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La renuncia del papa Benedicto XVI es acogida con sorpresa y respeto

Redacción Internacional – El anuncio de Benedicto XVI de que renuncia al pontificado a partir del 28 de febrero por su «edad avanzada» y por sentir que le falta el vigor para seguir en el cargo, ha sido acogido con sorpresa y respeto.
 

El Papa, que en abril cumplirá 86 años, hizo el anuncio en latín durante un consistorio que celebró en el Vaticano para fijar las fechas en las que serán proclamados nuevos santos.

Benedicto XVI «nos ha pillado a todos por sorpresa», aseguró hoy el portavoz vaticano, Federico Lombardi, comentando la renuncia al Pontificado anunciado por el papa Ratzinger.

Lombardi también destacó que el Papa ha tomado la decisión en plenas facultades mentales y recordó que la renuncia de un pontífice está prevista en el Código de Derecho Canónico.

El primer ministro dimisionario italiano, Mario Monti, afirmó hoy sentirse «muy turbado» por el anuncio de Benedicto XVI, quien fue elegido el 19 de abril de 2005 tras la muerte de Juan Pablo II.

«Estoy muy turbado por esta noticia inesperada», señaló Monti ante las preguntas de los periodistas al margen de un congreso en el que participaba este lunes en Milán (norte de Italia), donde además aseguró que nada le había hecho presagiar que se pudiera producir la renuncia del sucesor de Juan Pablo II.

Por su parte, el Jefe de Estado italiano, Giorgio Napolitano, elogió la «extraordinaria valentía» y «generosidad» demostradas por Benedicto XVI al anunciar que renunciará al faltarle las fuerzas para continuar en el cargo.

En declaraciones a los periodistas, Napolitano, de 87 años, expresó su gran respeto por el «sentido de la responsabilidad» de Benedicto XVI y aseguró que su mandato en la Iglesia católica «requiere un esfuerzo extraordinario que recae sobre sus hombros».

Napolitano explicó que durante la última conversación que ambos mantuvieron, el pasado 4 de febrero con motivo de las celebraciones por los Pactos Lateranenses, le dio la sensación de que Benedicto XVI era consciente de un «cansancio difícilmente sostenible».

Para el presidente francés, François Hollande, la decisión del Papa de poner fin a su Pontificado a finales de febrero es «respetable».

«No me corresponde a mi hacer comentarios sobre esta decisión que pertenece a la Iglesia. No tengo que decir si está bien. Es una decisión que refleja una voluntad que tiene que ser respetada», afirmó Hollande a la prensa en Pierrefitte-sur-Seine, a las afueras de París.

La canciller alemana, Angela Merkel, agradeció hoy al papa Benedicto XVI sus años de trabajo al frente de la Iglesia católica y le deseó lo mejor tras su renuncia, una «decisión difícil» que dijo merece «el máximo respeto».

La jefa del Gobierno alemán, que recordó el «orgullo» que sintió cuando Joseph Ratzinger fue elegido Papa hace ocho años, dio en una intervención pública urgente las «gracias» a Benedicto XVI por su pontificado y le deseo «de todo corazón» lo mejor para la etapa que se abre en su vida.

Además, Merkel, que es protestante, indicó que a su juicio el papa alemán es «uno de los más significativos pensadores religiosos de nuestra época».

En opinión del primer ministro británico, David Cameron, serán «millones de personas» las que echarán de menos al papa Benedicto XVI como «líder espiritual».

«Trabajó incansablemente para reforzar las relaciones del Reino Unido con la Santa Sede», indicó el jefe del Ejecutivo británico en un escueto comunicado.

Cameron recordó que la visita del Pontífice al Reino Unido en 2010 «se recuerda con gran respeto y cariño».

Para el arzobispo de Westminster y primado de la Iglesia Católica en Inglaterra y Gales, Vincent Nichols, Benedicto XVI ha mostrado un «gran coraje» con su decisión de renunciar y pidió rezar por el Pontífice.

En España, la secretaria general del gubernamental Partido Popular español, María Dolores de Cospedal, expresó el respeto ante la renuncia al pontificado de Benedicto XVI debido a su «edad avanzada» y alabó su «talla humana».

En nombre de los obispos españoles, el presidente de la Conferencia Episcopal Española CEE, Antonio María Rouco Varela, manifestó su «más profunda gratitud por el impagable servicio prestado a la Santa Iglesia en estos intensos años de pontificado».

