París – Aunque el invierno todavía manda en París, los primeros rayos de sol que anuncian la primavera invitaban al paseo en la capital gala, una propuesta que aceptó el PSG para dar por finiquitada su repesca contra el Brest en otra goleada (7-0) que le coloca en octavos de final donde esperan el Barça o el Liverpool.
Carente de suspense por el 0-3 de la ida, el partido solo sirvió para comprobar si Luis Enrique era capaz de mantener la tensión de sus huestes, si el Brest se despedía con una nota positiva de Europa y si los parisienses sumaban una séptima victoria consecutiva.
Le salió todo mal a Éric Roy y todo de cara al técnico español, que comprueba como la máquina que ha creado en París cobra velocidad y dimensión, encadena 19 partidos sin derrota y ha enviado al olvido los problemas goleadores del equipo.
La única duda que planea por los cielos del Parque de los Príncipes es si esa racha no es algo artificial, visto que en enfrente, salvo el Machester City venido a menos, no había rivales de entidad.
La última vez que enfrentó a uno el equipo de Luis Enrique, que fue al Bayern de Múnich el pasado noviembre, cayó con estrépito, aunque desde entonces el joven PSG armado por el entrenador español, carente de grandes estrellas pero plagado de calidad, se ha rearmado de confianza, ha solidificado el juego y mejorado en todas las líneas.
El viernes decidirá el sorteo si esa mejora la pone a prueba el Barcelona de Hansi Flick o el Liverpool, líder intocable de la Premier.
Para entonces, el PSG habrá recuperado todo el prestigio que se dejó en la primera parte de la temporada Europa y a buen seguro ni en Liverpool ni en Barcelona quieren que la bolita les empareje con los franceses.
Ganó su apuesta Luis Enrique de lograr que su equipo no bajara el pistón y pagó la cuenta un Brest que, con su voluntariosa defensa, sus transiciones rápidas, su metódico juego de posición, es un juguete en manos de este PSG, al que no gana desde 1981.
Luis Enrique, desde la banda, brazos cruzados, abrigo largo, asistía al espectáculo como Napoleón contemplaba desde una colina el despliegue de sus tropas. Pero el Bonaparte de los años buenos, el que dominaba la escena y con su sola presencia atemorizaba al adversario poniendo ya de entrada a su favor la contienda.
Poco le duró la moral al combinado bretón, que salió sin complejos, lanzado al área de Donnarumma, al que en el minuto 13 sorprendió Mathias Pereria Lage en un disparo a contrapié que Marquinhos sacó bajo los palos.
Esa jugada pudo dar oxígeno al Brest, pero a medida que pasaban los minutos la formación de Éric Roy fue dando un paso atrás, haciéndose pequeñita frente a la inmensidad de la tarea, del rival, del escenario, del marcador, abocado a evitar que el adiós a su primera experiencia en Europa fuera lo menos sonrojante posible.
Al final lo fue en exceso, merecida por lo visto en el campo, pero injusta porque empaña una gran campaña europea de un modesto que consiguió contra pronóstico meterse entre los 24 mejores, pero que quedó aniquilado por el vértigo de su gesta.
Si nadie daba un duro por ellos tras la ida, apenas consiguieron llevar la duda al Parque de los Príncipes.
Barcola abrió el festejo en el 20 escapando al fuera de juego por milímetros y sorprendiendo a Grégoire Coudert en el palo corto.
Sin apenas tensión, el Brest fue sufriendo los zarpazos parisinos. Pudo ser Dembélé, en plena racha goleadora, pero fue Kvaratskhelia, la última incorporación a la armada parisiense, el que marcó el segundo, al aprovechar un centro de Joao Neves desde la derecha que parecía no tener destinatario pero que, casi sin ángulo el georgiano aprovechó para estrenar su casillero en Liga de Campeones.
Pierre Lees-Melou permitió lucirse a Donnaruma en una de las pocas veces que el Brest asomó y Neves estrelló un balón en el larguero en el descuento.
Por dos veces Fabián Ruiz buscó la escuadra bretona nada más arrancar la segunda mitad, en la que la intensidad del Brest fue cediendo y los parisienses se movían sueltos por su área, haciendo planear el peligro en cada instante.
Solo de forma puntual ponían a prueba a Donnarumma. En el 57 Lees-Melou estrelló un balón en el palo antes de que el meta italiano no sacara otro balón a un cabezazo de Brendan Chardonnet.
Pero a los amagos visitantes respondía con hachazos letales el PSG: Vitinha marcó el tercero en el 59 desde la medular del área.
Desiré Doué, recién ingresado en el campo por Dembélé, aprovechó en el 64 un centro de Gonçalo Ramos, que también acababa de sustituir a Barcola. Mendes se apuntó al festival cinco minutos más tarde tras un pase medido de Achraf Hakimi.
Siete más necesitó Ramos para lograr el sexto, mientras que Mayulu cerró el festival en el 76.
– Ficha técnica:
7- París SG: Donnarumma; Hakimi, Marquinhos, Pacho (Kimpembe, m.72), Nuno Mendes; Neves (Mayulu, m.72), Vitinha, Fabián Ruiz (Lee, m.60); Kvaratskhelia, Dembélé (Doué, m.60), Barcola (Gonçalo Ramos, m.61)
0- Brest: Coudert; Zogbé, Chardonnet, Coulibaly, Haïdara (Le Cardinal, m.70); Fernandes (Magnetti, m.60), Lees-Melou (Martin, m.82), Pereira Lage, Faivre (Doumbia, m.70); Sima, Baldé (Camara, m.60)
Goles: 1-0, m.20: Barcola; 2-0, m.39: Kvaratskhelia; 3-0, m.59: Vitinha; 4-0, m.64: Doué; 5-0, m.69: Nuno Mendes; 6-0, m.Gonçalo Ramos, m.76; 7-0, m.86. Mayulu.
Árbitro: Michael Oliver (ING), amonestó a los visitantes Haïdara (67), Le Cardinal (80)
Incidencias: Encuentro de vuelta de la repesca para los octavos de final de la Liga de Campeones disputado en el Parque de los Príncipes de París ante unos 47,000 espectadores. EFE