La musica del flautista que nos quiere robar el futuro

Por: Pedro Gómez Nieto

Los hermanos Grimm documentaron la fábula “El flautista de Hamelin”.

Cuenta la historia de un músico flautista que llega a la ciudad de Hamelin en 1284; con su voz de locutor y paralingüística deportiva sorprende a la clase política. Por su trabajo pide lo que no le pueden dar, porque los que no es no puede ser, y además es imposible. Para vengarse y hacerles el mayor daño posible, ataca la parte más débil y vulnerable de la ecuación, el pueblo pobre, marginado y manipulable. Toca su flauta de manera cautivadora embelesando a la juventud que le siguen hasta el agujero negro donde los hace desaparecer. El flautista realmente hizo daño a esa ciudad alemana, robándoles el futuro.

En Honduras, tenemos dos flautistas, el titiritero y su marioneta, expertos en agarrar un micrófono, colocarse delante de una cámara de televisión, y sembrar los corazones del pueblo con un neolenguaje cargado de mensajes triunfalistas que no se podrán cumplir mientras la dictadura no sea arrojada al infierno. Consignas que desatan emociones de frustración, odio y violencia. “Así seguiremos en las calles por dos años más si fuese necesario, hasta que la dictadura entregue el poder”, grita la marioneta con su paralingüística televisiva. Mientras en las calles se desata el pillaje, la destrucción de la propiedad, el llanto y dolor del pueblo, los flautistas experimentan el orgasmo de su hazaña sentados en la mesa del rico Epulón. “Si al final no consigo conquistar el trono me iré del país” confiesa la marioneta. “El exconductor de autobuses estará orgulloso de su alumno aventajado que destruyo por segunda vez al liberalismo y tiene de rodillas al nacionalismo”, se complace el titiritero sobando el sombrero.  

La entrada a este laberinto se ubica en las elecciones internas. Los partidos de la oposición en lugar conformar una alianza, boicotear las elecciones renunciando a participar en las mismas, denunciar la ilegalidad del proceso electoral ante la comunidad internacional, y solicitar la mediación de los organismos internacionales, deciden aceptarlo y participar. Con ello le estaban dando carta de naturaleza a la figura política y jurídica de la reelección presidencial, y al TSE como garante del proceso.

Los partidos presentan sus movimientos en las primarias. Una vez que el TSE valida el proceso y declara los movimientos vencedores para las elecciones generales, la “Alianza fallida” se quita la máscara mostrando una estrategia perfectamente planificada. Cuestiona por ilegal el continuismo nacionalista y también al TSE como garante del proceso, a pesar de aceptarlo para las internas. La consigna es: “La reelección es ilegal, por lo tanto el candidato del oficialismo no puede ganar. Si gana es que hubo fraude”. Este planteamiento confrontativo e incendiario se asemeja al del tahúr que juega con las cartas marcadas.

Veamos una cronología: “Si gano acepto el resultado que emita el TSE; si pierdo denuncio fraude y manipulación de actas pero sin presentar ninguna prueba aunque juro que las tengo. Firmo para no aceptar tendencias y solo el conteo de actas, pero si la tendencia me favorece exijo me declaren vencedor. Pido un nuevo conteo de 1.000, 5.000, de las 18.000 actas, pero no presento mis copias. Solicito peritos calígrafos para verificar las firmas de todas las actas. Arengo al pueblo para que impida el robo de mi presidencia en las calles.

Cuando aumente la confrontación, el pillaje y vandalismo, incendios e incluso muertos, de todo hago responsable al oficialismo por no dejar el poder, y digo que los saqueadores son puestos por el gobierno. Exijo la segunda vuelta electoral. Ninguneo al TSE y a los observadores internacionales. Firmo documentos de conceso para seguidamente decir que me tendieron una trampa. Desconozco al TSE y a cualquier observador que no apoye mis pretensiones acusándoles de ser peones del imperialismo yanqui. Desprecio a las Fuerzas Armadas, pero les recuerdo a los militares cuál es su papel constitucional, y les animo a…”

En la película “El Justiciero”, el protagonista Robert, ex agente de la CIA, ayuda a la prostituta Teri, inmigrante rusa que ha caído en las garras de una organización criminal. Hay una escena donde Robert, visita a su amiga Sussan, alta funcionaria asesora de la CIA, para que le facilite información sobre la estructura criminal, a lo que ella accede no sin algunos reparos. Cuando Robert abandona la casa, el marido de la funcionaria le pregunta a su esposa: “¿Vino a pedir ayuda?” A lo que ella le responde: “No necesita ayuda, vino a pedir permiso…”

En esta campaña, hemos observado la visita a despachos oficiales de la “dama del norte” de algunos políticos y candidatos presidenciales. Incluso reuniones discretas después del 26N. Algunas fueron para hablar mal de Honduras exigiendo sanciones; otras fueron para pedir ayuda y protección; y una, solo una, para pedir permiso…

Profesor y Asesor C.I.S.I.
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