La rave operística de los Pet Shop Boys cautiva al público londinense durante cinco noches

Londres – En el mundo onírico de los Pet Shop Boys la música no cesa, las calles no tienen nombre y no hay lugar para el aburrimiento, como bien comprobó este viernes el público de la Royal Opera House de Londres, durante dos horas de concierto que fueron más bien una rave.

Subió la música de fondo y el público, automáticamente, se levantó raudo de sus asientos y comenzó a aplaudir mientras se levantaba el telón para dar paso al dúo británico formado por Neil Tennant y Chris Lowe, que aparecieron en escena con unas gafas futuristas y una gabardina blanca.

Dos farolas que recordaban a la mítica escena de ‘Cantando bajo la lluvia’ arroparon a los Pet Shop Boys en un repertorio de 27 canciones que comenzó con ‘Suburbia’ y repasó cuatro décadas de grandes éxitos con una estética muy teatral y a la vez muy discotequera.

Si por algo es conocida la dupla artística es por hacer suyas canciones clásicas con versiones totalmente únicas, por eso el público británico enloqueció cuando hilaron de forma magistral el ‘Where the streets have no name’ de U2 y el ‘Can´t take my eyes of you’ de Frankie Valli.

El cuerpo de bailarines, vestidos como obreros, retiró el atrezo de las farolas y la pantalla LED se levantó para desvelar al resto de la banda que acompañó durante la velada a los Pet Shop Boys, donde Tennant ejerció como maestro de ceremonias, mientras Lowe no se despegó de su inseparable teclado.

«¿Hay una discoteca por aquí?», dijo Tennant en un perfecto español con acento ‘geordie’ antes de comenzar a cantar su ‘Single-Bilingual’, con referencias a Barcelona o frases como «Un momento, por favor» que el público coreó con ímpetu.

Fueron pocas las intervenciones del dueto, que aseguró percibir una «atmósfera festiva» en el público y aprovechó para explicar cómo su ‘Domino Dancing’ nació en unas vacaciones en la isla caribeña de Santa Lucía, que su primera canción, ‘Jealousy’ nació en el piano de los padres de Lowe o para pedir a la audiencia que «no compren las entradas en Viagogo».

En toda fiesta que se precie también hay lugar para las canciones lentas como ‘A new bohemia’, una balada del último disco de los Pet Shop Boys, ‘Nonetheless’, que hizo las delicias del palco de la Ópera de Londres y le permitió un pequeño respiro en el frenético viaje.

Uno de los momentos más emotivos llegó de la mano de su ‘Dancing Star’, donde proyectaron imágenes de archivo del bailarín de ballet ruso Rudolf Nuréyev, «que tantas veces actuó sobre este escenario» y que falleció en 1993 por complicaciones derivadas del sida.

Las calles de San Francisco y las manifestaciones del colectivo entre los años 70 y 80 fueron el telón de fondo más idóneo para su versión del ‘Go West’ de los Village People, que se tornó en un rojo sangre para interpretar, en el clímax de la noche, su himno ‘It´s a Sin’ y demostró por qué los Pet Shop Boys son un icono de la cultura LGTBI a nivel global.

«No quiero despertarme», cantó Tennant en bucle al finalizar ‘Dreamland’, como un mantra que despertó de la hipnosis a la Royal Opera House para introducirla en un carnaval futurista y plateado que contó con la banda sonora de ‘Heart’ o ‘What Have I Done To Deserve This’ junto a Clare Uchima, que tomó el lugar de Dusty Springfield.

El dueto abandonó el escenario para regresar en el bis vestidos como en sus inicios, interpretar ‘West End Girls’ y ‘Being Boring’ y terminar con un: «Y después de 40 años, seguimos siendo los Pet Shop Boys». Y sí, siguen siendo incombustibles. JS

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