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Las elecciones pasadas en España dejan a un país sin gobierno y en las tinieblas de la incertidumbre

Foto de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo, a la derecha.

Por Alberto García Marrder – Desde Madrid, especial para Proceso Digital

Madrid – Tres días después de las elecciones generales en España, país donde vivo, puedo analizar con tiempo su resultado y solo puedo encontrar una explicación: diabólicas.

¿Cómo se puede entender que el partido que ganó las elecciones, el Partido Popular de centro-derecha, no gobernara y si el que las perdió, el partido Socialista, de izquierda-comunista?

Es muy fácil de explicar, pero difícil de entender. El sistema político de España es parlamentario y no presidencialista. Se vota a un partido no a un candidato.

Y lo peor de todo, el recuento electoral se hace mediante la controvertida Ley de D´Hondt, que puede beneficiar, en proporción, a pocas poblaciones y no a las grandes.

El Partido Popular ganó por los pelos las elecciones, pero no puede gobernar porque no tiene la mayoría absoluta del parlamento, de 176 escaños. Ni con los votos de Vox, un partido de extrema derecha.

Su líder, Alberto Núñez Feijoo, era anunciado por las empresas de sondeos como el próximo jefe de gobierno de España y ya estaba haciendo planes para nombrar una vice-presidenta y ministros.

El ascenso imprevisto del socialista Pedro Sánchez, el actual Jefe de Gobierno, fue una sorpresa para todos y ahora, a pesar de quedar en segundo lugar, es el que más probabilidades tiene de formar nuevo gobierno, en su caso, una relección.

Para eso, Sánchez necesita el apoyo parlamentario del nuevo partido Sumar (una alianza de varios grupos de extrema izquierda y hasta comunistas) y de los separatistas vascos y catalanes.

Entre estos últimos, llama la atención el caso de Carles Puigdemont, líder del partido catalán “Junts per Catalunya” y ex presidente de la Generalidad (Gobierno autónomo catalán), fugado en Bélgica por haber declarado, ilegalmente, la independencia de esa región del noreste del país, en 2017.

Sánchez necesita los cinco escaños de “Junts” y ya ha puesto sus exigencias: un referéndum de independencia vinculante para Cataluña y una amnistía que le permita regresar a España.

La prensa española no se cansa de recordar que esas dos exigencias son anticonstitucionales y que Sánchez no debería aceptarlas. Pero también especula que podría haber un acuerdo secreto y que Sánchez es capaz de todo, con tal de conseguir otros cuatro más en La Moncloa (sede del gobierno).

Por ahora, sigue un estancamiento o parálisis del gobierno. Y ya se habla de un bloqueo y de unas nuevas elecciones (la tercera en lo que va de año), posiblemente en noviembre o diciembre.

Curioso es también que el Partido Popular va a controlar el Senado, y desde esa cámara podría parar cualquier iniciativa política, en caso que los socialista – comunistas puedan formar gobierno.

Toda esta situación de inestabilidad política va a poner en una situación muy incómoda al Rey Felipe VI. El monarca, tras reuniones con los líderes de los dos partidos principales, tendrá que recomendar al congreso la investidura de Feijoo o Sánchez.

Y se va a dar el caso que tendrá que presentar primero a Feijoo para ser investido, sabiendo que no cuenta este con los votos parlamentarios necesarios.

Toda esta situación de inestabilidad puede durar muchas semanas o hasta meses.

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