En América representantes de la Iglesia católica de Perú, Paraguay, Panamá, Venezuela han manifestado también su sorpresa por la decisión de Benedicto XVI, al tiempo que han elogiado su figura y han valorado su gesto de renunciar.

El hermano de Benedicto XVI, Georg Ratzinger, quien reconoció que ya conocía de antemano la decisión anunciada hoy, la calificó de «proceso natural».

«La edad oprime», dijo el también religioso Georg Ratiznger, de 89 años de edad, en declaraciones recogidas por la agencia alemana de noticias DPA, en las que comentó que el médico del sumo pontífice ha aconsejado al papa que no haga mas viajes transatlánticos.

El hermano mayor del Papa señaló igualmente que el sumo pontífice tiene cada vez mas dificultades para andar, lo que complica su vida pública, y subrayó que su «hermano quiere mas tranquilidad a esta edad».

Benedicto XVI, el papa que rompe moldes renunciando al Pontificado

«Purificador», «inquisidor», guardián de la ortodoxia de la Iglesia, eurocéntrico y conservador han sido algunos de los adjetivos que se han dado a Benedicto XVI, quien hoy volvió a romper moldes al renunciar al papado, lo que no ocurría desde Celestino V en 1294.

Benedicto XVI sólo se considera, sin embargo, un «simple y humilde trabajador de la viña del Señor».

Así se presentó el alemán Joseph Ratzinger ante los fieles cuando el 19 de marzo de 2005 en el primer cónclave del siglo XXI fue elegido papa, un pontífice que en estos años no dudó en pedir que se rezara por él para ser un pastor «dócil y firme», para que «no huyera ante los lobos y dejara solo al redil».

Ratzinger, que durante 24 años fue la mano derecha del ya beato Juan Pablo II y llevó las riendas de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, llegó al Papado con fama de «duro» y a la vez como el gran favorito, el único capacitado para suceder a Karol Wojtyla.

Considerado como uno de los grandes teólogos de este siglo, de todos era conocido su deseo de regresar a su Baviera natal, lo que al final no se materializará al quedarse a vivir en el Vaticano.

También prefería -según desveló él mismo- que los cardenales se fijaran en otro más fuerte para guiar a la Iglesia en este principio de tercer milenio.

Prueba de su escaso deseo de ser elegido Papa son las meditaciones que escribió para el Vía Crucis del Viernes Santo de 2005, pocos días antes de la muerte de Juan Pablo II, la homilía que pronunció en el funeral de Wojtyla y en la misa previa al Cónclave.

En ellas se mostró al mundo como un cardenal que no temía decir las cosas por su nombre y muy crítico con los miembros de la Iglesia, de la que dijo es una «barca que hace aguas».

Según los observadores vaticanos, un cardenal que tiene pretensiones de ser elegido papa, jamás hubiera pronunciado en los días previos al cónclave palabras similares.

Ratzinger, sin embargo, fue elegido el 265 papa de la historia de la Iglesia y su elección levantó recelos y no fueron pocos los que sentenciaron que era «más de los mismo» y representaba la involución.

Su primera aparición en público ya sorprendió, porque se vio a un papa que llevaba bajo la sotana un simple jersey de lana, poco preocupado por la imagen y que sus primeras palabras fueron: «los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor y me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes (en referencia a él)».

En la homilía con la que inauguró su pontificado volvió a sorprender al afirmar: «mi programa de gobierno es no hacer mi voluntad y no seguir mis propias ideas, sino ponerme junto con toda la Iglesia a escuchar la palabra y la voluntad del Señor y dejarme conducir por El».

La imagen de Ratzinger evolucionó a lo largo de su pontificado desde una visión de «duro» a una más amable y cercana.

«Escucha de verdad lo que su interlocutor quiere decirle. Lo hace con mucha atención y respeto. Tiene una lucidez y una claridad de pensamiento y de expresión, una densidad de contenido, que llama la atención de manera profunda», señaló el portavoz Federico Lombardi, comentando la figura del papa.

Su papado, sin embargo, se ha visto salpicado por escándalos de abusos contra menores cometidos por clérigos en diferentes países, y el robo y filtración de documentos reservados del Pontífice y de la Santa Sede desde la Curia Roma.

Estos escándalos causaron gran impresión en Ratzinger, que no entendía -como dijo- que los hombres de Iglesia, los que tiene que dar más ejemplo, fueran capaces de «delitos tan atroces».

Pidió perdón a las víctimas de esos abusos y a sus familiares, y mostró su desconcierto, a la vez que puso en marcha una serie de medidas para que nunca más se produjeran casos similares.

