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Víctor Meza. Su muerte nos duele. Y lo vamos a extrañar…

Julieta castellanos

Escuché el nombre de Víctor Meza en 1974 siendo estudiante de la Escuela Superior del Profesorado. Cursaba la clase de Historia de Honduras con el Profesor Mario Membreño y nos mandó a leer “El enclave bananero en la historia de Honduras”, una publicación del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UNAH, de la autoría de Vilma Laínez y Víctor Meza. De con quienes nos encontremos de profesores y de autores en nuestra vida estudiantil se va formando ese mundo de las inquietudes por el conocimiento, por el saber, por el entender; y así vamos construyendo los afectos, el respeto y el reconocimiento hacia quienes nos ayudan ampliar nuestros horizontes y a forjar nuestras aspiraciones. Otras antologías que nos dejaron huella en aquellos años fueron: De la sociedad colonial a la crisis de los años 30 y Lecturas de Sociología; ambas preparadas por profesores del Departamento de Ciencias Sociales de la UNAH. Siendo Honduras un país con escasa creación de conocimiento, era excepcional que los estudiantes además de leer a los autores los conociéramos personalmente, y cuando eso pasaba nos sentíamos cerca de las estrellas; y en Honduras ese pequeño cosmos se concentraba en el IIES, en el departamento de Ciencias Sociales y en el Centro Universitario de Estudios Generales (CUEG) de la UNAH.

Seguimos leyendo a Víctor en su columna Puntos de Vista, en Diario Tiempo; el conocimiento, la capacidad de síntesis, de análisis y la valentía con la que trasladaba a sus lectores la realidad de Honduras y de la región centroamericana, fue haciendo de sus escritos una lectura obligada.

Creado el CEDOH a inicio de los años ochenta, quizá sin proponérselo, Víctor lo va convirtiendo en una institución de educación superior, asumiendo la investigación, la difusión de conocimiento y la formación de investigadores como sus funciones, tarea que no hubiese sido posible, o no hubiera tenido los logros obtenidos sin Leticia. Vaciada, o cerrados los espacios en la Universidad desde los años ochenta, el CEDOH fue el lugar donde encontramos espacio los sociólogos, economistas, politólogos, historiadores y periodistas. Ningún instituto de investigación aportó en estos años lo hecho por el CEDOH.

Era obligado pasar por el CEDOH, por los boletines mensuales, por los boletines especiales y por los libros. Y es obligado pasar por las publicaciones del CEDOH para quienes tengan interés en conocer la historia de Honduras de las dos últimas décadas del Siglo XX y las dos primeras del Siglo XXI. ¡Y vaya época! años de esperanzas con el retorno a los procesos electorales, de exceptivas revolucionarias en Centro América, de frustraciones y desencanto con la democracia, y años de revoluciones traicionadas. Seguimos al CEDOH desde La Guadalupe, Palmira, hasta Tres Caminos.

Todos los boletines nos colocaban en la realidad, pero algunos nos hacían aterrizar en una realidad marcada por la subordinación, el entreguismo humillante de algunos gobernantes o la charlatanería de otros, la supremacía del poder militar sobre los gobiernos civiles, el golpeado movimiento obrero y campesino, y el débil movimiento social. Desde mi interés destacaban aquellos referidos a la Doctrina de Seguridad Nacional; el militarismo; la influencia de Estados Unidos en la política exterior; la caída de Álvarez Martínez; los hondureños desplazados de la frontera con Nicaragua; la contrarrevolución y el ejército de la contra apoyado desde Honduras; las bases militares y las maniobras militares; los informes sobre violación de derechos humanos; la APROH y su proyecto; y casi todas las publicaciones con las infaltables fotografías de la trilogía, de John Dimitri Negroponte, Gustavo Álvarez Martínez y Roberto Suazo Córdoba.

Pero también, buscando entre mis cuarentones boletines me he encontrado con tres de sumo interés: Atentados con explosivos en 1988; Cronología de la violencia, 1989; y, El narcotráfico en Honduras 1982 -1988; este boletín inicia con la captura por portar cocaína de dos dominicanos, un estadounidense y un cubano en la isla de Guanaja en marzo de 1982, y concluye con el hecho de aquella mañana de abril, cuando Ramón Mata fue capturado en su casa y posteriormente sacado del país. Esta lectura nos da derecho a preguntarles a los militares, policías y funcionarios de Estado del sistema de seguridad y justicia de todos esos años ¿por qué no investigaron? ¿A quién protegían? ¿Para quién trabajaban?

El otro gran legado de Víctor Meza son los Libros producidos por el CEDOH, que circularon en estas turbulentas cuatro décadas, y que seguirán circulando y aportando a quienes tienen interés de conocer el país con objetividad, con el rigor del dato, al margen del dogma, el sectarismo y de la mirada empequeñecida del interés ideológico partidarista. Inicié como investigadora del CEDOH en 1995, la rigurosidad del dato, el rastreo de la información, la precisión en el enfoque era parte del rigor exigido. No había afirmación sin evidencia. El CEDOH esculpió el respecto de seguidores y de adversarios. Haber sido investigadora del CEDOH fue un privilegio, un gran honor.

Quienes toman decisiones no quisieron darse cuenta del país que estaban construyendo, porque el CEDOH con sus investigaciones señaló a tiempo hacia donde nos llevaban. Tres lustros después del retorno de los procesos electorales el CEDOH publicó el libro Corrupción y Democracia en Honduras, en este libro se hace un recorrido de las denuncias que recogió la prensa nacional de los tres primeros gobiernos (1982-1994) y del primer año del gobierno del presidente Reina. 426 denuncias registradas durante el gobierno de Suazo Córdoba (1982-1986), 1, 015 en los cuatro años del gobierno de Azcona Hoyo; 1,834 durante el gobierno de Rafael Callejas (1990-1994); y 664 durante el primer año de Roberto Reina

(1994). Con esta publicación CEDOH nos lleva a conocer la corrupción y sus formas. Corrupción, violencia y crimen organizado son los problemas que más destruyen la democracia y el Estado de Derecho.

Con el CEDOH Víctor contribuyó a formar una generación de investigadores sociales que luego tributaron conocimiento y experiencia a sus universidades. Y Sus aportes trascendieron las fronteras nacionales.

No hay en Honduras otra institución de la podamos decir lo mismo.

Mi última comunicación directa con Víctor fue cuando le envié un enlace de Diario El País, un reportaje de una tienda de manjares de la Rusia imperial, del imperio de los Zares, Los Ultramarinos Elissevski de Moscú, que sobrevivió a los bolcheviques, a Stalin y a la Perestroika, pero no al Covid-19, un reportaje acompañado de una fotografía que exhibe el esplendor de la arquitectura zarista, y por otro lado la estantería vaciada, evidenciando los estragos del Covid:

Hola amigo, imagino que la conociste?

Si, estuve ahí unas cuantas veces.

Entonces no era tan lujosa ni tan cara.

¡Ah tiempos aquellos! ¡Saludos querida amiga!

Me quedo con este último mensaje. Con la última frase.

Amigo Querido. Gracias por estos años, por la amistad, por tus aportes al país y a nuestra formación.

Que tus cenizas fecunden la tierra.

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