Retorno a la responsabilidad

Por: Luis Cosenza Jiménez

Hoy, 6 de diciembre, los venezolanos acudirán a las urnas para elegir 167 legisladores, renovando así su Congreso. El partido de gobierno, el PSUV, actualmente controla 99 de esos escaños, pero ahora las encuestas vaticinan que la oposición ganará más de la mitad de las curules.

La votación se da en un ambiente de intimidación y violencia, y el gobierno controla todo el aparato electoral, la policía, y las fuerzas armadas. Por tanto, es difícil pronosticar que ocurrirá. En todo caso, habrá ya luego oportunidad de comentar el evento electoral. Mientras tanto, permítanme compartir con ustedes algunas consideraciones sobre lo que acontece en el Sur del continente.

En otras ocasiones he manifestado que resulta anacrónico caracterizar a los gobiernos como de “izquierda” o “derecha”, o como “progresistas” o “conservadores”. Esos apelativos fueron sepultados junto a la guerra fría. Colapsaron con el derrumbe de la Unión Soviética. Actualmente la clasificación que cabe es la de gobiernos “responsables” o “irresponsables”, refiriéndonos al manejo de la macroeconomía. En América Latina el gobierno más irresponsable, por mucho, es el venezolano, seguido, hasta ahora, por el argentino. En cuanto a Bolivia, Ecuador y Nicaragua, independientemente de lo que se piense de sus gobernantes y del estado de las libertades políticas y de expresión, en el ámbito macroeconómico cuentan con gobiernos responsables que han adoptado políticas que solo pueden ser consideradas “neoliberales”.

Recientemente ha ganado la presidencia en Argentina don Mauricio Macri, lo que presagia un retorno a la responsabilidad en ese país. El triunfo es más meritorio si se considera que se da desde la oposición y que se logra pese a la campaña negativa desatada por Venezuela por medio de su caja de resonancia, Telesur. La pregunta que ahora surge es si esto es un augurio al retorno a la responsabilidad también en Venezuela, y mi opinión es que sí. No obstante, dado el grado de corrupción que prevalece en las altas esferas del gobierno venezolano, parece difícil que en ese país se dé una transición pacífica como la que hemos presenciado en Argentina. La magnitud de la corrupción ha sido puesta de manifiesto con la captura y reclusión en Estados Unidos de dos sobrinos de la Primera Dama de Venezuela, acusados de tráfico de drogas. El silencio del gobierno venezolano ha sido ensordecedor y revelador. Seguramente que los sobrinos, a fin de reducir la duración de su encarcelamiento, proporcionen a las autoridades de Estados Unidos información que incriminará a otros altos funcionarios del gobierno venezolano. Pero esperemos a ver qué sucede allí y mientras tanto volvamos a Argentina.

En ese país el gobierno saliente ha creado un clima artificial, manipulando el Banco Central y falsificando las cifras de inflación, lo que casi llevó a que Argentina fuera expulsado del FMI. Los analistas consideran que el gobierno de Macri tendrá que devaluar la moneda para hacer frente a los desequilibrios macroeconómicos que hereda y que fueron ocultados por el gobierno saliente. A los argentinos les espera un ajuste, gracias a la irresponsabilidad de doña Cristina, y es de esperar que los enemigos de Macri lo condenen por aplicar la medicina requerida por los desatinos del gobierno saliente. Las críticas serán estridentes ya que Macri ha dado un vuelco a la política exterior de su país al proponer aplicarle la Carta Democrática a Venezuela por las violaciones del gobierno a los derechos humanos y las libertades políticas. Ya hemos escuchado las voces indignadas alegando “injerencia en asuntos internos”, ignorando el fondo del asunto y olvidando la injerencia de esos mismos países en los asuntos internos de otros. Basta con recordar su posición en el caso hondureño. En todo caso, es refrescante encontrar a un mandatario que se atreve a decirle la verdad a Venezuela, máximo cuando proviene del Cono Sur, región que ha sido tratada por Venezuela como si le perteneciera. Mientras el resto de los mandatarios latinoamericanos han sido espectadores pusilánimes de la debacle venezolana, es agradable ver que podríamos ahora estar frente a un nuevo liderazgo en Sur América, y que eso podría resultar en un retorno de la responsabilidad en el manejo macroeconómico de esos países.

El impacto de la posición de don Mauricio Macri ha sido reforzado por el comunicado de don Luis Almagro, Secretario General de la OEA, condenando el asesinato de un político venezolano, militante de la oposición, el pasado 26 de noviembre. Almagro ha pedido la expedita investigación y castigo del crimen, el cese de la intimidación y el desarme de los grupos ligados al gobierno. ¡Qué diferencia con la actitud sumisa y timorata que asumía la OEA durante la época de Insulza! Por supuesto que el gobierno venezolano montó en cólera, y como suele hacer, recurrió a insultos y vituperios, pero eso solo les aísla aún más del concierto de las naciones civilizadas.

Como hemos señalado antes, las encuestas vaticinan la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas. Ya los jerarcas del gobierno han declarado que un Congreso en manos de la oposición llevará a un enfrentamiento con el Ejecutivo, revelando que para ellos solo el poder absoluto, el que corrompe absolutamente, es aceptable, e ignorando que en el resto de los países de la región lo normal es que el poder Ejecutivo no controle el poder Legislativo. Es más, ya han adelantado que ignorarán la voluntad de los venezolanos y encontrarán la manera de marginar el Congreso para gobernar desconociéndolo. Todo esto agravará la ya triste situación de los venezolanos y conducirá a la marginalización de Venezuela en la comunidad internacional y a la eventual aplicación de la Carta Democrática a su gobierno.

Todo indica que ha comenzado el principio del fin para el gobierno venezolano. Sufrirá el ostracismo y la condena internacional, pero no por eso debemos pensar que la transición a la democracia y la responsabilidad será fácil o incruenta. La corrupción, y el temor de los corruptos al castigo que merecen, hacen pensar que el proceso será harto difícil. Probablemente los venezolanos estén obligados a soportar por un rato todavía, los desmanes y desvaríos de un gobierno incompetente y corrupto. Al final, solo la acción colectiva, nacional e internacional, basada en la aplicación de la Carta Democrática, podrá aliviar el calvario que desde hace ya varios años padecen los venezolanos.

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