La tragedia griega o cómo poner al mundo en vilo

Por: Julio Raudales

No pude evitar sentirme triste al leer en la red los comentarios de queridas amigas y apreciables compañeros denominados “Progresistas” que, con mucho aspaviento, desbordaban de alegría expresada en sus vítores al triunfo rotundo del NO en el referéndum griego del pasado domingo.

Por supuesto que son opiniones absolutamente respetables; ¿Quién soy yo para oponerme a los gustos, sentimientos y sueños de quienes siguen con atención la política y economía internacional? No obstante, creo que vale la pena exponer mis puntos de vista sobre la cuestión, reforzando mi criterio con elementos de la ciencia económica, la experiencia y quizás un poco de sentido común.

Pero antes que nada, vale la pena poner en contexto la crítica situación actual que atraviesa la hermosa Helade. ¿En qué consiste la actual crisis?, ¿Cómo llegó a tenerla?, ¿Por qué tiene tan asustados a todos? Y sobre todo ¿Por qué me causa sentimiento que ésta crisis amenace la estabilidad europea?

Comencemos por donde se debe, por el principio: Ante todo, vale la pena enfatizar que Grecia ha sido y es una nación sino rica e industrializada como muchas de Europa, al menos un estado que garantiza buenas condiciones de vida a su ciudadanía. Aunque no formó parte del club inicial de la zona euro, fue admitida a partir del 2001, cuando los otros miembros consideraron que estaba lista para anclarse a la moneda única; tiene un ingreso per cápita bastante alto (US$ 27,000), similar al de Corea del Sur y España; además, de acuerdo al PNUD, su Índice de Desarrollo Humano es de primer orden; un excelente sistema de seguridad social, buena gobernabilidad y un nivel de vida coherente con el de cualquier país desarrollado.

¿Qué ha fallado entonces?, ¿Por qué los griegos han vuelto a ponerse con holgura en las primeras planas de todos los periódicos?, ¿Qué hicieron mal para que todo el mundo los observe en vilo, esperando el devenir de su suerte?

Bueno, lo que sucedió es algo no muy diferente a lo que le pasa cualquier familia que por suerte o favor divino, se beneficia de un incremento en su peculio. En efecto, luego de su entrada a la zona euro, los griegos tuvieron un acceso inusitado a un “club muy elegante”, que les permitía algunos lujos a los que no tenían acceso en el pasado, pese a su posición acomodada. Repito, es como si a usted querido lector o lectora, persona de clase media y luchadora, le aprobaran un crédito millonario en su tarjeta y con esta canonjía decidiera comenzar a darse la gran vida.

En efecto, a partir de 2001 y aprovechando las ventajas que otorga el uso de una moneda fuerte y el acceso a créditos con una tasa de interés muy baja, los griegos profundizaron una serie de políticas más bien populistas con el fin de garantizar un elevado e inusual estatus de vida para su población. ¡Asómbrese usted! En Grecia uno de cada cinco trabajadores es empleado público; Si en Honduras tuviéramos esa misma relación, habrían en nuestro país un millón de personas trabajando para el gobierno (actualmente tenemos unos 200 mil, si incluimos los empleados municipales y ya eso es bastante); aparte de eso, la edad de jubilación es de apenas 50 años y quienes acceden a este derecho obtienen el 95% de su último salario; Grecia además, tiene el sobre registro poblacional más alto del mundo, hay muchas personas que cobran pensión y que fallecieron desde la década de los 70’s, subsidios a mujeres solteras, medicamentos sobrevalorados en hospitales, ¡En fin! Un tren de vida que dejaría perplejo al Hijo Pródigo de la Biblia.

Con el comportamiento descrito, ¿Por qué debería ser extraño que a la primera crisis experimentada por la Unión Europea fuera Grecia la victima forzosa? En Alemania, el país que más trabaja y ahorra en el continente, los contribuyentes están molestos con su Canciller: los créditos para sostener el tren de vida de los helenos sobrepasan ya los 500 mil millones de euros. ¡La situación no da para más! Y aun así hay personas que exigen la no reducción de esa pantagruélica existencia y condenan las propuestas de la llamada “Troika” (FMI, Banco Europeo y la Comisión Europea).

Siempre tuve a la austeridad como una virtud, sin embargo ahora, mis amigos “progre” la demonizan. Debemos reflexionar. Las cosas no andan bien en el mundo y siempre pueden estar peor. Favor mirarnos en ese espejo.

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