Tegucigalpa/New York – El ex alcalde de New York, Rudy Giuliani (1994-2002), asesorará a Honduras en materia de Seguridad, de acuerdo a un artículo de prensa del sitio especializado en temas de narcotráfico InSight Crime publicado este jueves.
– El político norteamericano asesoró a Guatemala y El Salvador en esta misma problemática, además hizo trabajos de consultoría en Colombia y Brasil.
“Giuliani regresará a Centroamérica este año para asesorar a Honduras en cuanto al manejo de la inseguridad y la violencia”, reza un párrafo de la publicación.
Por su importancia Proceso Digital reproduce íntegramente el artículo de prensa de InSight Crime:
Teoría de ‘ventanas rotas’ de Giuliani no servirá en Centroamérica Rudy Giuliani, el exalcalde de Nueva York conocido por ser el cerebro detrás de la enorme disminución de la delincuencia en esa ciudad en los años noventa, se encuentra prestando una asesoría muy bien remunerada en algunos de los países más pobres y violentos de Latinoamérica, pero sus teorías de reducción de la delincuencia están basadas en conceptos dudosos y pueden ser contraproducentes. En octubre de 2014, el exalcalde de Nueva York, quien había sido contratado por empresarios de Guatemala, visitó el país centroamericano para discutir los resultados de un estudio realizado durante cuatro meses por su empresa de seguridad Giuliani Partners LLC sobre las condiciones de seguridad del país. Unos meses más tarde, un equipo de la firma consultora de Giuliani visitó El Salvador para ayudar a diseñar una estrategia de lucha contra el crimen, informó Warscapes. De manera similar a como ocurrió en Guatemala, la firma de Giuliani fue contratada por la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) de El Salvador para asesorar a los líderes locales acerca de cómo combatir los delitos violentos. Giuliani regresará a Centroamérica este año para asesorar a Honduras en cuanto al manejo de la inseguridad y la violencia. El exalcalde también ha realizado trabajos de consultoría en Colombia y Brasil, país en donde visitó a Río de Janeiro con el fin de ayudar a la ciudad a mejorar la seguridad, como parte de los preparativos para la Copa Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. El exalcalde es en general recibido como una estrella de rock y sus conocimientos sobre lucha contra el crimen son tomados como palabra divina, aunque en realidad son rudimentarios y poco profundos. “Para nosotros la prioridad número uno era la seguridad”, dijo Giuliani ante una multitud de guatemaltecos refiriéndose a su período como alcalde de la ciudad de Nueva York. “Cuando hay una abrumadora cantidad de crímenes en la sociedad, eso no se resuelve con escuelas, bibliotecas, barrios agradables y equipos deportivos. Hay que reforzar el orden público. Cuando se logra reducir el crimen, el paso siguiente es desarrollar programas sociales. Es entonces cuando se crean más empleos, mejores barrios y mejores escuelas”. Giuliani se fue de Guatemala no sin antes hacer recomendaciones sobre cómo medir de mejor manera la eficacia de su sistema policial y de justicia, y así determinar cuántos policías se necesitan y qué tan altos deben ser sus sueldos con el fin de reducir la corrupción. En El Salvador, el presidente de la organización que lo invitó dijo que confiaba que las propuestas de la compañía de Giuliani “romperían el círculo vicioso de la violencia” y que esperaba que el gobierno acataría cabalmente las recomendaciones formales de Giuliani, que se esperan para principios de abril. Análisis de InSight Crime No hay duda de que Centroamérica necesita ayuda. La región del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) es una de las regiones más peligrosas y violentas del mundo. En 2014, la tasa de homicidios de Guatemala se situó en 31 por 100.000 habitantes, mientras que tanto El Salvador y Honduras tuvieron tasas de más de 60 por 100.000 habitantes. Gran parte de esta violencia es el resultado de la actividad de pandillas y narcotraficantes en toda la región. Tales niveles de violencia han tenido grandes repercusiones financieras en las economías latinoamericanas: la violencia en Honduras le costó al país cerca del 19.2 por ciento de su PIB en 2013. La inseguridad rampante también es considerada como uno de los principales factores que lleva a los jóvenes centroamericanos a iniciar una riesgosa travesía hacia Estados Unidos. Pero las propuestas de Giuliani tienen numerosos problemas, comenzando por su credibilidad. Las estadísticas muestran que los crímenes violentos y los homicidios comenzaron a disminuir antes de la administración de Giuliani. De hecho, durante los años noventa, el crimen se redujo no sólo en Nueva York, sino también en las principales ciudades de Estados Unidos, como Chicago, Los Ángeles, San Francisco, Miami y San Diego. Muchos analistas mencionan también una mezcla compleja de cambios sociales y demográficos como las razones para el descenso del crimen en la ciudad de Nueva York, como el fin de la epidemia de crack, mejoras en la economía y la imposición de mayores penas para los delincuentes. Todo esto sugiere que Giuliani no fue tanto un “súper policía” sino más bien que resultó beneficiado por las circunstancias: simplemente estaba en el lugar correcto en el momento oportuno. Además, el concepto central en la argumentación de Giuliani tiene grandes problemas. Conocida como “ventanas rotas”, esta teoría —propuesta inicialmente por los profesores George Kellog y James Wilson en 1982— sugiere que la policía puede lograr entornos seguros siendo más estricta con delitos que amenazan en menor medida la calidad de vida, como el vandalismo o la mendicidad, pues se supone que la aplicación