Candil de la calle

Luis Cosenza Jiménez

Algunos presidentes latinoamericanos aparentemente han decidido que los problemas que aquejan a los países que gobiernan son insignificantes y por tanto no merecen su ilustrada atención.  Buscan por el contrario resolver los problemas que aquejan a la humanidad entera, tal como la invasión rusa a Ucrania, el conflicto armado en el Oriente Medio, las sanciones impuestas por Estados Unidos a varios países gobernados por dictaduras y el cambio climático.  Aprovechan cada oportunidad que se les presenta para plantear al mundo sus sesudas propuestas para resolver esos agobiantes problemas.  Veamos un par de casos para ilustrar la situación.

En México don Andrés Manuel López Obrador ha fracasado en la lucha contra la inseguridad y la delincuencia.  De hecho, su gobierno ha perdido el control de parte de su territorio que en muchos casos está en manos de narcotraficantes y del crimen organizado.  En la Administración Peña Nieto desapareció un grupo de alrededor de cuarenta estudiantes normalistas en Ayotzinapa y, pese a haberse comprometido con el esclarecimiento de este penoso y doloroso hecho, don Andrés Manuel no ha podido hacerlo.

Todo apunta al involucramiento del Ejército en este triste caso, pero don Andrés Manuel se ha empecinado en protegerlo, impidiendo que su participación sea investigada a cabalidad.  Casi seguramente terminará su mandato sin haber logrado esclarecer este crimen. Su Administración se ha caracterizado por su afán de debilitar la institucionalidad mexicana, tanto en lo referente al ente electoral mexicano, como al poder judicial.  Actualmente lidera un esfuerzo por desprestigiar a la Suprema Corte de Justicia de su país. 

A pesar del fracaso de su agenda interna, está dedicado al levantamiento de las sanciones que Estados Unidos ha impuestos a los dictadores y a las camarillas que gobiernan Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Poco importa que no tenga éxito en sus gestiones. Lo importante parece ser presentarse internacionalmente como un abanderado de las causas “progresistas”.  Defiende el principio de no intervención en los asuntos internos de los países, aún en el caso de países gobernados por dictadores que violan los derechos humanos de los ciudadanos, pero no vaciló en involucrarse en los asuntos internos de Perú.  En cuanto al tema ambiental, en su caso parece no importarle las críticas que han recibido sus proyectos favoritos, el tren Maya, el nuevo aeropuerto de la ciudad de México y la nueva refinería. Don Andrés Manuel afanosamente busca ser “candil de la calle y oscuridad de la casa”.

En Colombia don Gustavo Petro también está dedicado a solucionar los problemas mundiales, y eso estaría bien si hubiera resuelto, o estuviera resolviendo, los problemas que golpean a su país.  Pero eso no es así.  Recientemente celebraron elecciones municipales y estadales en Colombia, y el resultado fue un duro golpe para don Gustavo.  Sus candidatos fueron apabullados por la oposición, poniendo de manifiesto el desencanto de los colombianos con su gobierno. Tampoco ha podido controlar la delincuencia y el crimen organizado.  Se ha dedicado a negociar con el ELN, llegando a concertar un alto al fuego.  No obstante, ahora resulta que los delincuentes y terroristas del ELN han secuestrado al padre del futbolista Luis Díaz, porque ellos sostienen que necesitan financiarse y que por tanto el secuestro no viola el cese al fuego.  ¿Qué les parece?  Negociaron y llegaron a acuerdos con las FARC, pero ahora resulta que los “disidentes de las FARC” están dedicados a la delincuencia.  Todo parece indicar que Colombia no tendrá paz en tanto continúe el tráfico de drogas. La raíz del problema parece estar en las increíbles ganancias que genera ese tráfico, pero don Gustavo no parece estar interesado en resolver los problemas de su país.  Esos problemas son muy pequeños.  Su ego requiere que se dedique a la solución de los problemas que afligen a la humanidad.

¿Y qué decir de don Nicolás Maduro?  Ante su inhabilidad de resolver los problemas de su país, ahora se ha enfrascado en una disputa territorial en contra de su vecino, Guyana. Están por iniciar un referéndum en el cual preguntarán a los venezolanos si ellos piensan que la franja en disputa les pertenece y si deben defender su derecho a la propiedad. Esto es una ridiculez dirigida a desviar la atención de los venezolanos de las vejaciones y las carencias que diariamente enfrentan. En tanto don Nicolás gobierne Venezuela, es difícil pensar que esa desafortunada nación iniciará el camino de su recuperación de la libertad y la prosperidad.

Nuestros países no parecen encontrar el camino del desarrollo y el bienestar. Seguimos dando tumbos. Con excepción de Chile, Costa Rica, Uruguay y posiblemente Panamá, el resto de nuestros países languidecen y retroceden, yendo de gobiernos de izquierda a derecha, y viceversa.  Seguimos buscando varitas mágicas y cambios fáciles, inmediatos e indoloros. Véase sino el caso de Argentina.  Esta mañana leía que una encuesta hecha por una empresa chilena (la única que previó el triunfo de Massa en la primera vuelta) ahora pronostica el triunfo de Milei en la segunda vuelta, con 48% del voto contra el 44% a favor de Massa.  El margen de error de la encuesta es de dos puntos porcentuales.  Independientemente del resultado, los argentinos deben escoger entre más de lo mismo con Massa (que ha llevado a una inflación anual del 128% y a una economía totalmente distorsionada con una gran variedad de subsidios y de tasas de cambio) o dar un salto al vacío con Milei que presenta una propuesta radical y poco pragmática. Es casi seguro que de ganar Milei e implantar las reformas que ha propuesto, Argentina se verá sumida en el caos, ya que los beneficiarios de las medidas implantadas a lo largo de décadas no aceptarán que se les afecte sus “conquistas”. Argentina parece condenada a dar tumbos de derecha a izquierda, y viceversa. Pareciera que los seguidores de Perón, Kirchner y ahora Massa piensan que pueden continuar por la ruta de tomar recursos prestados en los mercados financieros internacionales y luego no pagar los préstamos. Eso es lo que han hecho reiteradamente.  Es difícil entender como un país con mucha gente muy bien educada puede pensar que esa es una opción para el desarrollo de su país.

Pero volviendo al punto de partida, es obvio que nuestros gobiernos pueden, y deben, pronunciarse sobre temas de interés universal. Un comunicado de la Cancillería bastaría para eso. Por el contrario, es un error que el ego de algunos de nuestros gobernantes les induzca a pensar que son poseedores de la varita mágica que solventa todos los males. El pueblo los eligió para que atiendan sus necesidades, y si el tiempo lo permite, para que se involucren en la solución de los problemas globales.

Esa debería ser la prioridad, y no a la inversa.  Ojalá que así lo entiendan nuestros gobernantes.  De otra manera, el pueblo se los cobrará en las próximas elecciones, como ha ocurrido en Colombia, pero habremos perdido valioso tiempo en la búsqueda el desarrollo y la prosperidad. A nosotros como ciudadanos no nos queda más que entender que el camino al desarrollo es largo y a veces muy empinado, que no hay atajos, que se trata de trabajar duro y parejo, sin dar bandazos entre extremos de izquierda y derecha.  Hay que seguir el ancho camino del centro, donde hay espacio para casi todos nosotros. Esto será particularmente importante en nuestro caso en vista de los oscuros y preocupantes días que se perfilan en nuestro horizonte.

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