Durante estos últimos meses debido al confinamiento provocado por la pandemia COVID-19 nos hemos enfrentado a una experiencia extraordinaria, muy diferente a lo habitual a nivel personal, social y familiar generando presiones tanto económicas, emocionales y de salud que alteran nuestra forma de percibir el mundo y en como reaccionamos a él, la convivencia de pareja y de familia no es la excepción, venimos en su mayoría de pasar solo unas cuantas horas al día juntos, de extrañarnos, de tener temas que compartir y debatir, puesto que el trabajo y la ajetreada vida diaria limitaba el tiempo familiar y de pareja reduciéndolo a fines de semana.
La sorpresa que nos llevamos los especialistas en relaciones de pareja es que muy pocas estaban acostumbradas a la convivencia 24/7, a que a pesar del tiempo de relación que llevaban realmente no se conocían tanto como pensaban, se encontraron con realidades que ya no eran tan gratas, que ya no disfrutaban, que probablemente desconocían, empezaron entonces a observar y centrarse más en las diferencias y desagrados que en las cosas buenas y en común que los mantenían juntos, se dejó al descubierto las escasas habilidades de comunicación de un sin número de parejas que han sucumbido ante la hostilidad entre ellos y a los niveles altos de estrés casi imposibles de manejar. Siendo así la violencia domestica de todo tipo se incremento, las denuncias al 911 han crecido de forma alarmante y las visitas al abogado para anular el vínculo matrimonial, fueron las primeras en contemplarse durante la cuarentena.
A manera de broma, cuando nos confinaron en casa pensamos que, entre el aburrimiento, el encierro y la convivencia diaria la vida sexual se incrementaría entre las parejas y tendríamos un boom de embarazos y nacimientos para fin de año, sin embargo la realidad muestra que las relaciones sexuales lejos de incrementarse se enfriaron, la preocupación, la frustración, incertidumbre y miedo generaron más distanciamiento y molestias entre las parejas y se detonaron crisis que no estaban en los planes, por lo tanto no han sabido manejar.
Esta situación está afectando a muchas parejas, que de no tomar acciones inmediatas podrían lamentablemente acabar divorcio, hay que comprender que las emociones y sentimientos que experimentamos durante el confinamiento son normales y son de esperar, no es malo sentirse enojado porque sus planes este año dieron un giro inesperado, o estar con incertidumbre y miedo por la economía, sin embargo no podemos ni debemos dejarnos hundir por nuestras emociones, sino reconocerlas, aceptarlas, lo importante será como las vamos a manejar, diseñar un plan de acción ante cada situación que nos esté robando la paz.
Es recomendable para las parejas que cada uno pueda tener un espacio de la casa donde poder retirarse, en los momentos en que lo necesite y poder trabajar o si no hay suficiente espacio turnarse el espacio en común, intentar dentro de lo posible retomar sus rutinas, ejercicio, lectura, tiempo con amistades a través de video llamadas, etc., así como buscar momentos para estar juntos y conservar su intimidad como pareja.
Recordemos en todo momento que nuestra pareja no es la responsable de nuestro malestar, esta situación de confinamiento es nueva para todos y escapa de nuestro control, así que la única alternativa es llenarnos de paciencia, tolerancia, saber que todo esto pronto pasara pero que está en nuestras manos evitar mayores daños familiares y de pareja si aprendemos a manejar la frustración y el enojo.
Y, por último, no dudes en buscar ayuda profesional si sientes que las cosas están saliendo de tus manos, vale la pena luchar por el matrimonio, sobre todo cuando existe una mezcla de factores excepcionales que son serán eternos.