estricta de la ley para controlar delitos menores evitará que crímenes más graves echen raíces. Además de lo ridículo que suenan en lugares con tasas de homicidio seis veces mayores que las que tuvo la ciudad de Nueva York en su peor momento, existen serias dudas sobre la eficacia de las políticas de “ventanas rotas” (así como temores de que éstas hayan conducido a abusos de la policía en Nueva York), por lo que se debe advertir a los gobiernos centroamericanos que tengan cierto grado de precaución al adoptar las recomendaciones del exalcalde. En un correo electrónico, Randall Shelden, criminólogo de la Universidad de Nevada, Las Vegas, le dijo a InSight Crime que “la idea de la denominada ventanas rotas se basa en una teoría deficiente o no tiene sustento teórico en absoluto”, y que no se les “debería dar casi ningún crédito” a las teorías de las ventanas rotas de Giuliani. Robert Gangi, experto en justicia penal y orden público, que fue director ejecutivo de la Asociación Correccional por más de 29 años y fundó el Proyecto para la Reforma de la Policía (PROP por sus iniciales en inglés), le dijo a InSight Crime que “ninguna investigación confiable ha demostrado que la teoría de las ventanas rotas en la ciudad de Nueva York haya sido una estrategia eficaz en la lucha contra el crimen”. Por el contrario, Gangi señaló que diversos factores intervinieron en la disminución del crimen en Nueva York. Además de las razones mencionadas anteriormente, se encuentran otras como el efecto estabilizador que la inmigración tuvo en los barrios pobres, la eventual resolución de la guerra contra las drogas y lo que él denomina el “síndrome del hermano menor”, que consiste en que las generaciones más jóvenes evitaban consumir drogas después de haber sido testigos de sus efectos nocivos. Gangi agregó que “se ha presentado una disminución significativa del crimen en las ciudades de todo el mundo, incluso en aquéllas que no usan la estrategia de las ventanas rotas”. Anotó que la expectativa de que el crimen se reducirá por el hecho de escuchar a Giuliani y emplear sus propuestas es “una teoría construida sobre arena”. Las propuestas de Giuliani también pueden ser contraproducentes. Gangi llamó a la política de “ventanas rotas” en Nueva York una “forma descaradamente racista del orden público” que ha terminado por castigar a las minorías por delitos menores. Lo mismo ha ocurrido en ciertas partes de Centroamérica. Gran parte de lo que Giuliani está recomendando en esta región (como la “tolerancia cero” y sus políticas de “ventanas rotas”), es lo que los centroamericanos han llamado “mano dura”. Implementada en los primeros años del nuevo siglo para enfrentar el aumento de la actividad de las pandillas callejeras, la mano dura implicó realizar extensas redadas en zonas marginadas y detenciones masivas e indiscriminadas de presuntos pandilleros solamente con base en su ropa y sus tatuajes. Estas políticas condujeron a encarcelaciones masivas pero han sido ineficaces para reducir la delincuencia y la violencia. Algunos estudios sugieren que incluso han incrementado la actividad de las pandillas, e InSight Crime ha descubierto que han ayudado a las pandillas a reorganizarse, reagruparse y reclutar miembros en las cárceles. En contraste con Giuliani, Gangi dice que hay un método básico más aconsejable para combatir la delincuencia y la violencia, que consiste en proporcionar apoyo y oportunidades a las personas que, por una u otra razón, han sido marginadas. Para estas personas, el crimen puede convertirse en una forma de vida, o simplemente servir como un medio para ganarse la vida. Esto significa que los gobiernos deben tratar de ofrecer capacitación laboral y programas extraescolares, mejorar la educación y poner fin a la actividad policial agresiva y discriminatoria. Por su parte, Shelden se preguntó sobre la manera como Giuliani podría lograr esto en Centroamérica, dado que proveer “seguridad”—que Giuliani mencionó explícitamente durante su visita a ciudad de Guatemala como su prioridad número uno en Nueva York— significa “hacer poco o nada en relación con las causas del crimen”. Aunque la política de “ventanas rotas” sigue teniendo defensores, Giuliani se ha retractado un poco de la aplicabilidad universal de sus políticas, reconociendo que lo que funcionó en Nueva York podría no funcionar en Guatemala. De hecho, las diferencias entre la Nueva York de Giuliani y la Centroamérica de hoy son enormes: la Nueva York de Giuliani carecía de los mismos niveles agobiantes de pobreza, extensa actividad pandillera y narcotráfico a gran escala. Tal vez lo más importante, sin embargo, es que los países que conforman el Triángulo del Norte a duras penas recaudan ingresos fiscales, lo que significa que será difícil reunir los fondos necesarios para cualquiera de las recomendaciones de Giuliani —como aumentar el número de policías e incrementar su sueldo— y las instituciones usualmente encargadas de aplicar la justicia sufren de pobreza crónica. Antes de proceder, las asociaciones empresariales y gubernamentales de Centroamérica harían bien en hablar con otras que han contratado a Giuliani. En 2003, Giuliani les presentó al gobierno y los líderes empresariales de Ciudad de México un plan de 146 puntos para reducir los delitos violentos. Marcel Ebrard, jefe de policía de Ciudad de México, dijo entonces que seguiría cada una de las recomendaciones; sin embargo, al año siguiente el crimen disminuyó en sólo uno por ciento. Esto llevó a que muchos funcionarios escépticos de Ciudad de México criticaran el trabajo de la empresa de Giuliani; de hecho, el nuevo jefe de la policía, Joel Ortega, dijo: “No soy fan de Giuliani”. |