Ratzinger ha cambiado la legislación para regenerar la Iglesia, esa «barca que hace aguas, en la que hay tanta inmundicia», según dijo pocos días antes de ser elegido Papa.

Esas medidas no han sido bien entendidas por algunos, que llegaron incluso a acusarle de encubridor.

Desde la izquierda, además, se le acusa de conservador, de inflexible en la ortodoxia de la Iglesia y de frenar las medidas innovadoras, y desde la derecha de ser demasiado débil y de no gobernar con mano dura.

A partir de marzo, una vez que haya nuevo Papa, volverá a hacer lo que más le gusta: escribir de Cristo, para ponerlo en el centro del mundo secularizado.

Ninguna enfermedad ha llevado al papa a renunciar, dice Lombardi

Ninguna enfermedad ha llevado a Benedicto XVI a anunciar su renuncia al Pontificado, aseguró hoy el portavoz vaticano, Federico Lombardi.

Lombardi precisó, no obstante, que el propio Pontífice, en la carta en la que ha anunciado su decisión aseguró que en los últimos meses han disminuido en él las fuerzas físicas.

«En el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado», escribió el papa.

Lombardi precisó que el Papa tiene casi 86 años, los cumple el 16 de abril próximo, y es «normal» que en personas de esa edad se produzca un «declive de las fuerzas físicas».

Preguntado cómo pasará a llamarse una vez haya nuevo Papa y si será llamado «obispo emérito de Roma», Lombardi dijo que en estos momentos no se ha estudiado como pasará a llamarse, pero que no descarta esa posibilidad.

El cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI será convocado una vez sea firme la renuncia y Lombardi no descarta que ya para la próxima Semana Santa haya un papa nuevo.

Un cónclave de 120 purpurados elegirá al sucesor de Benedicto XVI

En el cónclave para la elección del Papa, que se celebrará probablemente entre quince y veinte días después del 28 de febrero, fecha de la renuncia de Benedicto XVI, participarán 120 cardenales del Colegio Cardenalicio vaticano.

El cónclave se reúne habitualmente en la Capilla Sixtina dentro del complejo vaticano y empieza unos quince días después de producirse la vacante, aunque el Colegio Cardenalicio puede establecer otra fecha, que no debe exceder los veinte días.

Ello supondría que el cónclave podría celebrarse a mediados de marzo.

Los prelados se alojan en el edificio denominado «Domus Sanctae Marthae» o residencia Santa Marta, mandado construir por Juan Pablo II en el interior de la Ciudad del Vaticano.

Aunque los cardenales son trasladados de Santa Marta al Palacio Apostólico en autobús, su aislamiento es total y para ellos rigen las estrictas normas del secreto.

Tienen prohibido mantener conversaciones telefónicas o correspondencia con el exterior, y los teléfonos celulares y la televisión están vetados en estos días.

En 2007 Benedicto XVI modificó las reglas para la elección de su sucesor, en concreto el sistema de mayorías que establece el texto de 1996 para la elección de Papa, pero dejó vigente todo lo demás.

Así, para elegir al sucesor de Benedicto XVI será necesario obtener la mayoría de los dos tercios de los votos de los cardenales electores en todos los escrutinios.

Hasta entonces era necesaria esa mayoría, pero si tras el tercer día de votaciones y llegados al 33 o 34 escrutinio no se producían resultados positivos, se decidía seguir por mayoría absoluta.

Asimismo, la nueva normativa del papa Ratzinger establece que cuando llegue el turno de voto de los dos cardenales más votados, éstos no podrán participar en la votación.

En lo referente al nombre de los candidatos, debe figurar en la papeleta escrito con una caligrafía distinta a la particular de cada cardenal, y está prohibido a los electores desvelar a cualquier otra persona noticias sobre las votaciones, antes, durante y después de la designación del nuevo Papa.

Después de cada elección se queman las papeletas.

La tradición indica que los cardenales provoquen con paja seca o húmeda que el humo sea negro si no se ha elegido papa, o blanco si la votación ha dado como resultado la elección del nuevo pontífice: es la conocida «fumata negra o fumata blanca».

Una vez que el elegido «acepta su elección canónica» como Sumo Pontífice, el primero de los diáconos -cardenal Protodiácono- anuncia desde el balcón de la Basílica vaticana la elección del nuevo Papa con la tradicional fórmula: «Nuntio vobis gaudium mágnum: Habemus Papam!» y este último imparte la bendición «Urbi et Orbi».

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