El simulacro, que inició hacia las 06,00 horas locales del domingo, se realizó en once barrios y colonias ubicadas en las márgenes de la quebrada El sapo y los mercados de Comayagüela.
La actividad tuvo como propósito identificar las fortalezas, debilidades y la capacidad de organización que tienen la municipalidad y los cuerpos de socorro, para intervenir en el tema de prevención y respuesta ante emergencias en el Distrito Central.
El simulacro fue bautizada con el nombre de Brayner Benavides Flores, el niño que falleció arrastrado por la corriente de una cuneta en el sector de El Pantanal, de Comayagüela, durante las lluvias que azotaron la capital el 21 de septiembre del año pasado.
Los participantes en el simulacro fingieron ser damnificados de un huracán categoría 5.
Unas catorce escuelas y centros comunales fueron habilitados como albergue para alojar a las personas que hicieron el papel de damnificados, donde se les brindó toda clase de asistencia como si tratara de un huracán real.
En la operación hubo mucha coordinación por parte de las organizaciones que intervinieron, al grado que desde tierra se mantuvo comunicación con la tripulación de un helicóptero que simuló el rescate aéreo de una “víctima” del “fenómeno natural”.
En la actividad participaron médicos, paramédicos, enfermeras, sicólogos, bomberos, boy scout, maestros, militares y policías, entre otros.
La actividad fue apoyada por miembros de los Comité de Emergencia Local (CODEL), el Comité de Emergencia Municipal (CODEM), la Cruz Roja Hondureña y Care Honduras, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, el Cuerpo de Bomberos, la Cruz Verde, el ministerio de Educación y el Colegio Médico de Honduras, entre otros.
En calidad de observadores y evaluadores estuvieron, entre otros, representantes de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), personeros de España, italianos, de Centroamérica y hondureños.
El ejercicio fue financiado por la Comisión Europea y forma parte del Proyecto DIPECHO de Manejo de Riesgo en Tegucigalpa (PROMARTE), y el proyecto de Preparación de las comunidades para enfrentar los desastres en las colonias del área de la quebrada El Sapo, en cooperación con la municipalidad capitalina y las instituciones de socorro del país.
El gerente de CODEM, Roberto Mendoza Garay, explicó que según los informes de los observadores internacionales la gente respondió al llamado, pues la población de los sectores en riesgo de manera voluntaria contribuyó al desarrollo de la operación.
Señaló que la simulación se planificó desde el año anterior y “nosotros lo que queremos saber es si con el trabajo que hicimos de planeamiento, de entrenamiento de los CODEL, con las Fuerzas Armadas, los bomberos, Cruz Roja, somos capaces de hacerlo en la realidad”.
“La población coopera, todas las instituciones cooperan, pero la experiencia nos dice que cada quien coopera por su lado y eso no es bueno, ahora estamos cooperando y lo estamos haciendo coordinado, lo hemos entrenado y ahora lo estamos poniendo en práctica”, añadió.
Detallo que a través del programa “escuela protegida”, se ha capacitado a los alumnos de todos los centros educativos situados el las zonas de riesgo, quienes han respondido de manera efectiva, pues en una práctica de evacuación realizada el viernes anterior mostraron las reglas de seguridad y el tiempo record que debe observarse en caso de peligro.
Debido a los resultados obtenidos en la capital, dijo, las autoridades edilicias tratarán de que la Secretaría de Educación ponga en práctica este proyecto en todas las escuelas del país, a fin de instruir a los escolares sobre temas de prevención y atención de emergencias.
Para el jefe de asesores del Proyecto “Bosai” de Prevención de Desastres Naturales, de la JICA, Ken Kinoshita, la organización del ejercicio fue muy buena, sin embargo, cuestionó la falta de precaución de los pobladores que han convertido el cauce de la quebrada El Sapo en un basurero.
Destacó la importancia de dar educación básica a la ciudadanía sobre la prevención de desastres, porque sólo de esta manera se puede evitar la existencia de víctimas mortales durante un fenómeno natural.
%26nbsp;Manifestó que una de las debilidades que pudo observar en los centros educativos y comunales que sirvieron como albergue para las “víctimas” del simulacro, es la falta de servicios sanitarios y agua potable, así como la gran acumulación de basura sobre la quebrada.
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