El juzgado de Sao Paulo donde tuvo lugar la original boda necesitó para consumar el matrimonio de tres ordenadores conectados a un popular programa que, a través de la red, permite realizar videoconferencias de manera gratuita, en uno el novio, en otro la novia, y en el tercero los padres del novio que estaban en Barcelona, España.
Los padres de la novia sí estuvieron presentes de forma física en la ceremonia, que solo fue efectiva gracias a la intervención de los procuradores.
En un matrimonio como este, el único «sí» válido para que la unión quede legalmente constituida es el que dan los procuradores, que, en virtud de los novios, ejercen de ellos y firman los papeles.
Sin embargo, el juez también preguntó a través de la pantalla a los novios para que estos confirmasen que sí querían casarse y, de este modo, darle más emoción a la ceremonia.
No es tan extraño que esta inusual forma de darse el «sí quiero» haya sido empleada por brasileños puesto que los internautas de este país se colocan entre los primeros puestos en cuanto a número de horas diarias que navegan.
En 2006, según un estudio de la consultora Ibope-NetRatings, los usuarios brasileños de internet eran los que más navegan de todo el mundo con una media de 21 horas y 39 minutos mensuales.