Para Jasso, la Navidad también es tiempo de que los hispanos de todas las creencias religiosas celebren esta fecha sin olvidar sus costumbres.
«Por ejemplo, las posadas de los mexicanos son un recuerdo de ese peregrinar que hicieron José y María hacia Belén para pedir posada para el nacimiento del Señor», agregó el párroco.
Beatriz García, de Coahuila (México), va a seguir esa tradición.
«Nos juntamos con nuestras amistades y celebramos con mucha comida. Pero nuestro mayor enfoque es el nacimiento de Jesucristo porque es el motivo principal de nuestra celebración», afirmó García, quien vive en Estados Unidos desde hace 25 años.
Patricia Merlos, de El Salvador y residente de Estados Unidos desde hace 17 años, también celebra la Navidad sin perder las costumbres de su país, especialmente la ingesta de tamales y panes rellenos.
«Recibimos amigos con toda la familia reunida y celebramos la Navidad más allá de los regalos y sin olvidarnos de Jesús, el Salvador, que murió por nosotros», sostuvo Merlos.
Arturo Fernández, de Colombia, le dará gracias a Dios en esta Navidad por mantenerlo activo laboralmente, ya que de sus ingresos dependen su esposa y sus dos hijos, que radican en la ciudad de Cali.
«Es una época maravillosa y de reflexión, especialmente cuando tu familia no está contigo», señala Fernández, quien lleva casi seis años sin ver a sus seres queridos.
También deberá pasar la Navidad sin un familiar cercano la mexicana Erika Rodríguez, de 20 años, que lo que más desea es poder abrazar a sus cuatro hermanos y a sus padres.
«Me da mucha tristeza y, aunque me gustaría estar allá, pongo los pies en la tierra porque sé que económicamente no estaría bien en México», manifiesta Rodríguez.
La guatemalteca Diana Mejía, de 23 años, confía en «pasarla bien» en compañía de su hermana, el único familiar que tiene en Estados Unidos.
«Hoy dediqué una oración a Jesús para que me ayude a que estos días no sean tristes y que todo le vaya bien a mi familia», dice Mejía, mientras exterioriza su deseo de estar junto a los suyos.