pasar tiempo con su familia. Era también un miembro devoto de la iglesia”.

Tanto el presidente Joe Biden como la vicepresidenta Kamala Harris emitieron declaraciones de apoyo a la familia Massey. Harris hizo un llamamiento al Congreso estadounidense: “[Es momento de] aprobar la Ley George Floyd de Justicia en la Vigilancia Policial, […] en honor a la memoria de Sonya y de muchas otras personas cuyos nombres tal vez nunca lleguemos a conocer”.

Sonya Massey pasa ahora a integrar una lista demasiado larga de mujeres negras que han muerto a manos de la policía, como Breonna Taylor, Sandra Bland, Atatiana Jefferson… En los tres meses que quedan hasta las elecciones de noviembre, la sociedad estadounidense debe continuar pronunciando sus nombres.

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