Trasiego de armas, un detonante activo en cárceles de Honduras

Tegucigalpa – El trasiego de armas, drogas y material de uso prohibido es una constante que agrava la situación de las cárceles en Honduras, donde cotidianamente se reportan motines, asesinatos, balaceras y hasta fugas masivas.

 

Urge inteligencia y tecnología de punta para detener el tráfico de armas y logística de guerra entre reclusos de alta peligrosidad.

El último suceso de este tipo ocurrió este viernes en horas de la mañana. Cuatro internos fueron ultimados por un peligroso sicario que recién salió de las celdas de máxima seguridad al “Hogar Tres” del Módulo de Procesados II.

 

De acuerdo a informes oficiales, el victimario llevó a los cuatro reos dentro de su dormitorio y ahí los liquidó con un arma nueve milímetros. Artefactos como este y de otros calibren pululan en la máxima cárcel del país.

 

Ante esa situación, el subdirector del Instituto Penitenciario, comisionado Kennet Obdulio Sabillón Flores, remarcó que es urgente la dotación de tecnologías para ejercer mejores controles en los registros que se efectúan en las 24 cárceles del país.

 

“A pura inteligencia tenemos que atacar este problema y dar con el paradero de las armas que existen en el interior de las cárceles. Estamos buscando apoyarnos de mecanismos electrónicos como detectores de armas o rastreadores, estamos pidiendo ayuda a la Embajada Americana para que nos colaboren en ese sentido”, explicó.

 

Aceptó que el ingreso de armas y otros objetos prohibidos se puede estar produciendo en estos momentos, pese a que los registros “son duros”.

 

“Para el caso la semana anterior en la cárcel de La Esperanza (Intibucá) una mujer llevaba varias porciones de marihuana introducidos en un preservativo al interior de la vagina y pudimos detectarlo porque se puso nerviosa y ella misma confesó el hecho”, citó.

 

Ante los últimos acontecimientos en las cárceles, especialmente en Támara, Sabillón Flores señaló que los operativos serán permanentes y a cualquier hora, porque se busca sacar de operación las armas que provocan tragedias en los recintos carcelarios.

 

El subdirector del Instituto Penitenciario reconoció que hay módulos en la Penitenciaría Nacional que nunca han sido objeto de registros por parte de las autoridades. “Vamos por partes, es difícil la situación, sólo con inteligencia se pueden lograr buenos objetivos ahí porque a la brava no vamos a lograr nada”.

 

Los operativos en la cárcel de Támara fueron un éxito cuando estaba personal norteamericano en la máxima cárcel del país, dijo.

 

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Además, es de conocimiento público que apenas 18 celdas de máxima seguridad están siendo utilizadas en la Penitenciaría Nacional, las demás no fueron construidas con los mínimos controles de seguridad y los propios internos se han encargado de destruirlas.

 

“Fueron hechas como con azúcar, también ahí el Gobierno va a invertir otra cantidad de dinero para volver habitar estar cárceles de máxima seguridad y recluir en estos espacios a personas de alta seguridad”, señaló el oficial.

 

Actualmente, unos cuatro mil internos componen la población penitenciaria de Támara, es decir con un 100 por ciento de sobre población, ya que está estimada para dos mil reos.

 

Se prevé mejorar estas condiciones de hacinamiento cuando se termine de construir el Centro Penitenciario localizado en la comunidad de Tumba La Hoya, el Porvenir, Francisco Morazán, con capacidad para dos mil personas y que se prevé estará concluido en diciembre de este 2014. También en Santa Bárbara se construye otra mega cárcel con capacidad para dos mil internos.

 

El sistema penitenciario hondureño ha permanecido en total abandono, al grado que recientemente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) lo calificó como “deshumanizado, paupérrimo y corrupto”.

 

Sabillón Flores remarcó que los directores del sistema penitenciario “poco o nada han hecho debido al poco apoyo.

 

Recientemente un interno se fugó del penal de La Ceiba por la precariedad de las instalaciones de esas ergástulas, y qué decir de más de una decena de reos que hicieron lo propio, pero en la cárcel de Támara.

 

“Con el apoyo que nos está brindando el señor presidente (Juan Orlando Hernández), se espera recuperar la gobernabilidad de los centros y que sea el Estado el que mande ahí”, aseveró.

 

Pidió paciencia a la sociedad hondureña para ver resultados concretos.

 

Puntualizó que “uno de los problemas más serios que tenemos son los enfrentamientos latentes entre paisas (reos comunes) con los integrantes de pandillas”.

 

Se estima que para noviembre de este año se gradúen los primeros 300 policías penitenciarios -de un total de 1 mil 250- para cubrir puestos en Tegucigalpa y San Pedro Sula, situación que permitirá una reclasificación del personal que actualmente está destacado en estas zonas importantes del país.

 

Actualmente la población penitenciaria es de aproximadamente 14 mil personas, siendo los centros penales con mayor sobrepoblación el Marco Aurelio Soto localizado en Támara y los de las ciudades de San Pedro Sula y Santa Rosa de Copán, mientras tanto la zozobra y la muerte rondan las cárceles de Honduras.

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