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Percepción de corrupción

Por: Luis Cosenza

La semana pasada Transparencia Internacional, TI, una ONG cuya sede es Berlín, Alemania y que cuenta con oficinas locales en muchos países, presentó su informe sobre la Percepción de la Corrupción.  Ese informe se presenta hace ya varias décadas y analiza la percepción de la corrupción en casi 200 países.  En Honduras la representación de TI recae sobre ASJ, quien tuvo la responsabilidad de organizar un evento para presentar el informe de TI.  El informe revela que la evaluación de Honduras ha sido igualmente mala en los últimos tres informes, o sea, en los últimos tres años. Como consecuencia de la presentación del informe algunos funcionarios y algunos apologistas del gobierno han montado en cólera y han optado por atacar a ASJ, lo cual a todas luces es un error.  Permítanme explicar por qué.

La autoría del informe corresponde a TI. La participación de ASJ se redujo a preparar el evento para presentar el informe.  Si cabe alguna crítica debería ser a TI como autor del documento. Los críticos evidentemente piensan que pueden dañar a ASJ (ya han amenazado con investigar las ONGs que critican al gobierno), pero no así a TI.  Esta ONG global está acostumbrada a los reclamos de los países que resultan evaluados en las peores posiciones, particularmente cuando se trata de gobiernos autocráticos, como Nicaragua, Venezuela y ahora, lamentablemente, Honduras. Los críticos del informe de TI saben que sus reclamos no harán que TI cambie su metodología o sus informes.  Después de todo, en 2017 la Unión Europea, mediante su ente técnico, el Centro Conjunto de Investigación, practicó una auditoría del Índice de Percepción de la Corrupción y de la metodología empleada para calcularlo, y concluyó que los informes de TI eran conceptual y estadísticamente coherentes. Como siempre ocurre en nuestro país, y donde reina la mediocridad, cuando no se cuenta con argumentos para rebatir el mensaje, se opta por atacar al mensajero.  En el caso que nos ocupa se ha optado por atacar al mensajero más pequeño, a pesar de su muy limitada participación en todo el proceso.

Recordemos que se trata de la percepción de la corrupción. Como ha señalado TI, actualmente no contamos con un mecanismo o con una metodología para medir la corrupción.  Por esa razón se ha optado por medir la percepción de la corrupción, para lo cual se ha recurrido a los informes que sobre el tema han publicado más de una docena de organizaciones como el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo, la Unidad de Inteligencia de El Economista,  el Foro Económico Mundial, la Casa de la Libertad (Freedom House), entre otros.  La misma metodología es empleada en el análisis de todos los países.  No se discrimina contra ninguna nación.  Los países serios toman el informe en serio.  En Costa Rica, después de publicado el informe, el Presidente reunió a su gabinete e inició un proceso para identificar las causas del deterioro de la evaluación del país, para luego revertir esa tendencia.  Han procedido de esta manera aún cuando Costa Rica es uno de los países mejor evaluados en nuestro Continente.

Si los críticos del informe quieren que los tomemos en serio, entonces les sugiero que presenten sus  argumentos en contra de la metodología utilizada por TI, o que nos indiquen donde y como se nos ha tratado de manera singular y discriminatoria.  A todos nos encantaría que resultáremos muy bien evaluados.  Nuestra evaluación, así como la compañía en la que nos encontramos, Venezuela, Nicaragua y Haití, nos llenan de vergüenza.  Pero es evidente que la mejoría de la percepción requiere que actuemos y no que hablemos, quejándonos o criticando sin razón.

Tampoco pensemos que solo se trata de aprobar o derogar leyes. Lo importante es lo que hagamos para combatirla corrupción.  No lo que hagamos como circo político enarbolando la bandera de la lucha contra la corrupción.  Lo más importante sería la puesta en marcha de una CICIH independiente y con iniciativa propia.  Por supuesto que no bastará con la instalación de la Comisión.  Quienes nos evalúan querrán ver como operará en la práctica la CICIH y qué impacto tendrá sobre la corrupción.  En pocas palaras, la instalación de la Comisión es una condición necesaria, más no suficiente, para que mejore nuestra evaluación en el informe de TI.  El combate de la corrupción, más allá de las evaluaciones y mediciones que se debe hacer para saber cómo evoluciona ese mal, requiere de un compromiso de país, de todos nosotros.  Si como sociedad no rechazamos la corrupción, si no dejamos de secretamente aplaudir la “viveza” de algunos, nunca derrotaremos la corrupción.  Entendamos que no se trata de una carrera de cien metros, sino que de un maratón.  Acá no hay atajos, ni recetas mágicas. Se requiere firmeza, disciplina y perseverancia.  Eso es lo que necesitamos y no crítica infundada y sectaria.

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