Por: Thelma Mejía
Tegucigalpa.- Diminuta de estatura, algo introvertida, pero segura de lo que dice y afirma, así es la ex fiscal guatemalteca Claudia Paz y Paz, impulsora de una serie de cambios en su país de la mano de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y que ahora profundiza su sucesora, la fiscal Thelma Aldana, otra mujer valiente que está haciendo historia en su país y la región. Ambas son portadoras de esperanzas en medio del desaliento.
Invitada por la Alianza por la Paz y la Justicia (APJ), la ex fiscal Claudia Paz estuvo recientemente en el país, justo cuando se produjo la bronca entre el gobierno, el congreso y la MACCIH por el cuestionado tema de la elección del Tribunal Superior de Cuentas (TSC) cuyo impacto se verá en el cercano futuro según los expertos.
Paz había venido a reunirse también con altos personajes del Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia, pero sus principales rectores fueron llamados de urgencia a Washington en una reunión que buscaba bajar el perfil a la agresividad que algunos poderes del Estado de Honduras han mostrado por la presencia y posicionamiento de la MACCIH.
La ex fiscal Claudia Paz y Paz no pudo reunirse ni con el fiscal general ni con el presidente del poder judicial, pero su agenda tenía contemplado un conversatorio con sociedad civil y ahí su mensaje fue de aliento y esperanzas ante la cruzada hondureña de luchar de frente contra la impunidad y la corrupción.
De modales suaves, pero convencida que la lucha contra las redes criminales corruptas y de crimen organizado no se agota en los discursos, la ex fiscal Paz dijo a los hondureños que estas batallas no son tan rápidas como muchos esperan. Son procesos, en los cuales no se le puede pedir a alguien que tenga la varita mágica y diga quién es honesto y quién es deshonesto en un país.
La recolección de pruebas lleva tiempo pero si se hace metódica y científicamente los pícaros siempre caen, dijo. En la lucha contra estas redes criminales que cooptan un Estado y operan con aliados inimaginables en las elites de un país, se necesita tener socios muy fuertes dentro de la institucionalidad del Estado, acotó.
Estos socios son el Ministerio Público, el poder judicial y la policía. En paralelo desde la ciudadanía es clave también la sociedad civil y la comunidad internacional comprometida con la decencia. Importantes son, además, las organizaciones defensoras de derechos humanos internas y externas. Al menos esa es una de las lecciones dejadas por la experiencia guatemalteca.
Los medios de comunicación son otro rol clave en esta lucha por destapar la impunidad. En Guatemala no fue fácil, un sector de la prensa se cerró a favor de los corruptos e impunes, mientras otro informaba de los alcances que estaba teniendo la “primavera” guatemalteca. Y cuando todo era insostenible, cuando el ex presidente Otto Pérez y sus compinches ya no podían—ni controlando la prensa—evitar su caída, los medios de comunicación jugaron su apuesta por la decencia y la democracia. La calle y su gente les indicaron que no podían dar la espalda a los procesos sociales.
Paz dejó entrever que las crisis que enfrentó la CICIG en su país, es muy probable que las tenga en Honduras la MACCIH, pero las mismas serán superadas siempre y cuando los socios fuertes en la lucha contra la impunidad cierren los caminos a aquellos que gustan asaltar el Estado.
Y dijo algo que fue una bocanada de aliento para los ahí presentes y la sociedad en general: se debe aprender a vencer el miedo, se debe aprender a romper el silencio.
“Guatemala después de la guerra fría y las luchas intestinas (de casi medio siglo), sus ciudadanos eran muy cuidadosos de lo que decían, muy temerosos, el silencio era una forma de resistencia, pero rompieron y vencieron el miedo. Guatemala ahora es otro país”, dijo Paz.
¿Qué cambió?, se preguntó Paz para responder: cambió la desesperanza porque los guatemaltecos ahora saben que las cosas pueden ser diferentes y se está dando un mensaje fuerte desde sus instituciones. La CICIG, aclaró, es un acompañante del proceso pero los casos los presentan fiscales guatemaltecos y los resuelven jueces guatemaltecos. Solo que éstos responden a una mística de justicia en donde ésta no solo pica al de pies descalzos.
En Guatemala, dijo, el Ministerio Público sabe que su papel es procurar justicia, sin importar quién o quiénes son los implicados. En el caso de los jueces éstos aprendieron a ejercer su poder sin temor a obedecer órdenes ilegales o componendas de cúpulas. Jueces y fiscales en ese país, están empoderados de su papel, que no es autoritario, sino un poder democrático, sostuvo Paz.
Sus experiencias y las lecciones aprendidas fueron líneas que permitirán trazar los escenarios futuros sobre el trabajo que realice la MACCIH en el país, los tropiezos que encontrará a su paso y las respuestas desde el Estado y la ciudadanía. La ciudadanía en la batalla contra la corrupción está obligada a acuerpar a la Misión, siempre y cuando ésta responda a las expectativas para las que fue creada.
En esta lucha, advirtió la ex fiscal Paz, los hondureños no deben sorprenderse de quiénes se unen para taparse con la cobija de la impunidad. Guatemala lo ha visto y lo sigue viendo. Las redes criminales que asaltaron el poder para legalizar sus acciones y los grupos paralelos de poder que se unieron con algunos grupos fácticos en ese país, han comenzado a ser desarticulados. Y en Guatemala, se aseguró, no hay marcha atrás y la CICIG seguirá ahí porque es de los guatemaltecos. Confiemos que los hondureños podamos contar lo mismo. Más de Thelma Mejía. Aquí…