Chinacla (Honduras).– La idea de ir por la vida como montado en una bicicleta, guardando siempre el equilibrio y sin volver la vista atrás, no ha podido ser mejor para el hondureño Oscar Alonzo Aguilar, un pequeño productor de café que estuvo a punto de darse por vencido en una temporada que tuvo una mala cosecha.
Hacia 1996, Oscar sembró en el sector de Chinacla, departamento de La Paz, centro-occidente de Honduras, su primera finca de café utilizando fertilizantes químicos, que cuatro años después le daban una cosecha de 850 sacos de 100 libras (45,4 kilos).
Pero más tarde, esa misma finca, por falta de fertilización, le redujo a 80 sacos la producción a Oscar, quien decepcionado quería morirse e intentó hacerlo sumido en el alcohol, idea que pronto desechó y más adelante se inspiró en una bicicleta, pedaleando con fuerza, para lograr el éxito que ahora ha alcanzado.
Oscar decidió cambiar su vida a partir de un consejo de uno de los directivos de lo que después sería una importante empresa hondureña: Café Orgánico Marcala Sociedad Anónima (Comsa).
El consejo fue que no se retirara de la caficultura, pero que se pasara al método orgánico y que, con el tiempo, «va a tener un buen mercado y va a vender muy bien su café». Para entonces, Comsa solo era un proyecto, del que ahora Oscar es parte.
En su niñez y adolescencia, Oscar, según relató a Efe en su finca modelo de Chinacla, soñó con ser un profesional universitario, pero la situación económica de su familia no se lo permitió, aunque no por eso dejó de seguir soñando y buscándole lado a la vida.
Cuando decidió retomar la producción de café, ya no con fertilizantes químicos, sino todo orgánico, también pensó en un nombre para su finca que simbolizara su nueva filosofía para vivir y cosechar el éxito. Sentía que eso le «ayudaría mucho».
«Después de analizar muchos nombres, pensé en las bicicletas, que cuando alguien se sube a una bicicleta, si quiere salir adelante, tiene que pedalear muy duro. No tiene que estar viendo para atrás, tiene que mantener un equilibrio y las bicicletas no contaminan el ambiente», explicó el productor.
Aquel consejo, en el momento que Oscar más necesitada de la ayuda de alguien, y el tiempo, han resultado como proféticos para este productor que ha hecho trascender la alta calidad de su café, de la variedad «Catuai», en Argentina, Alemania, Australia, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y Taiwán.
La finca de Oscar en El Trapiche, Chinacla, de 17 manzanas (11,9 hectáreas), y otra parcela más pequeña en Tierra Colorada para secado y otras actividades afines, en el mismo sector, se sitúan a una altura entre los 1.550 y 1.700 metros sobre el nivel del mar, lo que en gran medida determina la alta calidad del café que produce.
Oscar subrayó que desde que decidió que su finca se llamaría «Cual bicicleta», se propuso «trabajar de una manera diferente la producción de los cafés y tratar de encontrar un mercado que no dependiera de la Bolsa de Valores de Nueva York para colocarlo en varios mercados».
«Todos los años no estoy pensando que mi café lo voy a vender barato, todos los años son buenos para mí porque el café lo tengo colocado en varios mercados que me pagan por la calidad del café que ofrezco», acotó.
Ahora, Oscar recuerda que en pocos años su finca volvió a los mejores niveles de producción a través de la agricultura orgánica y que en 2012 su café representó a Honduras por primera vez en una feria de cafés especiales en Estados Unidos, algo que se ha repetido en otras cuatro ocasiones.
Parte del éxito que ha logrado en la caficultura como pequeño productor, Oscar lo comparte en obras sociales con sus vecinos a través de un proyecto, conocido en su región como el «Santo Californeo», del que su promotor dice sonriendo que «hace milagros».
Mediante esa iniciativa ha abierto una escuela para que niños reciban gratis clases de inglés todos los sábados, entre mayo y noviembre, además de enseñarles a sembrar hortalizas.
Con las utilidades de «Californeo», nombre que Oscar escogió para una estatuilla de madera que le regalaron hace varios años, al parecer en EE.UU., también apoya a un grupo de pequeños productores con financiación de recursos en condiciones favorables, ya que muchos no tienen acceso directo a los bancos por falta de garantías.
«Nosotros les hemos creado esa fuente de financiamiento para que puedan hacer uso de ella y sacar adelante sus pequeños proyectos de fincas», indicó Oscar, quién además considera que para recibir «milagros» de «Californeo», a quien asegura han venido a ver creyentes de México, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, el interesado debe «poner mucho esfuerzo y trabajo».
«La verdad, los milagros existen, pero el 99 por ciento de un milagro tiene que ponerlo uno con mucho esfuerzo y trabajo. Si quiere limosna tiene que sudar la gota gorda, como decimos; si no trabaja, no hay nada», añadió.
Por cuestiones legales y administrativas, «Californeo» estuvo a punto de fracasar porque no se puede identificar un proyecto como un santo, pero la imaginación de Oscar, que ha crecido en «la escuela de la necesidad», le llevó a descifrar el nombre para que ninguna autoridad, ni nadie, tenga dudas sobre su significado.
«Carliforneo» significa: «Café limpio, fuerte, orgánico, negociado por Oscar».