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Voto hispano

Luis Cosenza Jiménez

Las elecciones a celebrarse próximamente en Estados Unidos han obligado a analizar el impacto político del voto hispano.  Después de todo, la población hispana representa como el 17% de la población de Estados Unidos.  Si se ve por Estado, la situación es más dramática, ya que según el censo del 2010, en Nuevo México el 43% es hispano, en California y en Tejas es el 32%, en Arizona es el 25%, en Nevada el 20%, en Florida el 16%, en New York es el 15%, para mencionar los casos más importantes.  En todos esos Estados el voto hispano hace ganar o perder a cualquier candidato, y sin embargo todo indica que la influencia de los hispanos en la política, con pocas excepciones, es muy modesta.  Pero analicemos un poco el tema para tratar de encontrar una respuesta a esta aparente paradoja.

En primer lugar, recordemos que en Estados Unidos la política se da en tres ámbitos.  El ámbito Federal, el ámbito Estatal y el Municipal.  En el Federal, que es el mejor conocido por nosotros, el impacto del voto hispano ha sido poco.  En esencia los hispanos han sido repulsados por las políticas migratorias de los Republicanos y usados por los Demócratas.  Estos últimos se han beneficiado de la torpeza de los Republicanos y captan la mayoría del voto hispano.  No obstante, hacen poco por ellos.  Para muestra, un botón. En la primera parte del primer período de la Administración Obama los Demócratas controlaron ambas cámaras del Congreso, una oportunidad ideal para haber aprobado una reforma migratoria integral. Sin embargo, los Demócratas optaron por dejar pasar la oportunidad y usaron su capital político para impulsar una reforma sanitaria, lo que se ha llamado Obama Care. Este desaire no ha afectado, en absoluto, la relación de los hispanos con el partido Demócrata.  Los Republicanos, en su ceguera xenofóbica, tampoco han sabido aprovechar el error de los Demócratas.

Contrario a lo que podría pensarse, en Estados Unidos la política Municipal y la Estatal es la más importante y es donde más podría incidir el voto hispano.  Para el caso, todas las decisiones sobre el sistema educativo se toman en el ámbito Municipal, incluyendo la definición de las fuentes de financiamiento.  Los gobiernos Estatales cuentan con un Gobernador electo directamente y con Congresos con dos cámaras.  En efecto replican la estructura del gobierno Federal.  Muchos hispanos podrían aspirar a ser electos en esos Congresos y luego saltar desde allí al ámbito Federal.  Eso ha sucedido ocasionalmente, particularmente en Estados como California, Florida, New York y Tejas.  Es impresionante como los hispanos han llegado a controlar la política del sur de la Florida, por ejemplo.  Los descendientes de quienes migraron de Cuba, para el caso, son ahora figuras prominentes de la política en Miami y sus alrededores.

Recordemos también que los hispanos viviendo en Estados Unidos son producto de diferentes factores.  Algunos han vivido en Estados Unidos durante muchas generaciones y ya no se ven como hispanos.  Otros son producto de recientes migraciones que frecuentemente se dan por giros de sus países de origen a la izquierda totalitaria o autoritaria.  Los migrantes recién llegados tienen una agenda muy claramente definida y que gira en torno a influenciar la política de Estados Unidos hacia sus países de origen, y en otros casos, a la adopción de una reforma migratoria que permita legalizar la situación de parientes y amigos en Estados Unidos.  También es necesario señalar que no se trata de un grupo homogéneo que habla con una sola voz.  Los hispanos en la Florida, por ejemplo, suelen ser mejor educados, más conservadores y más acomodados que los que residen en New York, California o Tejas.  Sus aspiraciones y sus agendas son por tanto diferentes y sería un error pensar que se trata de un bloque monolítico que marchará al mismo paso.  Sin embargo, independientemente de su filiación política, lo importante sería que se organicen y acuerden una plataforma y una estrategia para obtener y consolidar una cuota de poder en los partidos tradicionales que refleje su peso electoral.  Al día de hoy lo que se percibe es una lista de líderes individuales, Rubio, Cruz, Ocasio Cortés, Torres, Becerra y otros, que con su talento y esfuerzo han alcanzado posiciones exitosas en el ámbito político.  Sin embargo, no conozco un tan solo planteamiento de alguno de ellos que esboce una estrategia o una plataforma para potenciar el voto hispano en Estados Unidos.

Al final, tal vez eso sea lo normal.  Es decir, que es de esperar que los líderes políticos tengan su propia agenda y que no se sientan obligados a potenciar el voto hispano.  Esa tarea pareciera pertenecerle más a los organizadores comunitarios, al menos eso es lo que la experiencia de otras minorías pareciera indicar.  Es muy posible, por tanto, que veamos, por un lado, líderes políticos extraordinarios, y por otro una masa, la masa hispana, que no logra hacer valer su peso político.  Es una pena, pero eso es lo que la experiencia pareciera indicar.

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