Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Por Jorge Sierra) – Miles de imágenes quedaron en nuestras retinas tras el paso de devastadores huracanes que azotaron a Honduras en las últimas décadas, especialmente los fenómenos Eta y Iota que destrozaron el Valle de Sula y otras zonas del noroccidente del país.
– Gracias a reporteros gráficos profesionales, video aficionados o simplemente ciudadanos comunes, las imágenes de la tragedia estuvieron a la orden del día.
En 1998, cuando el huracán Mitch partió a Honduras, los lentes periodísticos recogieron las desgracias que abatieron a millones de personas aun a costa de sus vidas, tal y como ocurrió con Víctor Sauceda, un periodista gráfico del capitalino diario el Heraldo, que en busca del mejor ángulo fue arrastrado, junto a la elevada construcción donde disparaba el lente para llevar las imágenes de las embravecidas corrientes que arrollaban el céntrico barrio La Hoya de Tegucigalpa.
Con Víctor Sauceda, se perdió a un profesional comprometido y un lente de gran calidad. Para entonces el Internet y la conectividad en el país eran incipientes y las redes sociales casi inexistentes.
Las imágenes de Mitch fueron pese a ello abundantes y gráficas.
Pero este 2020, la presencia de Eta e Iota, fueron captadas minuto a minuto tanto por los periodistas gráficos como por los propios protagonistas de las historias que pudieron compartir sus desdichas a través de las plataformas sociales que la red les permite.
En el de Valle de Sula, así como Santa Bárbara, Copán, Colón, Olancho, Gracias a Dios y El Paraíso y en el resto del país, las imágenes siempre hablaron por su solas. Dramáticas, apabullantes, solidarias esperanzadoras. Los detalles de lo dejado por los ciclones se registraron con una amplitud magnifica.
Pero si el público aportó sus mejores imágenes, los periodistas gráficos aprovecharon las facilidades de la tecnología, la conexión a redes digitales y el uso de dispositivos de almacenamiento para generar las fotografías más impresionantes y una mayor interacción.
Desde la imagen de la madre con su niño a cuestas con el agua al cuello, hasta la desesperación de quienes aguardaban por ser rescatados, los momentos en que los deslaves se llevaban todo a su paso, incluidas comunidades enteras, los más profundos dolores, la incertidumbre y la desesperanza quedaron en la retina del mundo que también pudo ver, los lentes profesionales que captaron los pies cubiertos de lodo de una mujer mayor, mostrando así la magnitud de la tragedia, sin generar con ello morbo alguno.
Otras gráficas como las aguas hasta el techo de la terminal aérea Ramón Villeda Morales o las correntadas cubriendo complejos maquiladores en Choloma, así como el Estadio Humberto Micheletti de Choloma anegado, miles de hectáreas de cultivos dañadas o puentes importantes destruidos, son tan solo otras muestras de la devastación captada en las postales de los periodistas gráficos.
Se arruga el corazón: Membreño
El reportero gráfico, Delmer Membreño, dijo que en 1998 cuando le tocó cubrir la experiencia del Mitch tenía apenas un año de laborar como fotógrafo en el diario La Tribuna y recién había cumplido 18 años.
“Lo del huracán Mitch fue una situación compleja para mí y no la comparo con estas dos últimas tormentas porque en aquel tiempo no tenía la conciencia que tengo ahora, ni el bagaje que he adquirido con el paso de los años”, apuntó.
Para Membreño hacer cobertura gráfica de una catástrofe natural le hace enfrentar realidades desgarradoras de personas que lo perdieron todo.
Para el ahora corresponsal gráfico de prensa internacional, regresar de la misión en el Valle de Sula, tras el paso de las tormentas Eta y Iota, fue durísimo y venía con el corazón arrugado y pequeñito.
Relató que estuvo haciendo material gráfico en la colonia Morales 2, en la ribera del río Chamelecón, cuando captó a un señor que retornaba para ver lo que había quedado de su vivienda. “Ahí me encontré a una señora que estaba apoyada en el portón de su casa. La vi totalmente destrozada, lloraba sin parar, entonces me le acerqué y me dijo: ‘Tito ayúdeme a arreglar la casa’, mientras estaba en medio de un metro de lodo aproximadamente”, narró.
La desconsolada mujer -sigue el relato Membreño- me contó que no había comido y lo peor es que yo solo andaba 14 lempiras (unos o.60 centavos de dólar) en la bolsa. Fue una situación compleja porque me puse a pensar ¿qué estoy haciendo?, en realidad, ¿mi trabajo está ayudando en algo?, ¿estoy haciendo algo por la sociedad?
Membreño puntualizó que cuando se hacen ese tipo de coberturas no pueden más que sentir dolor e impotencia. “Soy sincero, no le pude tomar fotos a esa señora. Decidí no hacerlo porque no tuve la fuerza en ese momento”, refirió.
Parafraseó al fotógrafo Kevin Carter -premio Pulitzer en 1994 por la foto del buitre y la niña durante la hambruna en el sur de Sudán en 1993- en el sentido que cuando una situación no pone en peligro a la persona y tampoco a la fotografía, perfectamente se pueden cumplir ambas situaciones.
