El florecimiento de los cerezos, plantados alrededor de la ensenada artificial circular conocida como «Tidal Basin», ha sido especialmente bienvenido este año por los visitantes locales, que se alegran de dejar atrás el peor invierno de las últimas décadas.
«Después del frío que hemos pasado, disfruto esto como nunca», dijo a Efe Elfide Winger, una jubilada de 87 años de Maryland, estado adyacente a Washington, que el jueves se paseó bajo los cerezos en flor en medio de temperaturas casi veraniegas.
La contemplación de los cerezos florecidos es una tradición muy arraigada en la cultura nipona, lo que explica la visible presencia de japoneses en el área, como Nozomi Namura, esposa de un diplomático nipón original de Tokio que reside ahora en Washington.
«El florecimiento de los cerezos es una época hermosa en Tokio y me gusta venir aquí para recordarlo», dijo a Efe Namura, quien realizó esta semana un almuerzo campestre para ser testigo del punto álgido de los cerezos en flor, que se alcanzó el miércoles.
El proceso se prolonga por espacio de unas dos semanas, el tiempo necesario para que los árboles alcancen su esplendor y comiencen a continuación a perder rápidamente sus delicados pétalos.
El cerezo, o «sakura», es casi motivo de culto en Japón, que lo convirtió en el árbol nacional alrededor del siglo noveno.
La brevedad del proceso de floración ha sido utilizada a menudo por los japoneses como símbolo de la fugacidad de la vida, lo que explica que el árbol sea un motivo recurrente en cuadros, películas y otras manifestaciones culturales.
Al igual que en Japón, donde son habituales las concentraciones multitudinarias conocidas como «hanami» en las que abunda la comida, la bebida y, cómo no, las cámaras fotográficas, Washington realiza desde 1935 un festival que cada año atrae a unas 700.000 personas.
El «Festival Nacional del Cerezo en Flor» incluye este año conciertos musicales, cruceros por el río Potomac, artes marciales, un festival callejero con productos típicos japoneses y un colorido espectáculo de fuegos artificiales.
En él participan turistas como Lee Ahlum, una azafata coreana de 26 años, que se sumó durante los últimos días a los actos lúdicos organizados por la capital estadounidense.
Tiffanie Turner, una joven amante de las flores y vecina de Washington, eligió el «Tidal Basin» para celebrar su 31 cumpleaños con un grupo de amigas, que dijeron haberla obsequiado con nada menos que miles de árboles en flor.
Japón regaló 3.020 cerezos a Estados Unidos en 1912 para celebrar las entonces buenas relaciones entre ambos países.
La entonces primera dama estadounidense, Helen Louise Herron Taft, y la esposa del embajador japonés en Washington plantaron en marzo de aquel año el primer cerezo procedente de Japón en la capital estadounidense.
Unas dos décadas después, en 1935, comenzó el festival que continúa hasta la actualidad y que sólo se interrumpió durante la II Guerra Mundial, debido a las hostilidades entre Japón y EEUU.
Las festividades se reanudaron en 1947 y en 1965 Japón donó otros 3.800 cerezos adicionales.
El círculo se completó en 1981 cuando horticultores nipones trasladaron varios brotes de Washington a Japón, con el fin de reemplazar cerezos destruidos por las inundaciones que tuvieron lugar aquel año en partes del país.