La fisura llega también al Partido Nacional

Por: Thelma Mejía
Tegucigalpa.- A un año y medio de haber retenido por primera vez el poder en forma consecutiva, y autoproclamarse como la fuerza política más fuerte y más granítica de Centroamérica, el Partido Nacional hoy comienza a presentar sus primeras fisuras, unas más visibles que otras, pero todas en derredor de la corrupción que salpica al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), una bola de nieve que crece y puede volverse una avalancha que arrase con ese bastión del otrora fuerte bipartidismo político en Honduras.
 

De mando vertical y una disciplina sin precedentes, los nacionalistas no han podido resistir estar en el ojo del huracán, el pago de dineros asociados a la corrupción del IHSS para financiar parte de su campaña política en las pasadas elecciones, fue la gota que derramó el vaso para que el Partido Nacional no saboree con el señorío de hace 18 meses la victoria obtenida que lo llevó por segunda vez consecutiva a retener el poder.
 
Como dijo el ex presidente Lobo Sosa, nadie imaginó que la dimensión del escándalo del Seguro Social fuera tan grave y tan fuerte, que hoy por hoy, el otro golpeado en esta especie de tragedia griega sea el propio Partido Nacional y con él los nacionalistas.
 
En el discurso público, sus líderes siguen vendiendo la imagen de unidad, de fuerza que demuestran cuando de movilizar sus bases se trata como contramarchas al movimiento ciudadano de la llamada Oposición Indignada o para “convencer” a los burócratas a movilizarse en los eventos de recreación social que promueve el gobierno. Saben cómo sacar sus fuerzas aunque sea a marcha forzada.
 
Pero a lo interno, el Partido Nacional empieza a vivir su propio desgaste, natural en estos centenarios partidos que como El Liberal, fueron por más de un siglo el símbolo del sistema político hondureño pero también de las prácticas impropias de la democracia.
 
Los nacionalistas nunca creyeron, ni lo creen aún, que el desgaste de los liberales del cual se ufanaron y fueron sus activistas y protagonistas, hoy estuviera llegando a su puerta sin poder impedir su ingreso.
 
Muchas cosas han jugado en contra de los nacionalistas y el Partido Nacional. Citaré una de ellas por ser visible y está relacionada con la torpeza con que su dirigencia manejó las relaciones con la oposición política, entre ellas el Partido Liberal, considerado un aliado natural en aras de la gobernanza y gobernabilidad.
 
Vieron al Partido Liberal como una especie de pesa, en donde se compra la mejor carne y no necesariamente al mejor postor. Apostaron por el “contacto directo” con la bancada liberal para no hablar con la cúpula del Central Ejecutivo porque les daba alergias. Su táctica fue y sigue siendo la permanente descalificación de la oposición.
 
Por diversas razones, entre ellas las ambiciones personales y de poder, los nacionalistas encontraron un partido Liberal fragmentado, con honrosas excepciones entre su dirigencia y sus diputados, pero otras, ni merecen ser mencionadas porque el registro histórico se encargará de ello.
 
No solo maltrataron a su aliado para la gobernanza y la gobernabilidad como han sido en momentos claves los liberales, también menospreciaron al resto de nuevas fuerzas políticas como Libre y el Partido Anticorrupción (PAC).
 
El Partido Nacional, obnubilado por el poder del triunfo y el goce de la humillación de los contrarios, hoy está viviendo tragos amargos e inimaginables para su dirigencia y sus activistas. Con la crisis del Seguro Social, salieron a “cazar” presas sin imaginarse que pueden terminar “cazados” y lo que es peor, abrir una especie de vendetta a lo interno y a lo externo que aunque se sabe cómo empezó, difícilmente se sabrá cómo y cuándo terminará. Cayeron en su propia trampa.
 
En su intento por depurar “a lo cachureco” tienen indignados hasta a la gente de su mismo partido, que no rompe la disciplina, pero tampoco duda en externar su incomodidad por lo desaciertos de la dirigencia y su representación política en el parlamento y en la burocracia.
 
El nacionalista de corazón, así lo siente y así lo expresa. Los golpes en su partido por corrupción y por crimen organizado los tienen indignados  y esperan que al final de la tormenta, la bandera azul con la estrella solitaria se levante más digna, con menos soberbia y con más compromiso social para Honduras y no para unos pocos.
 
Mi percepción—y puedo estar equivocada—es que uno de los pocos políticos nacionalistas que ve lo que ha desatado la Caja de Pandora del IHSS, es el ex presidente Rafael Callejas, cuyos movimientos, deben ser vistos más allá del simple interés reeleccionista. Callejas es de esos políticos que juega con balón adelantado y habrá que esperar su papel en la crisis del nacionalismo cuando ésta sea insostenible.  Es cuestión de tiempo y también de habilidades políticas, últimas que en su dirigencia no lucen tan bien.
 
Honduras vive una indignación permanente, pero ante todo, un desencanto con las elites políticas que la puede llevar de un soplo, a romper abruptamente con el bipartidismo y dar vuelta de calcetín al sistema político partidario al que apenas nos vamos acostumbrando.
 
Los nacionalistas, por estar en el poder, creen que gobiernan un país en donde el pasto siempre será verde, ya sea por decreto o por la fuerza mediática, pero todo indica que bajo ese pasto, un volcán empieza a arder. Aplacarlo con inteligencia y sabiduría está en su manos, pero aplacarlo por la fuerza de la descalificación sólo abonará  a las brasas con la amenaza latente que el soplo en cualquier momento aparecerá. Pa´luego, será tarde.
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