Análisis de Alberto García Marrder-Especial para “Proceso Digital”.
Este 13 de octubre pasado se han celebrado los 50 años de la llamada “Tragedia de los Andes”, una de las historias más dramáticas y tenebrosas por la forma en que 16 jóvenes uruguayos pudieron sobrevivir un accidente de avión en la cordillera andina entre Argentina y Chile.
Los datos básicos de esta tragedia son muy conocidos y nadie los olvida. En este artículo trato de contestar una pregunta: ¿Qué ha sido de los 16 sobrevivientes? ¿Cómo ahora, 50 años después, tratan el tema de que tuvieron que comer en esos 72 días rodeados de nieve y sin comida, carne humana, la de sus amigos y familiares?
Incluyo también datos inéditos hasta ahora y nuevas fotos. En misiones periodísticas, he sobrevolado dos veces esa cordillera andina, especialmente en el lado chileno y desde la ventanilla del avión uno no puede de dejar de pensar en la tragedia de ese avión. Fue de un impacto sobrecogedor.
Todo comenzó el 13 de octubre de 1972 cuando un avión turbohélice de dos motores, un Fairchild FH-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló contra un pico de la Cordillera de los Andes por la parte argentina, por errores de navegación.
Había sido contratado para transportar desde Montevideo a Santiago a 19 miembros del club de rugby inglés “Old Christian Club”, del colegio Stella Mares de la capital uruguaya. Y con familiares y amigos invitados, hacían un total de 45 pasajeros, incluyendo a cinco de la tripulación.
Iban a celebrar un partido de rugby contra el equipo “Old Boys Club” de otro colegio en Santiago de Chile. Ese partido nunca se realizó. El avión chocó unas tres veces con un pico de nieve y finalmente, cayó en un precipicio de 700 metros, después de perder las alas y romperse en dos el fuselaje, Murieron entonces once de lo pasajeros, incluyendo al piloto, el coronel Julio Cesar Ferradar. El copiloto, el teniente coronel Dante Hector Lagurara, resultó seriamente herido y murió poco después, De los 34 que sobrevivieron entonces, otros murieron por avalanchas de nieve, por la falta de alimentos y la gangrena en los pies. Solo quedaron, finalmente, 16 sobrevivientes.
Estos aguantaron, resguardados en el fuselaje abierto por ambos lados, casi 72 días, temperaturas de 30 grados bajo cero y una hambre atroz. Solo contaban con diez barritas de chocolate, que racionadas se acabaron en menos de una semana.
Los muertos estaban colocados fuera del fuselaje y se mantenían bien refrigerados cubiertos por la nieve.
Ante la disyuntiva que iban ir muriendo por la falta de alimentos y por la decepción de escuchar por una pequeña radio de transistores que la búsqueda aérea se había suspendido, salió a relucir que la única opción que quedaba era alimentarse con la carne humana que estaba casi congeladas.
Fue un tema que discutieron mucho entre los supervivientes y algunos se negaron por razones religiosas. Y estos fueron los primeros en morir. Se llegó a un acuerdo donde cada uno daba permiso, en caso de muerte, a que dispusieran de su cuerpo.
Entonces llegó el momento de la antropofagia (no confundir con el canibalismo). Los primeros en ser mutilados fueron los cuerpos del piloto y el copiloto, escogidos por que eran ”extraños” y no conocidos. En la película americana “Alive” (“Viven”) se muestra como uno de los líderes de los supervivientes, Roberto Canessa, utiliza un vidrio roto de una ventana del avión para hacer una incisión en una barriga para sacar 16 tiritas de piel de los cuerpos congelados. Y el resto haciendo filas para comer por primera vez en muchos días algunas proteínas.
Fernando (“Nando”) Parrado se encargó que nadie tocara los cuerpos de su madre, Eugenia Dolgay (originaria de Ucrania) y de su hermana de 20 años, Susana, que habían muerto días antes tras una alud de nieve. La hermana en sus brazos.
De los 16 supervivientes, ya ahora en sus 70 años y pico, ha muerto ya uno, Javier Methol, de cáncer y a sus 79 años. El resto, además de sus respectivas profesiones, se dedican, como grandes celebridades, a dar conferencias por todo el mundo, entre unas 80 a cien por año. Y todos han escrito libros. Y Parrado fue asesor de la película “Alive”.
En sus conferencias, los 15 supervivientes tocan con mucha naturalidad el hecho de vivir gracias a la comida humana que comieron y suelen preguntar a sus oyentes: “En esas circunstancias, ustedes no lo hubieron hecho”. Y nadie les crítica.
En esta historia hay tres hombres valientes y decididos que fueron claves para que 16 estudiantes salvaran la vida: Roberto Canessa (ahora médico cardiólogo) y Fernando Parrado (ahora empresario y productor de televisión). que caminando por las montañas nevadas por diez días y sin equipo adecuado, fueron a pedir ayuda, al lado chileno de un valle de la cordillera.
Y el pastor de ovejas chileno Sergio Catalán Martínez, que tras ver por primera vez en la ladera del rio El Barroso a dos de los estudiantes uruguayos que se daban ya por muertos, cabalgó unas ocho horas en su caballo para avisar al puesto más cercano de los Carabineros, al grito de “Están vivos”.
En menos de 24 horas, tres helicópteros militares chilenos (en uno de ellos iban Canessa y Parrado ) , rescataban a los 14 restantes. El resto es una historia de supervivencia, compañerismo y valentía.