Londres – Lola Barcia y Marinela Forcadell vacían las ciudades del mundo con sus cámaras de latón desde hace quince años. Se hacen llamar ‘fotolateras’, y mediante la fotografía estenopeica capturan «aquello que permanece», como afirma Barcia a EFE en la presentación en Londres de ‘Europa enlatada’.
El bullicio y el trasiego de las grandes urbes desaparecen ante el disparador de estas dos fotógrafas españolas, que se rige por el fenómeno físico de la cámara oscura que «retiene aquello que perdura», tras una exposición a la luz de sesenta segundos, explica la retratista Barcia.
«Al igual que cuando metemos aire por un pequeño agujero y soplamos hacemos música, cuando la luz entra en un pequeño agujero (y se encuentra con la oscuridad) se hace la foto», ilustra Barcia.
En sus latas se forma «una imagen invertida de todo lo que está fuera», donde introducen un papel fotosensible teñido de plata que se quema a mayor o menor medida según la incidencia de la luz.
‘Fotolateras’ llevan colocando sus cámaras fijas desde 2003, y cuando las destapan «empieza a entrar la luz, que va quemando lentamente nuestro papel» describe Barcia.
Por ello, «lo que se mueve no sale (…) y podemos vaciar las ciudades y captar aquello que permanece», elementos como la arquitectura intrínsecos al paisaje urbano.
Así, son capaces de vaciar los aledaños de la Torre Eiffel de París, de la Sagrada Familia de Barcelona, la céntrica plaza londinense de Trafalgar o la transitada madrileña Puerta de Alcalá.
Con motivo de la presidencia comunitaria de España, el dúo fotográfico presenta su selección ‘Europa enlatada’, en la que han añadido recientemente cuatro ciudades, Viena, Bratislava, Budapest y Praga, en la Embajada europea de Londres hasta el próximo 2 de febrero 2024.
Pausa a la inmediatez
En una sociedad adicta a la inmediatez, donde el dedo pulgar humano en los móviles es capaz de sacar con una ráfaga innumerables capturas, la fotografía de Lola y Marinela en contraste es muy lenta.
«En un minuto de tiempo de exposición para enlatar algo realmente ves la vida pasar», expresa Forcadell a EFE.
«Cómo llegan los turistas, se bajan del autobús, hacen las fotos a un edificio famoso, se suben (…) ves pasar el tiempo en nuestras fotos», comenta.
Tras cada sesión, Barcia y Forcadell van al hotel, preparan los líquidos, la luz roja, y comienzan el proceso de revelado y de ver el resultado: «Es muy analógico, muy pausado y muy reflexivo».
Esa reflexión les hace observar los recipientes de forma diferente: “Cuando vamos a un supermercado no vemos contenedores, vemos cámaras”, bromean.
Un bote de galletas integrales funciona como gran angular; una pequeña lata de té hace de un objetivo 50mm, y otra de diferentes surtidos puede llegar a ser panorámica, como una ovalada o un ojo de pez.
Esta aventura fotográfica de más de tres lustros les ha enseñado a “parar y mirar las cosas” dice Forcadell, en una sociedad que vive en la celeridad.
“A veces vas tan rápido que no ves la maravilla de ciudades, de edificios, de arquitectura de nuestro entorno”, observa la fotógrafa que llama a la pausa porque “a veces, solamente parando y mirando a tú alrededor, descubres cosas fascinantes”. EFE