“Una foto se toma en un segundo. Yo puedo ver a alguien que está en peligro, pero por inercia voy a tomar la foto y después voy a ayudar”, corroboró.
Lejos del dolor que siente el ser humano, el fotógrafo dijo que cuando le toca cubrir eventos trágicos como las recientes inundaciones, también es algo que los apasiona y para lo cual está preparado.
“Es una explosión de emociones, el hecho que estarás en un lugar privilegiado para cubrir y mostrarle a miles de personas lo que está pasando en zonas denominadas cero en eventos trágicos que sacuden la vida de un país”, expresó.
Indicó que al existir miles de dispositivos móviles y tecnológicos que ahora se encargan de mostrar lo que sucede en el momento en determinadas situaciones, eso se traduce en un mayor compromiso para los fotógrafos, quienes están obligados a mostrar un mundo lumínico distinto.
“Hay que estudiar el fenómeno de la luz, cómo hacer las capturas, prepararse y estar listos para construir una historia visual distinta que no sea la normal. Debemos tener conciencia del privilegio y lo hermoso que es esta profesión”, explicó Membreño.
Dilema con la parte humana: Irías
De su lado, el también reportero gráfico, Estalín Irías, rememoró que cuando se enfrentan a este tipo de acontecimientos dolorosos, también sienten la parte humana.
“Nos causa tristeza que mientras tu cámara está captando imágenes, por otro lado, tus ojos están llorando. Duele ver dantescos y grotescos cuadros de destrucción que nos ha tocado cubrir”, describió.
Mencionó que muchas imágenes los marcan para siempre, pero tienen claro que es parte de su trabajo en el campo del periodismo.
Citó que cuando cubrió el Mitch pudo hacer una fotografía de una niña que después del paso arrollador del huracán cruzó el puente El Chile, de la capital hondureña, para ir a hacer su primera comunión.
“La niña iba vestida de blanco entre los escombros con una vela en sus manos, con una fe inquebrantable, pese a lo que estaba viviendo el país. Esas cosas lo marcan a uno como fotógrafo”, externó el fotógrafo con 30 años de antigüedad en Diario El Heraldo.
En torno a la cobertura de los dos ciclones que golpearon al país este 2020, mencionó que lo que no olvida es a la gente pidiendo ayuda, muchas mujeres con niños en brazos y adultos mayores con el agua casi al cuello.
“Tampoco olvido la imagen de una madre cargando a su hijo que llevaba solo un calcetín en su piecito. Es duro ver a esta mujer toda llena de lodo, aquí es donde ni siquiera quisiéramos fotografiar porque somos víctimas del dolor de nuestros compatriotas”, representó el también egresado de periodismo.
Irías es del criterio que ante la disyuntiva de asistir a alguien en una situación de peligro o disparar su cámara, se inclina por la primera. “Podemos ayudar, siempre y cuando nunca dejes tu cámara. A mí me ha tocado ayudar a una persona que su carro tomó fuego y luego cumplir con mi deber de fotógrafo, primero está la vida de las personas, es la naturaleza humana”, reforzó.
Imágenes imborrables: Salgado
Otro de los reporteros gráficos que habló con Proceso Digital, fue Efraín Salgado, quien lleva más de 37 años como fotógrafo de medios escritos, quien no olvida su cobertura periodística en 1998 tras el paso del Mitch.
Contó que le tocó hacer fotos desde la parte donde se instala la Feria del Agricultor y El Artesano, a inmediaciones del Estadio Nacional, sobre las enfurecidas aguas del río Choluteca que venía de la parte de la antigua Penitenciaría Nacional.
“Yo tomé las gráficas de la corriente que traía de todo, incluso vehículos, pero jamás me imaginé que varias cuadras antes se había caído mi compañero Víctor Sauceda”, relató con voz entrecortada.
Agregó que Víctor Sauceda estaba tirando flashazos como señal de auxilio porque el agua casi cubría el lugar donde estaba acurrucado tomando las fotos del escape de los reos de la cárcel ubicada en el barrio La Hoya de la capital.
“Cuando él -Víctor Sauceda- quiso bajarse el agua ya cubría el piso, luego empezó a tirar flashazos pidiendo auxilio, pero ya era muy difícil y fue ahí cuando se derrumbó y se lo llevó la vertiente”, recordó.
Nombró que las imágenes que no olvida fue cuando el agua casi cubría el puente Mallol, mientras las corrientes llevaban basura, artículos, vehículos y hasta personas que gritaban pidiendo auxilio.
“Tampoco olvido los rescates vía helicópteros de gente atrapada en los edificios ubicados en la primera avenida de Comayagüela, eso lo recuerdo muy bien”, señaló.
Efraín Salgado opinó que “ser fotógrafo es una pasión que adquirimos como lo hace cada uno en su profesión. Nosotros queremos tener la mejor fotografía y en el caso de los medios escritos, al día siguiente, ver la imagen en la portada”, puntualizó.
JS