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Reedición del “carretillazo”, crisis en el Aguán y violencia convulsionan semana en Honduras

Tegucigalpa – Honduras cierra una semana convulsionada. La reedición del “carretillazo”, un escándalo sobre la corrupción sin precedentes que consistió en el saqueo de las bóvedas del estatal Banco Central de Honduras (BCH), tomó notoriedad cuando un ex ministro del ex presidente Manuel Zelaya dijo que está próximo a revelar quienes son los “asquerosos” que se beneficiaron con los fondos del erario.
 

Igualmente, la conflictividad en el Aguán, que registró otras dos muertes el viernes; las amenazas contra la vida del ministro de asuntos agrarios César Ham, un hecho que según el funcionario ha sido pagado por adelantado a sicarios. También la ministra de Derechos Humanos Ana Pineda, dijo estar amenazada a muerte.

La vorágine de informaciones que estremeció Honduras se matizó con los consuetudinarios hechos de una ola de violencia generalizada. Los aumentos en los productos de la canasta básica se acendraron y dejaron con menos provisiones las mesas de por lo menos 70 por ciento de los habitantes de este país que viven en condiciones de pobreza.

A la par, el inicio de las millonarias campañas políticas transcurre al compás de las numerosas protestas de empleados públicos que exigen el pago de salarios frente a una economía pública devastada.

Durante la semana trascendió un informe de la organización Wealth-X, que ubica a Honduras como la segunda nación centroamericana con la segunda mayor cantidad de millonarios. Según el documento, este país cuenta con 185 personas poseedoras de un “patrimonio neto ultra alto”. El segundo más alto en el istmo.

Asimismo, un informe de Transparencia Internacional, publicado en las últimas horas, da cuenta que Honduras está en el ranking de los países altamente corruptos del mundo. Venezuela y Paraguay acompañan en la “lista negra” a esta nación centroamericana.

Reaparece el fantasma del “carretillazo”


En la retina de la gente aún se conserva el oscuro recuerdo del “carretillazo”, esta semana, el fantasma de ese episodio ha vuelto a cobrar vida. Dimes y diretes entre ex funcionarios de la administración de Manuel Zelaya reviven este acto de corrupción que hasta el momento no tiene culpables tras las rejas, pese a las millonarias cifras que desmenuzan la historia.

Hasta las actuales autoridades del Banco Central de Honduras (BCH) han tenido que salir al paso para confirmar que los 40 millones de lempiras sí salieron de las bóvedas de esa institución y lanzaron la pregunta: ¿Qué se hicieron los millones del “carretillazo”?

Y al ritmo de esos escandalosos actos, la denuncia que hiciera el candidato presidencial venezolano Henrique Capriles sobre la donación de 100 millones de dólares del gobierno chavista a la presidencia de Honduras comandada, en aquel entonces, por Manuel Zelaya, también tuvo repercusiones mediáticas en el país.

El debate transcurrió entre acusaciones y contra acusaciones del Ministerio Público y el Tribunal Superior de Cuentas (TSC). Ambos se culparon de mantener estancadas las pesquisas sobre los hechos. La impunidad envuelve el caso.

Pero la denuncia de Capriles se diluye. Otros hechos lo sustituyen en las planas y portadas de la industria informativa.

Muertes en el Caribe no paran


Los conflictos por ocupación de tierras en la zona del Bajo Aguán sacudieron este viernes la aldea El Naranjal de La Masica, Atlántida, donde enfrentamientos entre las fuerzas del orden y presuntos campesinos dejó el saldo trágico de dos muertos y una veintena de heridos, así como 18 detenidos.
Entre los muertos se reporta un soldado del Ejército y un presunto delincuente, tal como lo catalogó el propio presidente Porfirio Lobo. “Ahí no es conflicto por tierras”, insistió.

La convulsionada semana también detalla las amenazas a muerte que han recibido los funcionarios César Ham, titular del INA y Ana Pineda, ministra de Justicia y Derechos Humanos.

Altos costos en la canasta básica mientras la vida no vale nada


Es paradójico pensar que mientras los precios de la canasta básica suben imparablemente, la vida de los hondureños no vale nada. En el país se reeditan hechos criminales que engrosan las estadísticas de muertes violentas, sicariato, secuestros y extorsiones.

Los alimentos de consumo básico, el transporte público y los combustibles se convierten en un escenario económico difícil que abate a los hondureños. La crisis se agudiza con una tasa de desempleo que afecta a por lo menos la mitad de la Población Económicamente Activa (1.8 millones de trabajadores), sumada a la criminalidad cuya huella se plasma en la muerte violenta de un hondureño cada 78 minutos.

Así está por concluir una semana atestada de malas noticias y aunque “las buenas también son noticias”, en Honduras la espera parece ser eterna.


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