Mercado laboral, retrato desigual para las mujeres

Thelma Mejía

Tegucigalpa. –  El más reciente boletín del Cohep sobre el Mercado Laboral por Género en Honduras, no solo es brutal en sus cifras, refleja también una desigualdad para las mujeres al situarla en el desempeño de cinco actividades de servicio básico: comercio, manufactura, actividades en hogares; hoteles y restaurantes, y servicios. Son los cinco sectores donde se concentran las mujeres, reflejando una brecha persistente en cuanto a las oportunidades de trabajo.

De acuerdo al boletín, en Honduras prevalece una tendencia en donde las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector terciario o actividades de servicio básico, ahondando las desigualdades en el mercado laboral, al impedir su acceso a trabajos de mayor nivel, mejores salarios o a la seguridad social.

El mercado laboral en el sector del comercio, representa el 53% para las mujeres; la manufactura un 49%, las actividades en hogares, 91%; hoteles y restaurantes 80%, y el sector de los servicios un 66%. Las mujeres, siguiendo esta lógica de mercado, servimos para dependientas, trabajo en la maquila, empleadas domésticas, amas de casas, labor de limpieza, meseras y otros afines. Es una radiografía para sacudir un país de 9.7 millones de habitantes, del cual el 53 por ciento son mujeres.

Del total de habitantes, 4.4 millones son hombres y 5.1 millones mujeres. En edad para trabajar, la población de mujeres es de 3.7 millones, pero la tasa de participación en el mercado laboral apenas es del 44.6% para las féminas, en contraste con el 75.5% que tienen los hombres.

El desempleo está golpeando a las mujeres junto a esa otra figura que crece de forma imperceptible, pero nos advierte del país que se nos escapa: los llamados desalentados y desalentadas de la economía.

La tasa del desempleo afecta a las mujeres el doble que la tasa de los hombres, al pasar de 10.7% en el 2021 a 12.9% en el 2022, es decir más de 27, 670 mujeres se encuentran buscando un trabajo en este país. Un país que no ofrece muchas oportunidades, estancado en la diatriba política, en los intereses mezquinos, en la involución democrática y en ofrecer a sus habitantes y ciudadanos desencantos, más no esperanzas.

Las cifras proporcionadas por el Cohep siguen siendo frías y de escalofríos si de las mujeres se trata, adicional al desempleo, hay en el país 808,794 mujeres que trabajan pocas horas y ganan muy poco, representando una tasa de subempleo del 56.1%. Los hombres, en tanto, suman más de 1,2 millones que trabajan también en condiciones de subempleo.

A esas mujeres desempleadas, sumemos las llamadas “desalentadas”, aquellas que, según los entendidos de la economía, no buscan un trabajo porque piensan que no lo encontrarán o que no serán contratadas. Para el 2022, los desalentados de la economía eran más de 337 mil personas, de las que el 69% son mujeres, siendo las que se ubican en la franja de 15 a 29 años, las que tienen una mayor probabilidad de considerarse en la franja de las desalentadas para buscar un empleo.

Y qué decir de los NINI´S, jóvenes que ni estudian ni trabajan; aquí, las mujeres seguimos también liderando esa franja. De los 982,061 NINI´S registrados en el país, el 75% son mujeres. Este sector no solo no estudia ni trabaja, son también grupos poblacionales que se ven sin trabajo y sin futuro, en una nación tan joven como Honduras, no hay derecho a matarles la esperanza.

Este panorama del mercado laboral de las mujeres se relaciona también con la educación y el acceso a la misma, y si bien se presenta un avance positivo para las mujeres graduadas en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (Stem), por sus siglas en inglés, ello no es suficiente frente a la abismal desigualdad laboral existente.

La educación sigue siendo un azote para nuestra población en general, áreas como matemáticas y español muestran los rezagos, más de la mitad de los hondureños no han leído un libro y muchos tienen enormes problemas de comprensión, no digamos de redacción. Enormes retos y compromisos para quien rompió esquemas al convertirse en la primera mujer presidenta de Honduras: Xiomara Castro.

Castro tiene el reto de ver no solo la complejidad del país, también la situación de las féminas que le votaron, que esperan respuestas en todos los rezagos que experimentan, y si bien no es fácil, tampoco es imposible dar señales de avances sostenibles, más allá de la retórica discursiva de muchos de miembros de gabinete, entre ellas las mujeres que lo conforman implicadas en las políticas sociales. Es tiempo de que muchos de sus burócratas dejen de llamar a hoteles y sectores de cooperación para cancelar eventos de mujeres, haciendo uso de su investidura de poder, es tiempo de ver estas cifras para actuar y generar esperanzas.

Esas cinco categorías a las cuales se nos encajona a las mujeres, deben avanzar a otras con mayor justicia y equidad, y si bien el gobierno de Xiomara Castro no lo hará de un plumazo, las huellas que deje deben ser sólidas y contundentes, porque esa desigualdad tiene otro lado aún más dramático: el desprecio por la vida ante tanto femicidio y tanta impunidad. ¡No se vale!

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