Tegucigalpa.- La lucha contra el narcotráfico ha entrado en otra etapa en paralelo a las extradiciones: se trata de contundentes golpes patrimoniales a los barones de la droga, en el cual se deja entrever el sigiloso emporio económico que muchos de ellos habían construido a vista y paciencia del Estado.
Una riqueza que para los expertos en materia antidroga no es sorpresa si se considera que el trasiego de un kilo de cocaína de una frontera a otra tiene un costo de dos mil dólares y en Honduras existen fuertes clanes familiares e individuales de transportistas de droga. Uno de ellos era Carlos Arnoldo «El Negro» Lobo.
Datos preliminares que maneja la organización especialista en crimen organizado Insight Crime indican que los transportistas de droga en Honduras, en conjunto, mueven cada año cerca de mil millones de dólares que representa el 5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), estimado en 20 mil millones de dólares.
Este movimiento de ingresos descomunales se refleja en ese emporio de propiedades que han sido aseguradas desde el 2013 a la fecha, con mayor intensidad a fines de 2014 e inicios del presente año.
Si la población se sorprendió con los bienes incautados a «El Negro» Lobo, su sorpresa fue mayor al descubrir las riquezas incautadas al clan de la familia Valle Valle y algunas propiedades al cartel de Los Cachiros, ambos considerados por Estados Unidos como grupos que operan con el crimen organizado.
En el caso de los primeros, Washington ya reclamó sus extradiciones y los tres hermanos Valle, una de sus esposas, y una de sus hermanas ya se encuentran en Estados Unidos a la espera de ser juzgados por un tribunal por los delitos de conspiración y narcotráfico.
¿Un emporio focalizado?
En los últimos operativos de incautación de propiedades hechas en el norte del país, específicamente en San Pedro Sula, los cuerpos antidroga relacionan algunas de esas acciones a personas allegadas a Héctor Emilio Fernández, alias «Don H», quien era una pieza clave del cartel mexicano de Los Zetas y grupos de narcotráfico en Guatemala, según los cuerpos antidroga de Honduras.
Este aseguramiento de propiedades devela que gran parte de la narcoactividad en el país se mueve en el corredor atlántico y de occidente, aunque los cuerpos especiales de inteligencia avistan traslados de movimientos a otras regiones del país, entre ellas la zona sur.
Solo en el primer mes de 2015, más de 60 propiedades ligadas a los Valle y otras presuntas bandas criminales han sido aseguradas por los cuerpos especiales del Estado, que ha enfocado su lucha en dar certeros golpes a los barones de la droga en una de las piezas que más les duele: su economía.
Los golpes a su patrimonio y las extradiciones son dos claros mensajes que en la lucha contra el crimen organizado las autoridades hondureñas están dispuestas a no darles tregua, al anunciar para los próximos meses acciones similares en paralelo, es decir, más incautaciones y más extradiciones.
Hasta ahora las acciones han estado a cargo del Ministerio Público (MP), a través de la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), Fiscalía Especial contra el Crimen Organizado (Fescco), Dirección Nacional de Lucha contra el Narcotráfico (DNLC) y la Oficina Administradora de Bienes Incautados (OABI), en colaboración con la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina).
Elites paralelas
A medida que se descubren los lujos en que vivían muchos de estos personajes implicados en acciones de criminalidad organizada, surge también la duda sobre su interés en convertirse en elite desde la ruralidad hasta lo urbano.
Esas elites, silenciosas pero efectivas al lograr crear un, abre nuevas avenidas a los operadores de justicia en la forma en que deben abordar este problema más allá de las incautaciones y las extradiciones. Las causas estructurales del fenómeno se mantienen intactas y las estrategias, deben ser fortalecidas, unas, y replanteadas otras.
Al parecer, los barones de la droga han entrado fuertemente a la vida económica del país, poniendo en una encrucijada a quienes se desenvuelven en esta esfera, pues el país se ha convertido también no solo en un puente tránsito, sino que también en una escala de depósito y posible procesamiento de droga.
A medida que avancen nuevos operativos antidroga de incautaciones, el gobierno y la sociedad podrán conocer, de a poco, cómo los barones de la droga construían su imperio económico.
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